miércoles, 6 de enero de 2016


  REFLEXIONES MIENTRAS SE CONSTITUYE EL GOBERNO.


En mi último artículo “Las posibles ingobernabilidades de España” ya dejaba bien claro lo fundamental tras las elecciones generales: el reto que planteaban los resultados surgidos de las urnas acerca de ¿Qué proyecto de Gobierno se va a poder llevar a cabo en España?
Los  resultados de las elecciones generales del 20 D, no han dado la mayoría absoluta a ningún partido, si bien el PP ha sido el partido más votado, seguido por el PSOE.
Estos resultados en sí, han venido a marcar el inicio de una nueva etapa en la historia de nuestra democracia. Nueva etapa porque después de un largo periodo de estabilidad institucional y de alternancias en el Gobierno que fueron posibles por las mayorías electorales que alcanzaban por decisión de los españoles el PSOE y el PP. Ahora hemos pasado de ser un país donde cada partido tenía capacidad para ofrecer alternativas  de   un signo o de otro, de derecha ó de izquierda, viables de Gobierno, a ser un país con un sistema multipartidista, en el que cuatro partidos fundamentalmente el PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos, se han disputado y repartido el grueso de los escaños del Congreso de Diputados.
Y dado que ningún partido ha obtenido los votos necesarios que lo proclamasen partido mayoritario a la hora de configurar el Gobierno, y que la repartición de los escaños entre los partidos, hacen a todas luces insuficientes para gobernar con un mínimo de estabilidad a cualquier partido. Esa nueva distribución de escaños, implica que para formar cualquier Gobierno, va a requerir de negociaciones, pactos y acuerdos, al menos entre dos ó tres fuerzas políticas de las cuatro principales, PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos, además de los apoyos que en algunos casos se requerirían de algunos grupos minoritarios.
La distribución de las representaciones en el Congreso de Diputados actualmente implica que la formación de cualquier Gobierno estable va a requerir negociaciones, pactos y acuerdos para intentar configurar un nuevo tipo de programa que tenga respaldos mayoritarios y que sea capaz de hacer frente a los acuciantes problemas actuales.
Una tarea complicada, yo diría que casi, casi imposible. Los días transcurridos desde el 20 D sin que aun se sepa quién va a gobernar este país son la constatación de lo complicado para cada una de las cuatro fuerzas fundamentales de alcanzar un acuerdo para la investidura del Presidente del Gobierno. Es más, el tiempo de esa constitución puede dilatarse e incluso que haga imposible la constitución del Gobierno, más allá del tiempo a que estábamos acostumbrados en España. Y que se tengan que convocar unas nuevas elecciones.
Una primera impresión que me han dado los resultados de estas elecciones y el mapa de representación actual, es que han sido recibidos con gran alegría por aquellos grupos, partidos y “los activistas revolucionarios de Facebook” que llevaban años manifestando el mantra de “el PP y el PSOE la misma mierda es”, como fórmula para acabar con el anterior modelo de bipartidismo imperfecto o incompleto. Una campaña intensa y orquestada para restar credibilidad y viabilidad al modelo al que se había llegado, y al  que han querido presentar como la principal causa de todos los males y problemas que padecemos.
Yo espero, que cuando ha sido evidente la desigualdad manifiesta entre el PSOE y el PP en la anterior legislatura y que los resultados del 20 D, a pesar de seguir  siendo los dos partidos más votados por los españoles. Superado el modelo que se criticaba, todos los males y problemas sean atajados en sus raíces causales y nos encaminamos hacia una España, especie de Arcadia feliz y próspera.
 O vamos a ir hacia un periodo de mayores debilidades de las representaciones políticas, en un  contexto general de inestabilidades gubernamentales, que desde luego no constituyen la mejor manera de enfrentarnos como país a los retos que tenemos por delante.
Hacia dónde vamos a ir como país, no está aún escrito. Yo espero que de este episodio de nuestra Historia que estamos escribiendo, los españoles aprendamos algo muy importante, y aquellos que estuvieron propagando mentiras y falsedades dirigidas contra el PSOE, se enteren de la consecuencias de lo que han estado propagando, y abandonen la estrategia anti-PSOE  que han venido practicando algunos desde sus orígenes, que ha constituido el mejor aliado de la derecha económica y política de nuestro país.
Porque es de lamentar que un país como el nuestro, que sociológicamente es mayoritariamente de izquierdas, que antes de las elecciones quería netamente un cambio de Gobierno, al final de las elecciones las izquierdas aparecen fragmentadas y divididas en el Congreso de los Diputados.
Y España necesita un Gobierno fuerte y serio que resuelva los problemas pendientes sin crear otros nuevos, ni destruir lo que está bien ó lo que está bien orientado.
Y si hay alguien, que considera que debemos afrontar esta legislatura para abordar y resolver solo los asuntos corrientes de todo Gobierno, creo que se confunde.
A mí me parece que estamos ante asuntos de una gravedad extraordinaria que exigen medidas que afectan a nuestra convivencia y a algunas reglas del juego, y eso hace muy, pero que muy  difícil que las fuerzas políticas se pongan de acuerdo. Sin embargo ante los retos extraordinarios que hay que abordar, estos piden extraordinarios grandes acuerdos.
En primer lugar, sería suficiente, aunque nada fácil lograr mayorías de un signo o de otro, de derecha ó de izquierda, para llevar adelante un programa de esas características. Pero yo no creo que, por ejemplo,  la Reforma de la Constitución ó de la Ley Electoral, así como otras reformas se pueda realizar desde la derecha o desde la izquierda. A lo mejor me equivoco, pero sinceramente creer hoy en esas posibilidades, que desde un extremo ideológico ó desde el opuesto, desde la derecha o desde la izquierda, pueden llevarse a cabo, no deja de ser un sueño muy bonito, pero como dijo aquel, “Los sueños, sueños son”.
Es verdad que si se admiten los grandes retos extraordinarios que hay que abordar, es fácil aceptar al menos teóricamente, la necesidad de grandes acuerdos. Y que junto a la necesidad de cambios, eso parece que ha sido también el mensaje que se dio en el 20 D, el de los grandes acuerdos.
Acuerdos para lograr un crecimiento económico sostenido que cree empleo de calidad, para lograr una relación con Europa donde España salga fortalecida, se tomen medidas urgentes para hacer frente a la pobreza y la desigualdad, francamente inadmisibles. Realizar una reforma fiscal progresiva que acabe con el escándalo de la evasión, y un gran acuerdo sobre Educación. Tenemos que afrontar reformas constitucionales que blinden ciertos derechos sociales y aborden la cuestión territorial, etc. Cuestiones sobre las que se pueden llegar a acuerdos entre todas las fuerzas políticas, si hay voluntad política, salvo las que se excluyan.
 Claro que plantear como está haciendo el líder de Podemos,  Pablo Iglesias, el derecho de autodeterminación para Cataluña, no es una propuesta para reformar la Constitución, sino simplemente plantear otra diferente, lo que hace ya de entrada inviable cualquier consenso.
Yo creo que habría quizá que invertir las conversaciones conspiratorias de las fuerzas políticas, más interesadas en alcanzar más cuotas de poder. Y dar paso a un amplio debate de todas las fuerzas políticas y a los acuerdos alcanzados antes de la investidura, no después.
Porque pedir al PP ó al PSOE, ó a quien sea, que apoyen ó se abstengan para que el otro gobierne, ateniéndose a los cálculos aritméticos, así sin más, no va a servir para salir del atolladero en que están cada uno de los cuatro partidos. Los citados y Podemos y Ciudadanos y el conjunto del país que está inmerso.  Lo fundamental seria llegar y hacer públicos los acuerdos alcanzados, que de por sí, ya garantizaran medidas que empezasen  a resolver problemas. Y después la investidura creo que no sería tan  complicada llevarla a buen término.
Pero hoy, si no se tiene un diagnóstico común entre el PP, PSOE, Ciudadanos, y Podemos de lo fundamental que ya he señalado en anterior párrafo, o falta la lucidez para llegar a acuerdos concretos sobre los extraordinarios problemas que ya he señalado. Lo inevitable va ser que acabemos en nuevas elecciones.
Yo deseo que los líderes actuales tengan la suficiente inteligencia y la capacidad de dosificarla convenientemente por el interés de los españoles. Porque si no es así, las nuevas elecciones solo van a prolongar la dramática situación que estamos viviendo, porque los riesgos de que cambien la correlación de fuerzas por los resultados de las urnas, no está garantizado.

                            6 de enero 2016

 

 

 

2 comentarios:

  1. Me parece que lo que tu deseas no es posible, para eso hace falta gente con altura política como la había en la transición y no creo que los lideres de hoy estén a la altura de la situación que vivimos, yo le diría a Pablo Iglesias que en lugar de decir adios 78 dijera ¿Cómo lo hicieron en el 78?
    Rafa de manchelerria

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    1. Si Rafa, faltan lideres con talla. Pero he querido opinar sobre la España que tenemos. Y como la distribución de escaños no permite la gobernabilidad. O se hace un acuerdo sobre las medias a tomar antes de hablar de la investidura o vamos directamente a nuevas elecciones. Pero lo malo es que los resultados de estas no esta garantizado de que vayan a modificar sustancialmente la correlación de fuerzas. Esa es la España que tenemos.

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