Hoy se cumplen 34 años del
intento de golpe de Estado que trató de impedir
el desarrollo de la Libertad y la Democracia que la Transición del 78
había restablecido en nuestro país. Y cuando ahora parece que la “Transición”
resulta para los “barrenderos”, una etapa para olvidar. Hoy, ante esos
“barrenderos” de la transición que pretenden Podemos, y los desmemoriados, creo conveniente
recordar este episodio y relatar las actuaciones que tuve desde el primer momento
que por la radio escuche como la Guardia Civil, ocupaba el Congreso de los
Diputados.
La recuperación de la
Libertad y la Democracia en nuestro país, no fue regalo de nadie, si bien fue
el resultado del protagonismo que tuvieron las movilizaciones de los
trabajadores durante el año 1976 y la tácita alianza de las fuerzas
democráticas en su empeño de acabar con el franquismo para lograr la instauración
de un régimen democrático en nuestro país, pese a la dimensión y la fuerza
decisoria que estos factores alcanzaron, no pudieron evitar que la derecha más
recalcitrante ubicada en el seno de las fuerzas armadas, manifestasen en varias
ocasiones sus desacuerdos con el proceso de democratización real iniciado en
nuestro país, con la legalización del Partido Comunista de España (PCE).
La convocatoria y
realización de las primeras Elecciones Generales democráticas en junio de 1977,
después de 40 años de dictadura y la posterior elaboración y aprobación en
referéndum de la Constitución de 1978, que caracterizaron el inicio de la transición
democrática, no puede hacernos olvidar “el ruido de sables” que fue una
constante del generalato franquista que controlaba aún el Ejercito durante los
años de la transición, así como los crímenes y atentados de ETA que segaba la
vida de civiles y militares.
Pero la conjura militar
contra la democracia, no tomaría cuerpo hasta el punto sin retorno marcado por
la decisión del presidente Adolfo Suarez de legalizar el Partido Comunista de
España (PCE), en plena Semana Santa, el 9 de abril de 1977.
La dimisión del
almirante Pita de Veiga, Ministro de
Marina como airada respuesta a la legalización del PCE, fue la punta del
iceberg, aunque desgraciadamente no fue la única manifestación donde se
expresaron el descontento los sectores del ejército y la ultraderecha política
con el proceso de democratización que se había iniciado en el país.
Sin lugar a dudas, antes
otras militaradas que se conocieron con claros objetivos involucionistas, como
la operación Galaxia, el intento de golpe de Estado perpetrado el 23 de febrero
de 1981, fue el más dramático, el que más cerca estuvo de imponer una
involución por la fuerza, a la joven democracia española, y en todo caso, el
que más sentimos los españoles y de entre ellos los valencianos que
contemplamos tras la ocupación del Congreso de los Diputados en Madrid por la
guardia civil al mando del Teniente Coronel Antonio Tejero, el desfile de una
riada de toneladas de acero, en forma de más de medio centenar de carros de combate
M-47 del Regimiento Vizcaya 21 de Bétera, que tomaron las arterias más
importantes de nuestra ciudad, machacando a su paso el asfalto de las calles
por donde pasaron y asustaron con su ruido ensordecedor y la silueta de sus
cañones, a todos los vecinos que los presenciaron.
Valencia, fue una ciudad
ocupada algo más de cuatro horas obedeciendo las órdenes del Capitán General de
la III Región Militar, Jaime Milans del Bosch, mientras que las radios emitían
el bando involucionista y marchas militares que este militar dictó, anulando
todas las libertades y derechos constitucionales en la “Región bajo su mando”.
El 23 –F de 1981, por la
tarde yo estaba en el despacho de la secretaria de Acción Sindical de CC.OO-PV,
cuya responsabilidad ejercía y cuando oí por la radio los tiros y la entrada de
los civiles en el hemiciclo de la Cámara de diputados, me dirigí al Palacio del
Temple, sede del Gobierno Civil con la intención de percatarme de la situación
de boca del Gobernador Civil, Don José María Fernández del Rio.
Después de que no me
dejaban entrar los Guardias civiles de guardia, y de hablar por teléfono con el
secretario del Gobernador solicitando que me recibiera el gobernador, y ante
sus reiteradas negativas de que este no me iba a recibir, le dije concretamente:
“Pues dígale al Sr. Gobernador, ya que no quiere recibirme, que CC.OO. va a
convocar a los trabajadores para manifestarse para defender la Libertad y la
Democracia, ante lo que está sucediendo en Madrid”. Colgué el teléfono y cuando
salía del edificio, un civil me llamo diciéndome que podía subir que me recibía
el Gobernador.
Esperando en los pasillos
que me llamara, tuve la ocasión de conocer el texto del bando de Millán del
Bosch que me enseño el radiotelegrafista, que acababan de dar por la radio, y
al preguntarme qué era eso, le dije, sin ninguna duda: “Esto es un golpe de
Estado como una casa”. Le aconseje que informara a Madrid pues estaba
convencido que era un bando que no se habría dado en la capital - y así fue -.
Cuando entre en el despacho
del Gobernador me presento al general Caruana, a la sazón Gobernador militar de
la plaza. Y ocupando unos sillones inmediatamente le manifesté la preocupación
y la disposición de CC.OO.de manifestarse para defender la Libertad y la
Democracia. El Sr. Fernández del Rio me dijo que nos calmásemos que “Aquí
estamos a las órdenes del Rey”. Como sea que sonó el teléfono de su despacho y
el fue a descolgarlo, yo le interrogue a Caruana diciéndolo ¿Y cuáles son las
órdenes del Rey?.
Caruana quedó perplejo y
no me respondió inmediatamente, yo le repetí la pregunta y a la que añadí que:
“Estabais haciendo un golpe de Estado y ahora vais a sacar los tanques a la
calle”, a lo que me respondió que cuando salía del despacho de Milans del
Bosch, este hablaba con el Rey y le escucho que se ponía a sus órdenes. Yo le
respondí que los militares lo de “a sus órdenes” lo tenéis siempre en la punta
de la lengua, y como no creía que el Rey hubiera ordenado la ocupación del
Congreso de Diputados, continúe con la
idea que me había formado leyendo el bando del Capitán General de la Región, de
que estaban dando un golpe de Estado, diciéndole que: “Con lo que había costado
conseguir la Libertad y la Democracia, una vez más los militares intervenían
para impedirla. Ustedes es que no se han enterado de que los trabajadores
también hacemos Patria”, a lo que me respondió “No ustedes los trabajadores
hacen más Patria”.
El gobernador civil, acabo
de escuchar en el telefoneo y cuando colgó , se dirigió a Caruana diciéndole
“Que es lo que está diciendo la radio”, Caruana no contestó. Me recomendó que
estuviéramos calma en CC.OO. y dio por terminada la entrevista.
Salí de su despacho y del
edificio con gran preocupación que solo se calmó cuando vi la aparición de su
Majestad el Rey que se pronunciaba irrevocablemente a favor de la Constitución
lo que suponía la condena del intento golpista. Y la continuidad de la Libertad
y la Democracia.
Hoy cuando los “sin
ideología, más bien ni de izquierdas ni de derechas” como Podemos, pretenden barrer la Transición del 78, uno no
puede dejar de pensar que estos desalmados y aventureros, en el fondo pretenden
lo mismo que aquellos reaccionarios
militares que se levantaron el 23 de febrero de 1981, contra la Libertad y la
Democracia, que luchando, con sangre, sudor y muchos años de cárceles, y muertes
trajimos a España, los que hoy se nos califica de “Casta”.
César Llorca Tello
23 febrero 2015
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