miércoles, 11 de febrero de 2015

1929 EL GRAN CRASH

En 1929, años de floreciente prosperidad, terminaron en catástrofe.

Fue la mayor caída de la historia de la Bolsa que se tiene constancia.

Es imposible subestimar el shock, la sensación era de sorpresa e incredulidad. Los inversores novatos  habían pedido grandes cantidades de dinero, para especular en el mercado.

El mercado reventó bruscamente y mucha gente fue arrastrada con él. Fue muy doloroso, después miles de bancos quebraron, millones de personas lo perdieron todo. La pobreza te rodeaba por todas partes, fue muy doloroso.

Al Crash, le siguió una depresión que se extendió por todo el mundo, duró una década y fue el preludio de la Guerra.

Esta es la historia del desastre financiero que confiábamos que nunca volvería a ocurrir.

 
 

                             EL GRAN CRASH

 

Miércoles 23 de octubre de 1929, sin previo aviso, los precios de las acciones se desploman en el Mercado de Valores de New York.

Los inversores están aturdidos, durante los últimos cinco años, el mercado no ha hecho más que subir. En el espacio de una hora se vende la increíble cifra de dos millones y medio de acciones.

Al día siguiente continua la espiral descendente.

Cuando empezó a llegar gente a negociar sus acciones el 24 de octubre , se notaba la sensación de que tal vez había cambiado algo, de que había algo diferente, de repente no había solo compradores, la gente estaba deseando vender, pero no había compradores para las acciones y los precios empezaron a caer.

Aquella mañana, se produjeron caídas bruscas y calamitosas en la bolsa, los valores cayeron de repente, 10, 20, 30 puntos de golpe.

Dicen que hubo gritos y llantos en el parque de la Bolsa de New York. La gente estaba sorprendida por lo que estaba pasando y aterrorizada.

Miles de personas se congregaron ante la Bolsa, diez mil personas llenaban las calles desde Broadway a ……

Se congregó una gran multitud alrededor de la Bolsa, en las cercanías de las estatuas y escaleras esperando conseguir un tipo de noticia de las personas que salieran de allí.

Salían voces, los gritos y chillidos de los que compraban y vendían, pero no sabían que es lo que estaba pasando, así que se congregaron allí y se quedaron para averiguarlo.

Muy pocas de los miles de personas que esperaban, se dieron cuenta de la magnitud del desastre que estaba a punto de producirse.

Tampoco se imaginaban que en los cinco días siguientes, una catástrofe financiera arrasaría los cimientos de la prosperidad de los EE.UU..

Pero para comprender porque se produjo el Crash, debemos retroceder una década.

A una época donde la confianza estadounidense fue tan grande que parecía que los buenos tiempos durarían para siempre.

El año 1019, los EE.UU. habían emergido victoriosos de la I Guerra Mundial, en el aire se respiraba un ambiente de optimismo.

Gran Bretaña y sus aliados europeos estaban exhaustos  económicamente a causa de la Guerra, pero la economía estadounidense era boyante y el mundo bailaba al son de los EE.UU..

Las incertidumbres habían premiado, no parecía haber muchas dudas sobre lo que iba a ocurrir. Los EE.UU. se encontraban inmersos en el periodo más importante y gozoso de su historia y darían muchísimo que hablar.

En los años 20, la vida cotidiana estaba cambiando, la electrificación cambiaba a los EE.UU., las ciudades se conectaban a la red eléctrica, aparecían nuevas tecnologías, aviones, radios, los electrodomésticos que en su principio eran un lujo, ahora se convertían en una necesidad.

La industria del automóvil también florecía, porque la gente se había lanzado a comprar los nuevos automóviles de Ford y Crysler.

Parecía haber comenzado una era de bienestar ilimitada. Era el florecimiento de la cultura, del consumo, y del consumo masivo a una escala nunca vista.

Se generaliza además, la venta a plazos para animar a la sociedad a comprar bienes  de consumo y hacerlo a crédito.

Este tipo de crédito para el consumo, fue otra innovación de los años 20. Por primera vez, el concepto “compra ahora, pague después”, llegaba al gran público.

Hay una especie e cultura lúdica que se desarrolla paralela a este consumismo  y que se resume en la creencia, en la gratificación inmediata, en la preocupación por el ahora, en no preocuparse por el futuro, en vivir en el momento.

Surgió una ideología  nueva, estábamos en una nueva era económica y todos los estadounidenses que se preciaban  tenían derecho a ser ricos.

Con la capacidad para conseguir créditos y el incremento de la renta disponible, los estadounidenses, buscaron nuevas formas de hacerse ricos.

Desde la I Guerra Mundial, el Gobierno de los EE.UU. habían vendido bonos, los conocidos como “Bonos Libertad” para pagar la guerra.

Era una forma de conseguir dinero prestado de lso ciudadanos, que a cambio recibían el pago de intereses sobre el valor del bono.

Famosos como Charles Chaplin, ó Douglas Fairbans, habían sido reclutados para promocionarlos en grandes campañas.

Los “Bonos Libertad”, crearon una cultura de la inversión. La mayoría de la gente nunca había comprado valores y estos bonos consiguieron que la gente normal se acostumbrara a hacerlo.

Pero hubo un grupo de personas que pensó que podían aprovechar esta nueva cultura de la inversión. Los banqueros de Wall Strit (W.S.).

Durante años W.S., el centro de las finanzas estadounidense había estado formado por un pequeño grupo elitista de banqueros que hacían negocios entre sí, en una sociedad cerrada al público.

Pero un hombre vio la oportunidad que cambiaria el mundo de las finanzas Charles Michel, Presidente del National City Bank, que descubrió un segmento lucrativo en el mercado.

Michel vio que los inversores habían comprado una gran cantidad de bonos del Gobierno durante la I Guerra Mundial, y se dijo, ahora que tenemos un público inversor, lo único que tenemos que hacer es sacar al mercado, otros productos como bonos corporativos, acciones y decirle a la gente que son inversiones respetables.

Michel era un vendedor nato, con una gran ambición.

Si la gente era receptiva a la idea de comprar bonos para reunir capital para el Gobierno, seguro que podría tentarla  a comprar acciones y valores para reunir capital para las compañías privadas que participan en la Bolsa de New York. Y ellos sacarían un buen beneficio durante el proceso.

Poco a poco, personas que nunca hubieran soñado con invertir en Bolsa, empezaron a hacerlo y las acciones perdieron buena parte de su estigma.

Históricamente, las acciones habían sido consideradas peligrosas para la gente corriente, pero en los años 20, la sensación era que invertir en acciones, de hecho no solo era seguro sino también fiable y respetable.

La idea cuajó, y para aprovechar este nuevo y lucrativo mercado Michel abrió agencias de corretaje por todo el país, donde las personas que tenían dinero pero no conocimiento sobre inversiones, podrían especular en acciones y valores.

Este frenesí especulador alcanzó a todo tipo de personas, no solo a profesionales. La gente normal empezó a participar en un número sin precedentes en el país, no solo en New York, sino en otras ciudades y localidades pequeñas. Por todo los EE.UU. la gente estaba encantada con la bolsa.

La tecnología lo hizo posible, las ultimas cotizaciones de las acciones llegadas de W.S., podían  imprimirse a lo largo y ancho de los EE.UU. gracias a la cinta de cotizaciones basada en el telégrafo.

Encontrabas cintas de cotizaciones en clubs nocturnos, estaciones, salones de belleza, transatlánticos. El mercado se convirtió en una parte omnipresente de la cultura lúdica de los EE.UU. en la década de los 20.

Como, duermo, sueño, hablo por y para las acciones. Creo que es la única manera de ganar dinero.

Es emocionante, me encanta 17,000 dólares de beneficio en un capital de 3,500 dólares. No está mal.

Hubo especulaciones salvajes en todo tipo de valores, en las acciones  de productoras de cine, empresas aeronáuticas y en las automovilísticas.

Uno de los valores más pujantes de los años 20 era Radio Corporaition Of América, era como Googel de hoy en día, tecnología punta, que tuvieron la idea de poner radios en los coches.

Creo que el público inversor estadounidense empezó a relacionar los productos que usaban fabricados por las empresas  estadounidenses, con la idea de que podrían comprar una acción de la empresa que fabricaba el producto que le gustaba.

A mediados de los años 20, unos tres millones de estadounidenses invertían  en bolsa y W.S. captaba la atención del público.

Con historias de fortunas conseguidas de la noche a  la mañana, la idea de un gran mercado alcista, donde parecía que las acciones solo subían, se había asentado.

Todas las revistas populares, periódicos y emisoras de radio estaban fascinados por lo que ocurría en la Bolsa.

La gente seguía las actividades de famosos como Charles Chaplin ó Groucho Marx y se sentía fascinada popr las acciones en las que especulaban.

El joven actor cómico Groucho Marx, invirtió todos sus ahorros en el mercado y estaba tan encantado con sus beneficios sobre el papel, que convenció a sus hermanos para que también invirtiesen.

“Menudo timo más sencillo, la RCA ha subido siete puntos desde esta mañana, acabo de ganar siete mil dólares”.

Pero no solo los famosos se habían convertido en especuladores, los grandes especuladores de W.S. se estaban convirtiendo en famosos. Se les consideraba personas creativas, emprendedoras y que traían riqueza para los EE.UU.

Josep Kennedy, padre del futuro presidente Kennedy, formaba parte de esta nueva clase de astutos súper estrellas de la economía.

La gente estaba fascinada porque algunos de estos hombres como Josep Kennedy, eran personas normales, habían salido de la nada y su ascenso en los mercados era un ejemplo para la gente corriente de que, algún dia ellos también podrían ser así.

Corrían rumores de que cualquier persona, desde un botones a un barbero podían ganar dinero fácil en la Bolsa.

Un limpiabotas de W.S. Pat Bologna fue uno de los que se dejó convencer por esas historias de fortunas ganadas de la noche a la mañana.

Todo el mundo iba a hacer fortuna, si vivías en New York, la Bolsa era lo máximo.

 “Mi padre tenía unos 17 ó 18 años, cada día les  limpiaba los zapatos a literalmente los grandes hombres de los EE.UU., a gente como Josep Kennedy, ejecutivos como Michel, conversaba con ellos, y llegó a convertirse en un experto en cosas como la Reserva  Federal y otros temas en las que no se esperaría que un limpiabotas fuese un experto. Pero hablaba con las grandes gentes de de W.S. todos los días, todos los días.

“Así que mi padre empezó a invertir en Bolsa.”

“A decir verdad, yo aprendí a leer leyendo las páginas de las cotizaciones, porque a eso se dedicaba mi padre. Quiero decir que crecí con la Bolsa, nos encontrábamos con la Bolsa para desayunar y con la Bolsa para cenar, y cuando volvíamos a casa, la Bolsa era el mundo”

  Yo, Irvin Kahn, empecé en 1928, porque com,o muchos jóvenes, quería ir al lugar donde todo el mundo estaba ganando dinero.

Mi primer trabajo fue como mensajero en el parqué de la Bolsa, solo tarde una semana ó dos en darme cuenta de que la mayoría de las gentes es avariciosa.

La gente tenía tanta fe en el mercado alcista, que empezó a pedir dinero prestado para especular en acciones en alza.

Esta forma de comprar acciones empezó a conocerse, como compra de valores a  crédito. El inversor solo tenía que poner una parte del dinero y su corredor aportaba el resto.

La cultura del “Compra ahora y pague después”, se había extendido al mercado de valores. Comprar acciones a crédito, significa que las consigues con dinero prestado.

A finales de los años 20, el 90% del precio de la compra de las acciones, se pagaba con dinero prestado. No había regla sobre cuánto dinero podías pedir prestado, y la gente pedía sumas enormes para poder comprar acciones.

Podías comprarlas por valor de 100 dólares, con solo 25. Los corredores de Bolsa te prestaban los 75, y si la Bolsa subía a finales del 20, donde todo parecía que subía, esos 25 dólares podían convertirse en una inversión que producía 200, ó 300 dólares.

Así que el préstamo de dinero para comprar en Bolsa, se convirtió en una parte importante de la economía estadounidense.

De hecho, a finales de los años 20, casi 40 centavos de cada dólar que se prestaban era para acciones.

Esta entrada enorme de dinero prestado en el mercado de valores, creó más demanda de acciones, lo que subió los precios.

En 1928, el mercado subió casi el 50% en solo 12 meses. Y como la bolsa seguía subiendo, cada vez más inversores pedían dinero prestado para conseguir un troza de pastel.

Uno de ellos fue el limpiabotas Pat Bologna.

 “Mi padre no tenía demasiado dinero en la Bolsa, me dijo que en aquella época tenía unos 6,000 dólares en efectivo, pero recuerdo  que los 6,000 en efectivo se traducían en muchas acciones, porque en aquella época solo tenias que poner un 10% del crédito, ó sea que con 6,000 dólares, podías tener 60,000 en acciones”.

W.S. estaba ansioso por conseguir nuevos clientes. Había un grupo de posibles inversores a los que W.S. siempre había ignorado, pero ahora quería su dinero.

Hasta la década de los 20, las mujeres habían tenido un papel muy limitado en la Bolsa. En parte era en gran parte por prejuicios por razón de sexo, se les consideraba incapaces de tener la sangre fría necesaria para especular en el mercado.

Pero en la década de los 20, la popularización de la Bolsa llegó a un buen número de mujeres.

Los años 20, fueron una época estupenda para las mujeres, dieron un paso adelante, empezaron a asumir el control de su propio dinero, se matricularon en la Universidad en un número record en los años 20, y empezaron a interesarse también por la Bolsa. Era la forma de conseguir su propia riqueza.

Una de esas inversoras fue una fotógrafa pionera de New York, llamada Alis Hostin, que vivía al otro lado del rio frente a W.S.

“Había llegado a esta casa con tan solo dos meses de edad, era inteligente, era aventurera. Cuando cumplió once años, le regalaron una cámara, algo que en aquella época era un invento nuevo, e inmediatamente se puso a usarla”.

A lo largo de los años sacó unas 8,000 placas negativas, lo que la convierte en uno de los primeros fotógrafos de los EE.UU. y de los más prolíficos.

Gracias a la herencia de su abuelo, Alis había llevado un estilo de vida cómodo, pero en la década de los 20, su fortuna había menguado y se vio tentada por la promesa de dinero fácil de W.S.

Alis, descubre que va escasa de fondos y se pregunta qué puede hacer, sus amigos le aconsejan ser conservadora, reducir gastos, tal vez no ir a Europa, no comprarse coche, pero Alis conoce a un corredor de Bolsa, que le aconseja que nada de eso, que compre acciones, que se haga rica rápido.

Le dice que puede prestarle dinero para que compre más acciones todavía a crédito, y a Alios le pareció una buena idea.

Durante la subida de los mercados en la década de los 20, el partido Republicano estuvo en el poder, detrás de la creciente prosperidad de los EE.UU. Caldin Coulich llegó a la presidencia en 1923, él también era inversor, y guardó silencio sobre la locura especulativa que se había apoderado de W.S.

Caldin Coulich ejemplifica el tipo de imprudencia y despreocupación que reinaba en los años 20, fue famoso porque dijo que, el negocio base de los EE.UU. eran los negocios.

Fue un periodo próspero, los negocios generaban dinero, W.S. ganaba dinero, los políticos se limitaban a decir “Todo va bien, la economía crece, el mercado se encarga bastante bien de todo, y la labor del Gobierno consiste en no estorbar”.

Durante la presidencia de Coulich, el poder de W.S. siguió creciendo sin control, su administración tenía contactos estrechos con un grupo de elite de banqueros y financieros, el círculo intimo de W.S.

Su riqueza y contactos les otorgaban una inmensa influencia sobre la política económica del Gobierno.

Había sociedades pequeñas, privadas, elitistas, eran como la realeza de W.S. eran lugares muy discretos y misteriosos. Eran firmas pequeñas con capital limitado pero que ejercían un enorme poder.

La más prestigiosa de estas firmas de elite era la banca J.P. Morgan, estratégicamente situada justo frente a la Bolsa, jugaría un papel clave en los acontecimientos futuros.

Como socio más antiguo de J.P. Morgan, Tomás Lamón era el hombre más poderoso de W.S., su influencia se extendía mucho más allá de New York.

Lamón y los demás socios de J.P. Morgan hablaban de forma regular con los sucesivos presidentes.

  “Edward Lamón, mi abuelo era un hombre muy ocupado y no tenía tiempo como hacen otros abuelos para llevar a su nieto a un partido de beisbol, a pescar ó cosas así.

“El estilo de vida de mi abuelo, desde luego su estilo muy elegante, de eso no hay duda, tenía un yate de 20 metros de eslora, era un yate muy bonito con el que a menudo descendía el rio desde su casa para ir a trabajar en barco por el rio, hasta W.S., y desde ahí iba andando hasta el barco.”

Bajo la dirección de Lamón, J.P. Morgan se mantuvo al margen de los peores excesos del mercado de valores.

Pero la estrecha relación entre los banqueros de elite y los políticos, ayudó a que el Gobierno redujera el control de W.S. al mínimo.

Los especuladores aficionados, estaban paralizados de asombro ante la subida de sus inversiones, pero no eran conscientes de cómo funcionaba realmente W.S.

Ante la escasa supervisión del Gobierno, el mercado tenía una propia ley y era habitual el uso de información privilegiada.

Había una gran manipulación del mercado, no había ninguna transparencia y cuando W.S. era muy pequeño e independiente, daba igual, pero cuando las personas como Ted y yo empezamos a poner en el mercado el dinero que tanto nos había costado ganar, empezó a importar.

La Bolsa de los años 20, no era justa ni democrática, era un gran casino dirigido por especuladores profesionales.

Los pequeños inversores, apostaban los ahorros de toda una vida, y no se daban cuenta que las apuestas estaban en su contra.

Hombres como Josep Kennedy, no hicieron fortuna simplemente cogiendo las mejores acciones, la realidad es que se aprovecharon de la ingenuidad y la credulidad de los novatos.

Un puñado de especuladores asignados se reunía y de forma coordinada, empezaba a comprar lenta pero implacablemente unas acciones concretas, lo que hacían era inflar el mercado de una acción concreta, comprarla y después bajarla en el mercado, de modo que ellos se llevaban el beneficio, mientras que el personal medio, que había comprado esas acciones, se quedaba con las perdidas.

Incluso algunas casas de inversión de la elite de W.S. participaron en esta manipulación del mercado.

En marzo de 1929, tomaba posesión un nuevo presidente Republicano Herver Hoover, que en su discurso alertó a sus conciudadanos:

 “Hemos alcanzado el mayor nivel de comodidad y seguridad que se haya conocido jamás en la historia del mundo.”

Pero en privado, su confianza era menor, Hoover, es escéptico sobre lo que ocurre en W.S., y en la economía en general, pero no tiene el valor político para aplicar sus convicciones y cuando es presidente, no hace nada para frenar este salvaje fervor especulativo.

No hace nada por animar la Reserva Federal y el Tesoro para limitar el margen de especulación en la Bolsa.

En privado Hoover, hablaba de una orgia de especulación pero al igual que su predecesor Coulins, no estaba dispuesto a regular el mercado.

Sin embargo Hoover no era el único que temía que la burbuja de la Bolsa estuviese a punto de explotar. Después de su discurso de toma de posesión, un eminente y respetado banquero Paul Bourbg, rompía filas con la aristocracia de W.S. y lanzaba un tímido aviso.

Si se permite que las orgias de especulación desenfrenada vayan demasiado lejos, el colapso final sin duda traerá una depresión generalizada que afectara a todo el país.

Mi bisabuelo, dio un aviso en marzo de 1929, llegó a usar la palabra depresión, pero no le hicieron callar, lo ignoraron, lo consideraron un aguafiestas y le decían, “No, no, todo va bien”.

Todo el mundo estaba ganando dinero y pasándoselo muy bien en la fiesta, y cuando la situación en el mercado es alcista y una persona dice que está sobre valorado y que hay que tener cuidado, nadie la escucha.

Las predicciones de Bourbg cayeron en oídos sordos, y entre mayo y septiembre de 1929, sesenta nuevas empresas se unieron a la Bolsa de New York, añadiendo más de cien millones de acciones al mercado y alimentando la burbuja inversora.

Cuando ocurre siempre dicen lo mismo, esta vez es diferente, es un mundo financiero diferente, es un mundo nuevo.

DE hecho Groucho Marx se reunió con su corredor en un momento dado y le dijo “No entiendo como los precios siguen subiendo”, y su brooker le contestó, “Bueno debe comprender que ahora estamos en una economía mundial”.

Y esto fue en 1928, ¿hemos oído eso alguna vez desde entonces?

Algunos especuladores profesionales notaron que el mercado se estaba recalentando, los más astutos se salieron durante el verano.

Un día, al parecer John Kennedy según sus propios recuerdos dijo: “Si el limpiabotas sabe tanto como yo del mercado de valores, tal vez es hora de que yo lo deje”.

En septiembre el mercado se había vuelto más volátil todavía. En privado el malestar del presidente Hoover aumentaba.

Hoover siguió haciendo averiguaciones entre sus amigos de W.S., les preguntó si debería preocuparse y recibió un informe de T. Lamon, que era el socio más antiguo de J.P. Morgan y Cie.

“Mi abuelo le dijo en una carta que el mercado se corregiría solo y que no había  necesidad de que el gobierno interviniese de ninguna manera en el mercado”.

Lamon tranquilizó a Hoover y le dijo que no había motivo para preocuparse, y el informe acababa con la frase “el futuro se presenta brillante”.

Cinco días después, la Bolsa se desplomaba.

Nadie sabe que provocó la repentina pérdida de confianza que se produjo al final del miércoles 23 de octubre. Pero de repente una brusca caída en las acciones del sector del automóvil provocó un frenético negocio de última hora. Se vendieron millones de acciones de repente.

Al día siguiente comenzaba el gran crack de 1929.

El 24 de octubre de 1929, el “jueves negro” puede considerarse el comienzo del crack, hubo una tremenda caída que asustó a mucha gente.

Es imposible subestimar la conmoción, una sensación de sorpresa e incredulidad, la gente siente pánico porque el mercado cae, cae, y cae.

Desesperadas por conseguir alguna noticia     miles de personas se congregan en los alrededores de la Bolsa. Había muchísima gente, muy enfadada, con la mirada fija. Eran personas arruinadas, las autoridades locales están tan alarmadas  que envían a 400 policías montados, temerosas de que se produzca una especie de toma de la Bastilla de la Bolsa.

Dicen que había un murmullo muy extraño en el aire, que había un extraño ruido fantasmal que debían ser las voces humanas de todas aquellas personas compartiendo sus preocupaciones.

La reacción popular fue: “Esto no puede estar sucediendo”.

Un visitante  de Gran Bretaña, estuvo también allí aquel día, Wiston Churchil había invertido gran parte de su dinero en la Bolsa estadounidense, y había decidido hacer una visita.

“Me encontré caminando por W.S. en el peor momento de pánico y un perfecto extraño que me reconoció me invitó a entrar en el parquet de la Bolsa, esperaba encontrarme con un pandemonio, pero el sorprendente espectáculo que vieron mis ojos fue de sorprendente calma y orden. Los mil doscientos miembros del Mercado de Valores iban caminando de un lado para otro, como en una película  a cámara lenta de un hormiguero”.

“Se ofrecían unos a otros enormes libretas de valores a un tercio de sus antiguos precios”.

Churchil perdería una fortuna en el Crack de aquel día. Fuera la multitud seguía esperando noticias.

Los rumores no hacían más que aumentar el pánico.

En cuanto se produce el Crack, el verdadero problema es la confianza, cuando se pierde toda la confianza en la economía, valores buenos y malos van de la mano, y la elite inversora tiene grandes problemas para intentar restaurar esa confianza, para convencer a la gente que la economía y la Bolsa son seguras.

Los banqueros sabían que tenían que hacer algo para evitar un colapso financiero total.

Un periodista del Times, siguió el desarrollo de los acontecimientos.

“La muchedumbre era cada vez más numerosa y ruidosa y de repente se formó un remolino, un hombre en mangas de camisa se abrió camino por la calle en dirección a las oficinas, y poco después supimos a que había ido”.

Charles Michel había sido convocado a una reunión a las oficinas de J.P.Morgan, a la mesa se sentaban otros cuatro banqueros importantes, entre ellos Richard Widmi, vicepresidente de la Bolsa de New York.

Era algunos de los hombres de negocios más ricos de EE.UU. que representaban unos 6,000 millones de dólares en valores. Presidia la reunión Tomas Lamon.”

Creo que fue un gran choc para mi abuelo, el no había previsto que pudiera producirse un Crack tan tremendo como aquel.

Mi abuelo convocó una reunión en su oficina en el 23 de W.S. a algunos de los banqueros más importantes de la ciudad para intentar de encontrar la forma de frenar la caída de la Bolsa que se desmoronaba.

Elaboraron un plan para inyectar 250 millones de dólares (180 millones de €), esos fondos se usarían para respaldar una lista de valores clave.

A la hora de la comida Richard Widmi cruzó la calle y volvió al parque de la Bolsa.

Con una enorme inyección del dinero de los banqueros, Richard Widmi confiaba a poner en marcha el mercado. Widmi se acercó al mostrador donde se vendían acciones de U.S.Stil y compró 25,000 acciones de la acerería a un precio muy superior al que estaban vendiendo entonces.

Después hizo recorridos similares por otras empresas fiables y cerró compras parecidas. La idea era que así se restablecería la confianza de todo el mundo en el mercado.

Otros grandes titanes financieros del momento como Rockefeller hicieron compras similares con la esperanza de que este acto simbólico hiciera cambiar la marea.

Y funcionó, tal era el poder mágico del nombre de Widmi y del nombre de Morgan, que de repente la Bolsa empezó a subir.

Para entonces ya se había filtrado la noticia de la reunión y los periodistas intentaban desesperadamente de conseguir información.

“Mi abuelo se reunió con un grupo de periodistas que se habían congregado en W.S. junto a la oficina de su banco. Su estilo era permanecer siempre tranquilo y nunca decir nada, bueno, que pudiera erosionar la confianza de la gente en la Bolsa.”

El Sr. Lamon, con su cabello plateado era como el hombre que sube al escenario cuando el teatro está en llamas y conmina a todo el mundo a mantener la calma y repite que no hay que alarmarse.

 “Se ha producido una pequeña vorágine de ventas en la Bolsa y hemos tenido una reunión para analizar la situación. Hemos descubierto que no hay ninguna casa de corretajes en dificultades y que los créditos se mantendrán satisfactoriamente.”

Mi abuelo y muchos otros creyeron que lo peor había pasado, pero se equivocaban completamente. Durante el fin de semana pareció que la intervención de los banqueros había funcionado, las transacciones del viernes y del sábado por la mañana fueron tranquilas y sin incidentes.

El presidente Hoover también intentó calmar los nervios repitiendo un mantra que también se ha usado en otros desplomes de la Bolsa desde entonces.

“La actividad fundamental del país es la producción y distribución de bienes se apoya en una base sólida y próspera”.

Pero en las oficinas del distrito financiero, reinaba el caos total.

“No olvidemos lo primitiva que era la tecnología entonces, se hicieron tantas transacciones el 24 de octubre que las maquinas tardaron cuatro horas en imprimirlas todas una vez que cerró la Bolsa.

La máquina saturada de información iba horas por detrás de las transacciones y resultaba completamente inútil.

Durante toda la noche las luces resplandecían en las ventanas de los rascacielos de las oficinas, donde corredores a crédito y contables se enfrentaban a la desesperada tarea de cerrar los negocios de un día, antes de que comenzara el siguiente.

Se desmayaban sobre sus mesas , los mensajeros caían exhaustos sobre los suelos de mármol de los bancos y se quedaban dormidos.

El lunes las máquinas se habían quedado sin cintas para imprimir las cotizaciones y los inversores desesperados por conocer los últimos precios de las acciones colapsaban las líneas telefónicas entre New York y otras ciudades.  Muchos especuladores empezaban a descubrir las desventajas del crédito fácil y la compra de valores a crédito.

Un número significativo de personas que compraban acciones en los años 20, lo hacían con dinero prestado.

Y por supuesto la ventaja de comprar acciones con dinero prestado es que las ganancias son tremendamente rápidas y cuantiosas cuando la Bolsa sube. Pero por supuesto cuando bajan, toda la maquinaria se invierte, y en ese momento las pérdidas también son cuantiosas.

Quienes habían pedido dinero prestado para comprar acciones, ahora ten ian que cubrirlo, y esto es algo que no había ocurrido nunca, porque el Mercado siempre había subido. Habían invertido 25 dólares por cada 100 de acciones pero ahora las acciones han bajado y lo que ocurre es que los corredores que han hecho esos préstamos les preocupa no recuperar su dinero, le reclaman a la gente más efectivo ó se venderán sus acciones. 

“Su cuenta necesita 600 dólares, sino recibimos esa cantidad antes de las 13H.del martes, venderemos todos los valores de su cuenta. Consideren este documento una notificación.”   

Y eso era algo muy difícil de conseguir, alguna gente no tenía dinero en efectivo para aportarlo, pero los corredores no podían aguantar.

Y el lunes, el Mercado empezó a caer y de forma más pronunciada que el lunes. Este sería uno de los peores días de la Bolsa de los EE.UU.

“En 1929, cuando se desplomó la Bolsa, yo era una niña que solo tenía 7 años (Vera Pillitier), sin embargo recuerdo claramente  algunos de los detalles de aquel día.

No habían muchos medios de comunicación y cuando ocurría algo extraordinario los periódicos  sacaban un extra que valía 2 centavos.

Los niños con aquellas gorras de viseras iban por las calles gritando “extra, extra, léanlo todo sobre la noticia” e invariablemente alguien salía de casa y bajaba a la calle compraba el diario por 2 centavos  y leíamos lo que ocurría. Y así fue como nos enteramos del Crack.

“Aquellos días Vera estaba con una amiga de la familia y llegó la noticia de que la tía de su amiga lo había perdido todo. Aquella señora menuda lloraba en silencio, no hacía más que retorcerse y retorcerse las manos e iba de habitación en habitación.”

“Eso es todo lo que recuerdo de aquel día.”

El martes por la mañana  (29 octubre) algunos de los nombres más famosos de la economía estadounidense vieron como se desplomaba el precio de sus acciones Stil, Radio, General Motors, acciones que habían sido símbolos de los años de prosperidad.

El martes se produjeron tremendas oleadas de ventas, esta vez las ventas eran tan numerosas y tan implacables que no hubo ninguna reunión a la hora de la comida en J.P. Morgan.

Claramente el volumen de las ventas superaba cualquier posibilidad de que los banqueros intentaran aplacar la tempestad.

La tarde noche del martes, todas las acciones estadounidense valían un 22% menos que a la apertura del mercado el lunes por la mañana. En 36 horas se había perdido el 22% del valor de la industria estadounidense.

Hoover era el presidente, él y A.Melón, el secretario del Tesoro estaban  muy a la derecha y creían que no era competencia del Gobierno intervenir en esto. Creían en el puro capitalismo sin trabas, de modo que hicieron muy poco ó nada para aliviar el Crack.

Dijeron que se resolvería solo, el mercado se desplomó muy rápidamente y mucha gente se fue con el, fue muy doloroso.

Casi todo el mundo perdió dinero como ha ocurrido ahora.

Se calcula que a la conclusión de estos cinco días de negocio, 25,000 millones de dólares de riqueza personal simplemente habían desaparecido.

“La Bolsa sigue cayendo sin fin, hay órdenes de venderlo todo, calculo que me quedaran unos 500 si tengo suerte. Un mil de final a un beneficio potencial que no hace cuatro meses rondaba los cien mil dólares.” 

Al menos me digo a mi mismo, al menos lo he perdido todo en el mayor pánico de la historia.

“Yo tuve mucha suerte, nunca me quedé sin trabajo, me bajaron el sueldo, afortunadamente mis jefes eran gente muy rica. Cuando me lo dijeron me preguntaron ¿Porque sonríes? Y les dije es que creía que me iban a despedir”.

Quienes se lo podían permitir afrontaron sus pérdidas con humor negro.

Otro artista que había apostado y perdido era Groucho Marx, su especulación imprudente le costó todo lo que había ganado.

El destino de la fotógrafa Aris Hostin fue el típico de quienes se habían acercado al mercado sin darse cuenta de los riesgos. Básicamente lo perdió todo entre el 29 y el 30 su cuenta se quedó a cero eso fue un shock para Aris. Imagino que no se lo creía, como mucha gente no se lo creía, piensa que solo tiene que esperar un poco y el mercado se recuperará, y siguió viviendo como si fuera rica. Alis hipotecó  su casa, no para pagar sus deudas sino porque quería hacer un viaje elegante po Europa.

“Mi padre lo perdió todo, lo perdió todo pero renia 22 años, así que se lo tomo con filosofía.

Cuando tienes 22 años no es tan dramático, la gente que lo rodeaba eran más establecidos y con 50 y 60 años y han perdido sus ahorros de toda su vida y han sentido un pánico absoluto.”      

No todo el mundo pudo asumir sus pérdidas, aunque el número de suicidios se hay exagerado, a algunos les pareció la única salida.

“Sé que hay historias de gente  que en W.S. abrió las ventanas de su oficina y saltó, eso ocurrió realmente, no es una leyenda urbana, hubo gente que se suicidó.

Personas que habían trabajado 30 y 40 años en W.S. que habían amasado fortunas en apenas unos días, lo perdieron todo.”

Lo siento no he podido devolver los libros hasta ahora, pero la situación en el distrito financiero nos ha tenido muy ocupados.

Ayer una mujer salto desde el tejado de nuestro piso, 44 pisos, pasó por nuestra ventana, vi su cuerpo tendido en la calle, y la imagen me pareció tan horrenda que me puse enfermo.

Los efectos del catastrófico Crack de W.S. se dejaron sentir por todos los EE.UU., incluso aquellos que nunca habían tenido acciones, que nunca se habían beneficiado de la prosperidad de la Bolsa, también se convirtieron en victimas.

El Crack había socavado la confianza de los estadounidenses en su frágil sistema bancario formado por miles de pequeños bancos que carecían del Tamayo y la reputación para convencer a sus clientes de que su dinero estaba a salvo. A medida que se hundía la confianza en la economía, comenzaba el efecto domino.

“En 1931, más de 2000 bancos habían quebrado. Tras el Crack, los bancos cerraron, y eso nos afectó más seriamente. Me refiero a la gente de mi nivel, muchos teníamos dinero en el banco, un poco, un par de cientos de dólares, mil tal vez. Entonces no había infraestructura, no había un Fondo Federal para garantizar los depósitos de las gentes, no había forma de respaldar a los bancos, si los bancos se habían equivocado, tú como cliente pagabas.”

Querías usar tu dinero y ya no estaba allí.

Vean, la gente se enteraba de que determinado banco no era solvente y empezaba a preocuparse por su propio banco, retiraba fondos y la situación se convertía en un terrible círculo vicioso. Cerca de 3000 bancos cerrarían en los dos años siguientes.

Y entonces, todo el sistema financiero parecía no solo inestable sino también inútil. Después de aquello, cuando la gente ahorraba dinero desconfiaba de los bancos y lo guardaba en el colchón.

La caída de la Bolsa en 1929, no generó la Gran Depresión, pero inició una cadena de acontecimientos que culminarían en la Gran Depresión.

Esto les sonará familiar, pero los bancos le estaban prestando dinero a la Bolsa, las empresas estaban prestando dinero, los corredores también prestaban dinero y cuando los precios cayeron, todo ese dinero desapareció  casi inmediatamente, las empresas empezaron a pasar apuros , a tener escasez de capital, a notar el dinero perdido empezaron a prescindir de gente, a despedirla.

Se produjeron bancarrotas en masa, una crisis de liquidez exactamente igual a la que hubo, tenemos hoy. Es decir que todo tipo de negocios eran incapaces de conseguir préstamos para mantenerse a flote.

Aunque se tratase de negocios totalmente solventes no consiguieron créditos a corto plazo para pagar a sus empleados, para comprar más productos, para pagar a sus proveedores, y empezaron así las bancarrotas. Y a medida que se producían las bancarrotas, la gente se quedaba sin empleo, y al no haber trabajo caía la demanda. Y eso es lo que causa un daño traumático a la sociedad, tan traumático que en el caso de la Memoria estadounidense solo es superada por la Guerra Civil, como el momento más trágico de la Historia de los EE.UU.

“Mi padre tenía una agencia de corretajes de valores relativamente modesta. Una noche durante la cena, mi padre dijo que había tenido que despedir a un empleado, yo muy arrogantemente dije - bueno ya encontrará otro empleo, no - . Mi padre me contestó - ¡No!, es un hombre mayor y no muy preparado, no creo que lo encuentre- y entonces mi padre se echó a llorar.

Fue la primera vez que vi llorar a mi padre.

Se produjo un gran cambio en nuestras vidas y en las personas que nos rodeaban después del Crack.

Muchos de los padres de mis amigas perdieron su trabajo y no pudieron pagar el alquiler, los desahuciaron. La pobreza nos rodeaba, la gente no tenia ropa, iban con harapos, literalmente con harapos, se envolvían los pies con papeles y cartones, eso eran sus zapatos  improvisados para andar por la calle, y si te acercabas a Central Park veías aquella zona enorme con el estanque que había sido vaciado, con casas de cartón en donde la gente pasaba la noche.

Le llamaban Hoovervilles, porque así se llamaba nuestro presidente de entonces, y por supuesto de todo el Crack de la Bolsa sele culpaba a él, era algo lastimoso.

Como muchos otros la fotógrafa Alis Hustin tuvo problemas para el pago de una hipoteca durante la Gran Depresión.

Unos años después de comenzada la Gran Depresión a Alis Hustin se le acaba ekl dinero, no le queda nada, la echan de su casa, la llevan a un asilo para indigentes, y es un asilo digno de una novela de Dickens, donde vive un par de años.

Milagrosamente se descubre en sus fotografías, vendió unas cuantas a la revista Times y con eso consigue el dinero para cambiarse a una residencia de ancianos decente. En cierto sentido sus fotografías acuden a un rescate, la sacan de la pobreza y le conceden un año ó dos de vida decente.

Paul Bourbug, que con tanta precisión había predicho el Crack y la Depresión salvo el banco que dirigía del desastre, saliéndose de la Bolsa a tiempo, pero eso no le sirvió de gran consuelo.

Mi bisabuelo probablemente nunca recuperó el equilibrio personal después del Crack, que le llamaron la Casandra de W.S.. Creo que fue muy doloroso para él, todos recordamos que Casandra no solo veía el futuro, también estaba condenada a que la gente la ignorara, y creo que esto le causó una propia depresión.

No creo que dijera nunca “ Os lo advertí”, creo que sintió que era muy trágico, que toda esta depresión mundial podría haberse evitado ó esquivado al menos que no tenía que haber sido tan fuerte y creo que eso provocó su prematura muerte.

Murió en el último año de la presidencia de Hoover, cuando todavía no se veía el final.

Pero en 1932, doce años de gobierno republicano llegaba a su fin. El demócrata Roosevelt fue elegido presidente por mayoría abrumadora. Su primera tarea fue restaurar la confianza.

Visto como un salvador, Roosevelt prometió un “New Deal” para el pueblo estadounidense y regular el sistema financiero.

El nuevo presidente actuó rápidamente, garantizó los depósitos bancarios y promulgó leyes para obligar a los banqueros a operar bajo una estricta supervisión gubernamental.

El Comité de Asuntos Económicos del Senado inició una investigación del Crack, se prolongaría durante más de tres años, y las 10,000 páginas de informes desacreditarían la reputación de W.S.

El ambicioso abogado del Comité, Ferdinan Pecor retó a la elite bancaria a explicar su conducta.

“ Llama a los banqueros a testificar, y ¿Qué descubre?. Descubre que Charles Mitchel del National City Corporation, le había vendido acciones a su mujer para evadir impuestos.”

“Que Richard Widmi que tan valientemente había comprado el “jueves negro”, había perdido su dinero y tomado prestado el de su hermano, y cuando eso no le llegó, empezó a robarles a sus clientes. Acabó en la cárcel cumpliendo condena”.

El banco más prestigioso de los EE.UU. el J.P.Morgan tampoco quedó libre de culpa, la investigación descubrió pruebas de la existencia de una lista para ofrecer opciones preferentes sobre acciones, a amigos de las altas esferas, entre ellos un ex-presidente.

No estaban solo los socios de Morgan, ni los familiares de Morgan, habían también ejecutivos de empresas importantes, incluso algunos políticos.

Colbert Couldin figuraba en la lista de accionistas preferentes, desde luego, y esa era una práctica que mucha gente pensaba que estaba mal.

Ferdinard Pecor pronunció una gran frase: “Fue sorprendente el descubrimiento de los bajos fondos en las altas esferas".

Hoy, podríamos decir lo mismo.

En respuesta al escándalo público ante las malas artes de los banqueros, el presidente Rooselvet creó la Comisión del Mercado de Valores. Su tarea seria limpiar W.S., para presidirla eligió a un hombre que sabía más sobre prácticas no éticas, que la mayoría.

El presidente Rooselvet cuando presentó la Comisión del Mercado de Valores para regular W.S. nombró a su viejo amigo y colaborador John Kenedy para dirigirla.

Era como poner al zorro a vigilar a las gallinas.

Aunque Rooselvet restauró la confianza en el sistema bancario, la Gran Depresión duraría hasta el estallido de la II Guerra Mundial.

Entonces, igual que ahora la economía globalizada provocó que el Crack y su subsiguiente depresión se extendiera por todo el mundo.

En Gran Bretaña, se produjo una recesión en la producción y millones de personas perdieron su trabajo.

Alemania que todavía sufría las consecuencias de la derrota en la I Guerra Mundial sufrió más si cabe.

Mucha gente perdió los ahorros de toda su vida durante la Gran Depresión que avivó en muchos países el deseo de tener un gobierno autoritario que les salvase, que recatase a la economía.

No hay duda que el Crack y la Depresión refuerzan los movimientos anti-capitalistas. Los comunistas habían tomado el poder en Rusia, y los movimientos fascistas estaban en alza. Mussolini ya había llegado al poder en Italia y en Alemania se estaba fraguando la base política de Hitler.

Y cuando el estado de vida estadounidense basado en un capitalismo de mercado libre sufrió el Crack de W.S. y la Depresión posterior, salieron reforzadas las personas que pensaban que había una forma de vida mejor.

Mientras el comunismo y el fascismo prosperaban, muchas naciones ponían barreras para evitar el comercio libre y se encerraban en si mismas para intentar salvar sus economías.

El nacionalismo económico llevó a las guerras comerciales, y más tarde a la GUERRA.

Ochenta años después, quienes recuerdan la burbuja de los años 20 y el Crack posterior creen que ya han visto todo esto antes.

No creo que hayamos aprendido nada. Me he dado cuenta de que la gente tiene muy mala memoria.

Siguen practicando compras a plazos, financiadas con deuda, sin pararse a evaluar los riesgos.

Tenemos muchos créditos baratos como en los años 20, con los créditos baratos la gente ha especulado con la vivienda y ahora la burbuja inmobiliaria ha reventado.

Tenemos a un consumidor estadounidense habituado a la compra a plazos, endeudados hasta las cejas y que no pueden hacer frente a esa súper-deuda. La crisis de las hipotecas sub-prime ó hipotecas basura, es un síntoma de ello.

En los 80 y 90 había renacido la confianza en el mercado libre, y con la vuelta del optimismo muchas de las reglamentaciones financieras introducidas por Roosevelt se consideraron anticuadas y se fueron suprimiendo poco a poco.

Una vez más un mercado poco regulado permitió que la especulación creciese sin control.

Estamos cosechando las tempestades de esa des-regulación, estamos exactamente en la misma posición que estaban en 1929, cuando el gobierno miró para otro lado ante lo que ocurría en el mundo financiero.

“Lo que espero y creo, es que el Gobierno ha aprendido la lección e intenta dar pasos mucho más activos y mucho más agresivos que los que se dieron  en la década de los 30, para intentar frenar el sufrimiento y el declive.”

“La esperanza es que esos pasos funcionen, pero las lecciones del Crack de 1929 indican que la historia se repite, que la locura y la avaricia humana, son fuerzas que pesan mucho más en los asuntos económicos, que la razón y la moderación”.

       Transcrito por César Llorca el 22 de Noviembre de 2013 de un Documental sobre el Crack de 1929.

 

 

 

 

 

                                                     

 

 

 

 

 

 




 
 
 


 

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