sábado, 5 de marzo de 2016

¿TENEMOS FASCISTAS EN ESPAÑA?


         ¿TENEMOS  FASCISTAS  EN  ESPAÑA?

La falta de cultura en los pueblos siempre llevó  a simplificaciones ó a cometer errores históricos.
En nuestro país, el fascismo se suele identificar con Franco, y por extensión, fascista se utiliza como sinónimo de reaccionario y, a tontas y locas, como insulto contra el adversario político.
Me lo dirán a mí, que hasta mis oídos han llegado calificaciones de mis artículos por “mis antiguos camaradas”, por no pensar como ellos siguen pensando.
Utilizar el uso de esa fraseología, cuando no del insulto, me viene a recordar que el insulto, siempre es la falta de argumentos del insultador, como recurso por no tener ni la capacidad de analizar una realidad concreta, y que además demuestran su analfabetismo cultural políticamente hablando, para poder establecer la controversia de pareceres, legítimo y saludable practica de seres civilizados.
Utilizando el uso del término fascista, hace al final que quienes lo practican ignoran muy frecuentemente, la carga ideológica y las prácticas políticas que define y que a la mayoría se le escapa, el carácter fascista de movimientos y de líderes que actualmente en España, empujan –de mala manera – para hacerse con el poder y que hasta la fecha siguen siendo presentados por determinados medios informativos, como productos rabiosamente modernos.
Desde ese punto de partida, falso por supuesto, se intenta y hasta se consigue al menos hasta ahora, que una cierta mayoría llegue a una conclusión errónea.
Si estos partidos son nuevos, -dicen algunos-, no pueden ser fascistas. Craso error. Porque una cosa es la realidad palpable y otra la lógica.
Una es un muro que se tiene delante, todo un rosario de recortes y austeridades que nos han complicado y empobrecido la vida, que nos ha mandado el Estado de Bienestar casi, casi a paseo, que es con la que te puedes pegar una hostia si no haces nada para salir de esa situación.
Y la otra, es una forma de discurrir, de analizar aunque cada cual puede hacerlo como le venga en gana, pero respetando la realidad objetiva en cada momento determinado, sin utilizar el imaginario observatorio que siempre suelen ser de corto alcance, cuando no están las lentes empañadas por la niebla de la incertidumbre.
Que Europa está en crisis, ya lo sabemos, una profunda crisis económica y social. Pero yo quisiera recordar, que ese es el clima perfecto que antaño hizo posible el surgimiento del fascismo y de que floreciese hasta que la II Guerra Mundial los barriese en Alemania e Italia.
Ahora, en una situación de crisis similar al Crack del 29 y la Gran Depresión de los años 30, vemos como en Francia, Marine Le Pen y su Frente Nacional recogieron su cosecha  hace poco en el país de la Revolución de 1789, en el país de la LIBERTE, la Igualdad y la Fraternite, en Grecia es Amanecer Dorado, los neo-nazis griegos los que ya ocupan escaños en su Parlamento y en el Parlamento Europeo.
Y recientemente el primer ministro de Hungría, ha “brillado como defensor del nacionalismo xenófobo” negando la entrada en su país de refugiados sirios.
Pero para no salirse de nuestra piel de toro. España también tiene un fenómeno fascista y cuyos dirigentes se frotan las manos porque en las próximas elecciones piensan recoge millones de votos. “Asaltar el poder”.
En esta etapa que estamos viviendo tras el 20 D y los resultados pluripartidistas surgidos de las urnas, hemos podido comprobar como Ciudadanos y su líder Albert Rivera, nos han dejado bien claro – y para mí no hay lugar a dudas – de la ideología radicalmente liberal y de derechas de su partido.
Algunos le podrán poner el epíteto de fascista en sentido peyorativo, que no literal. Pero la verdad siendo rigurosos, Albert Rivera no responde al perfil del “niñato fascista” y la ideología de su partido no coincide exactamente con los objetivos y medios que al fascismo definen.
Con ocasión del periodo de consultas entre los partidos en la búsqueda de acuerdos para la investidura de Pedro Sánchez, el acuerdo alcanzado entre el PSOE y Ciudadanos creo que ha confirmado, quien es quien. Desde luego, en la firma de ese acuerdo yo no he visto ningún fascista. Y no sé si entre los no firmantes se podrá decir lo mismo.
En España solo hay un partido que se guía por los principios del fascismo, en el sentido estricto, con un líder que exhibe las características del líder fascista de manual, y que pretende asaltar el poder con medios típicamente fascistas adaptados a las exigencias actuales. Este partido es Podemos y el líder Pablo Iglesias.
Si dejamos ahora la historia – que es muy sabia – y la teoría política y económica para otros ratos. Si analizamos el comportamiento de Pablo Iglesias y Podemos, encajan en su ideología y en sus prácticas, con el movimiento que convulsionó el panorama político en la Europa de entreguerras. El acceso de Hitler en Alemania y de Mussolini en Italia son las referencias más claras y evidentes de aquella época.
Ideológicamente el fascismo se sitúa por encima de la derecha y la izquierda: Rechaza el liberalismo económico de la derecha, y rechaza el socialismo de la izquierda radical. Desde ese lugar, libre de ataduras, el fascismo compone un sistema nuevo a base de retales, que va recogiendo de aquí y de allá con aportaciones propias que varían según lo que cada líder y colaboradores tengan en la cabeza.
Los fundadores de Podemos, arrancan llevando en la mochila las convicciones ideológicas del comunismo hasta que se encuentran en un escenario que no se esperaban. La mayoría de los españoles, como la mayoría de los europeos, no quieren saber nada de una izquierda radical anticapitalista que quiera destruir el sistema para instaurar un estado totalitario que dirija sus vidas.
El ejemplo de la trayectoria de IU desde su fundación a pesar de sus reiteradas refundaciones, sus planteamientos radicales y extremistas que no han cambiado, no han conseguido tener una influencia real entre los ciudadanos, los españoles no han votado nunca sus comportamientos maximalistas y su anti – socialismo.
Las personas piensan en el bien de sus familias. No quieren vivir en una sociedad que a todos nos uniforme con el modelo Mao, y en la que todos vivan como pobres. Queremos que el Estado nos garantice los servicios necesarios que nos permita una vida digna, y la igualdad de oportunidades que nos permita soñar con una vida mejor.
Pablo Iglesias y los suyos, aún no se han dado cuenta de que una cosa es indignarse contra la política liberal y la austeridad dictadas por la Unión Europea y concentrarse a protestar en una plaza y organizar asambleas para que todos puedan opinar sobre el tipo de Estado que quieran, el tipo de economía, el tipo de sociedad; y otra cosa muy distinta es incorporarse a la contienda electoral aspirando a pescar el mayor número posible de votos.
El pragmatismo se impone. Los fundadores de Podemos tiran sus mochilas y sacan sus antenas para escuchar que quieren los votantes. Y es así como Pablo Iglesias acaba diciendo que lo de derechas e izquierdas es cosa de trileros.
Ellos ya no son de allá, son de donde les mande el barómetro – y ya se sabe que unas veces sube y otras baja – e incluso se equivoca al indicar el tiempo. Y es así como se van deslizando de un lugar a otro, hasta que descubren donde se tienen que parar hoy, que mañana no se sabe.
Los españoles no queremos extremos, y eso no es un invento mío, en todas las elecciones generales celebradas desde el inicio de la Transición, esa ha sido la orientación que con el voto han dicho los españoles. No se han pronunciado por extremos, sino por el centro  donde se ubica la estabilidad. Pero que nadie se confunda, el centro y la estabilidad no pueden ser neutros habiendo paro, pobreza, desigualdades, etc. injusticias con las que hay que acabar.
Para acabar con eso, la gente queremos políticas sociales y económicas generadoras de empleo. Luego ese Centro, es la socialdemocracia hoy, al menos, hasta obtener los votos que se necesitan para hacer posibles políticas más profundamente reformistas y transformadoras de la sociedad. Ese espacio lo ocupa hoy el PSOE.
Y ese espacio hoy debería ya ocuparlo un Gobierno con Pedro Sánchez como Presidente, si no fuese por el bloqueo de Mariano Rajoy y Pablo Iglesias.
En España no se puede llegar al poder a lo bestia, hay que pasar por las urnas. Cualquier cosa no vale hay que ser serios y ponerse a resolver los problemas de los españoles. Cosa que ni lo ha hecho el Gobierno de Mariano Rajoy, ni Pablo Iglesias ha demostrado su interés por eso. Lo suyo es ocupar poltronas y cuantas más mejor, y si las 200 propuestas que proponían el PSOE y Ciudadanos para empezar a resolver problemas no pueden aplicarse, pues a él le ha importado un pepino.
En estos momentos, de búsqueda del que puede ser investido Presidente del futuro Gobierno, al candidato socialista no se le puede acusar de corrupción y de mal gobierno porque es nuevo, pero técnicas tiene la propaganda que permiten convencer al personal de que Pedro Sánchez no tiene ni personalidad, ni nombre propio, para achacarle todos los defectos posibles además de los que “se puedan inventar” así como todos los males y epidemias que nos puede traer a España y a los españoles si es investido y forma un Gobierno de cambio, reformista y progresista.
Y ahí es donde Pablo Iglesias está demostrando estar a la altura de todos los líderes fascistas históricos y actuales. Libre de escrúpulos, en cada aparición pública arremete contra el enemigo de sus ambiciones, Pedro Sánchez, sin permitir que  el respeto a la verdad limite sus diatribas.
Ahora, y desde el 20 D, los españoles hemos podido comprobar el comportamiento de Pablo Iglesias que en lo fundamental ha estado en la línea que yo he denunciado en este artículo, además de las poses teatrales, frases machistas e insultos a barullo con que se ha despachado este “docto profesor”.
Además ha votado lo mismo con Mariano Rajoy, bloqueando e impidiendo con su NO a la investidura de Pedro Sánchez que las 200 propuestas del acuerdo alcanzado entre estas dos fuerzas no se puedan aplicar.
Así es Pablo Iglesias y Podemos, por lo tanto mejor un Gobierno sin él, y ni votarles por supuesto, si llegara el caso.
Con 40 años que tuvimos a Franco,  ¡Por favor no mas Caudillos!

                               5 marzo 2016

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