¿TENEMOS
FASCISTAS EN ESPAÑA?
La falta de cultura en los
pueblos siempre llevó a simplificaciones
ó a cometer errores históricos.
En nuestro país, el
fascismo se suele identificar con Franco, y por extensión, fascista se utiliza
como sinónimo de reaccionario y, a tontas y locas, como insulto contra el
adversario político.
Me lo dirán a mí, que
hasta mis oídos han llegado calificaciones de mis artículos por “mis antiguos
camaradas”, por no pensar como ellos siguen pensando.
Utilizar el uso de esa
fraseología, cuando no del insulto, me viene a recordar que el insulto, siempre
es la falta de argumentos del insultador, como recurso por no tener ni la
capacidad de analizar una realidad concreta, y que además demuestran su
analfabetismo cultural políticamente hablando, para poder establecer la
controversia de pareceres, legítimo y saludable practica de seres civilizados.
Utilizando el uso del
término fascista, hace al final que quienes lo practican ignoran muy
frecuentemente, la carga ideológica y las prácticas políticas que define y que
a la mayoría se le escapa, el carácter fascista de movimientos y de líderes que
actualmente en España, empujan –de mala manera – para hacerse con el poder y
que hasta la fecha siguen siendo presentados por determinados medios
informativos, como productos rabiosamente modernos.
Desde ese punto de
partida, falso por supuesto, se intenta y hasta se consigue al menos hasta
ahora, que una cierta mayoría llegue a una conclusión errónea.
Si estos partidos son
nuevos, -dicen algunos-, no pueden ser fascistas. Craso error. Porque una cosa
es la realidad palpable y otra la lógica.
Una es un muro que se
tiene delante, todo un rosario de recortes y austeridades que nos han
complicado y empobrecido la vida, que nos ha mandado el Estado de Bienestar
casi, casi a paseo, que es con la que te puedes pegar una hostia si no haces
nada para salir de esa situación.
Y la otra, es una forma de
discurrir, de analizar aunque cada cual puede hacerlo como le venga en gana,
pero respetando la realidad objetiva en cada momento determinado, sin utilizar
el imaginario observatorio que siempre suelen ser de corto alcance, cuando no
están las lentes empañadas por la niebla de la incertidumbre.
Que Europa está en crisis,
ya lo sabemos, una profunda crisis económica y social. Pero yo quisiera
recordar, que ese es el clima perfecto que antaño hizo posible el surgimiento
del fascismo y de que floreciese hasta que la II Guerra Mundial los barriese en
Alemania e Italia.
Ahora, en una situación de
crisis similar al Crack del 29 y la Gran Depresión de los años 30, vemos como
en Francia, Marine Le Pen y su Frente Nacional recogieron su cosecha hace poco en el país de la Revolución de
1789, en el país de la LIBERTE, la Igualdad y la Fraternite, en Grecia es
Amanecer Dorado, los neo-nazis griegos los que ya ocupan escaños en su
Parlamento y en el Parlamento Europeo.
Y recientemente el primer
ministro de Hungría, ha “brillado como
defensor del nacionalismo xenófobo” negando la entrada en su país de
refugiados sirios.
Pero para no salirse de
nuestra piel de toro. España también tiene un fenómeno fascista y cuyos
dirigentes se frotan las manos porque en las próximas elecciones piensan recoge
millones de votos. “Asaltar el poder”.
En esta etapa que estamos
viviendo tras el 20 D y los resultados pluripartidistas surgidos de las urnas,
hemos podido comprobar como Ciudadanos y su líder Albert Rivera, nos han dejado
bien claro – y para mí no hay lugar a dudas – de la ideología radicalmente
liberal y de derechas de su partido.
Algunos le podrán poner el
epíteto de fascista en sentido peyorativo, que no literal. Pero la verdad
siendo rigurosos, Albert Rivera no responde al perfil del “niñato fascista” y
la ideología de su partido no coincide exactamente con los objetivos y medios que
al fascismo definen.
Con ocasión del periodo de
consultas entre los partidos en la búsqueda de acuerdos para la investidura de
Pedro Sánchez, el acuerdo alcanzado entre el PSOE y Ciudadanos creo que ha
confirmado, quien es quien. Desde luego, en la firma de ese acuerdo yo no he
visto ningún fascista. Y no sé si entre los no firmantes se podrá decir lo
mismo.
En España solo hay un
partido que se guía por los principios del fascismo, en el sentido estricto,
con un líder que exhibe las características del líder fascista de manual, y que
pretende asaltar el poder con medios típicamente fascistas adaptados a las
exigencias actuales. Este partido es Podemos y el líder Pablo Iglesias.
Si dejamos ahora la
historia – que es muy sabia – y la teoría política y económica para otros
ratos. Si analizamos el comportamiento de Pablo Iglesias y Podemos, encajan en
su ideología y en sus prácticas, con el movimiento que convulsionó el panorama
político en la Europa de entreguerras. El acceso de Hitler en Alemania y de Mussolini
en Italia son las referencias más claras y evidentes de aquella época.
Ideológicamente el
fascismo se sitúa por encima de la derecha y la izquierda: Rechaza el
liberalismo económico de la derecha, y rechaza el socialismo de la izquierda
radical. Desde ese lugar, libre de ataduras, el fascismo compone un sistema
nuevo a base de retales, que va recogiendo de aquí y de allá con aportaciones
propias que varían según lo que cada líder y colaboradores tengan en la cabeza.
Los fundadores de Podemos,
arrancan llevando en la mochila las convicciones ideológicas del comunismo
hasta que se encuentran en un escenario que no se esperaban. La mayoría de los
españoles, como la mayoría de los europeos, no quieren saber nada de una
izquierda radical anticapitalista que quiera destruir el sistema para instaurar
un estado totalitario que dirija sus vidas.
El ejemplo de la
trayectoria de IU desde su fundación a pesar de sus reiteradas refundaciones,
sus planteamientos radicales y extremistas que no han cambiado, no han conseguido
tener una influencia real entre los ciudadanos, los españoles no han votado
nunca sus comportamientos maximalistas y su anti – socialismo.
Las personas piensan en el
bien de sus familias. No quieren vivir en una sociedad que a todos nos uniforme
con el modelo Mao, y en la que todos vivan como pobres. Queremos que el Estado
nos garantice los servicios necesarios que nos permita una vida digna, y la
igualdad de oportunidades que nos permita soñar con una vida mejor.
Pablo Iglesias y los
suyos, aún no se han dado cuenta de que una cosa es indignarse contra la
política liberal y la austeridad dictadas por la Unión Europea y concentrarse a
protestar en una plaza y organizar asambleas para que todos puedan opinar sobre
el tipo de Estado que quieran, el tipo de economía, el tipo de sociedad; y otra
cosa muy distinta es incorporarse a la contienda electoral aspirando a pescar
el mayor número posible de votos.
El pragmatismo se impone.
Los fundadores de Podemos tiran sus mochilas y sacan sus antenas para escuchar
que quieren los votantes. Y es así como Pablo Iglesias acaba diciendo que lo de
derechas e izquierdas es cosa de trileros.
Ellos ya no son de allá,
son de donde les mande el barómetro – y ya se sabe que unas veces sube y otras
baja – e incluso se equivoca al indicar el tiempo. Y es así como se van
deslizando de un lugar a otro, hasta que descubren donde se tienen que parar
hoy, que mañana no se sabe.
Los españoles no queremos
extremos, y eso no es un invento mío, en todas las elecciones generales celebradas
desde el inicio de la Transición, esa ha sido la orientación que con el voto
han dicho los españoles. No se han pronunciado por extremos, sino por el
centro donde se ubica la estabilidad.
Pero que nadie se confunda, el centro y la estabilidad no pueden ser neutros
habiendo paro, pobreza, desigualdades, etc. injusticias con las que hay que
acabar.
Para acabar con eso, la
gente queremos políticas sociales y económicas generadoras de empleo. Luego ese
Centro, es la socialdemocracia hoy, al menos, hasta obtener los votos que se
necesitan para hacer posibles políticas más profundamente reformistas y
transformadoras de la sociedad. Ese espacio lo ocupa hoy el PSOE.
Y ese espacio hoy debería
ya ocuparlo un Gobierno con Pedro Sánchez como Presidente, si no fuese por el
bloqueo de Mariano Rajoy y Pablo Iglesias.
En España no se puede
llegar al poder a lo bestia, hay que pasar por las urnas. Cualquier cosa no
vale hay que ser serios y ponerse a resolver los problemas de los españoles.
Cosa que ni lo ha hecho el Gobierno de Mariano Rajoy, ni Pablo Iglesias ha
demostrado su interés por eso. Lo suyo es ocupar poltronas y cuantas más mejor,
y si las 200 propuestas que proponían el PSOE y Ciudadanos para empezar a
resolver problemas no pueden aplicarse, pues a él le ha importado un pepino.
En estos momentos, de
búsqueda del que puede ser investido Presidente del futuro Gobierno, al
candidato socialista no se le puede acusar de corrupción y de mal gobierno
porque es nuevo, pero técnicas tiene la propaganda que permiten convencer al
personal de que Pedro Sánchez no tiene ni personalidad, ni nombre propio, para
achacarle todos los defectos posibles además de los que “se puedan inventar”
así como todos los males y epidemias que nos puede traer a España y a los
españoles si es investido y forma un Gobierno de cambio, reformista y
progresista.
Y ahí es donde Pablo
Iglesias está demostrando estar a la altura de todos los líderes fascistas
históricos y actuales. Libre de escrúpulos, en cada aparición pública arremete
contra el enemigo de sus ambiciones, Pedro Sánchez, sin permitir que el respeto a la verdad limite sus diatribas.
Ahora, y desde el 20 D,
los españoles hemos podido comprobar el comportamiento de Pablo Iglesias que en
lo fundamental ha estado en la línea que yo he denunciado en este artículo,
además de las poses teatrales, frases machistas e insultos a barullo con que se
ha despachado este “docto profesor”.
Además ha votado lo mismo
con Mariano Rajoy, bloqueando e impidiendo con su NO a la investidura de Pedro
Sánchez que las 200 propuestas del acuerdo alcanzado entre estas dos fuerzas no
se puedan aplicar.
Así es Pablo Iglesias y
Podemos, por lo tanto mejor un Gobierno sin él, y ni votarles por supuesto, si llegara
el caso.
Con
40 años que tuvimos a Franco, ¡Por favor
no mas Caudillos!
5 marzo
2016
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