Si
Don Ramón María del Valle Inclán y sus “esperpentos,”
que fueron una moderna concepción de la tragedia, levantara la cabeza, estoy
convencido que se volvía a morir asustado de la tragedia provocada por Carles Puigdemont y sus Consellers y aliados
de ERC, la CUP, Junts pel Si, y las organizaciones independentistas ANC y Ómnium.
Una tragedia, que ha culminado con la ilegal proclamación de la Independencia y
la República, aprobada por el pleno del Parlament catalán - con la ausencia de
los partidos constitucionalistas PP, PSOE y Ciudadanos-
Esta
ilegalidad manifiesta, ha encontrado la respuesta que merecía el cúmulo de
ilegalidades inmersas en el delito de sedición ó rebelión. La inmediata destitución
del President y su Govern, la disolución del Parlamente y otras medidas para la
recuperación de la normalidad democrática de las instituciones y la
convivencia, y la convocatoria de las Elecciones autonómicas para el próximo 21
de diciembre.
Durante
las expectativas y dudas del 26 y 27 por las contradicciones entre lo que iba a
suceder en el Parlament, lo que ha resultado
meridianamente claro es que:
Primero:
Carles Puigdemont ha sido un cobarde, - con más miedo que argumentos - al
permanecer callado en las sesiones del Parlament. Cobarde desde la cabeza a los
pies, porque no ha defendido lo que quería,
permaneciendo en el más absoluto silencio durante las dos sesiones de 26 y 27
del Parlament.
Segundo:
Esa cobardía, y dejar que fuera el Parlament quien decidiera las resoluciones
de Junts pel Si y la CUP, y que contemplaban de hecho la Independencia y la
República en Cataluña, han evidenciado su cobardía y la poca inteligencia que
hubiera demostrado, si hubiera procedido a la convocatoria de unas elecciones
autonómicas que hubieran paralizado la aplicación del artículo 155.
Tercero:
La dependencia de Puigdemont del proyecto y propuestas independentistas de
Junts pel Si, y la CUP que se votaron ilegalmente, no le ha eximido de ningún
modo, ni de la destitución de la que ha sido objeto - por la aplicación de las
medidas aprobadas por el Senado en virtud de la aplicación del artículo 155 de
nuestra Constitución- , ni de la actuación judicial, mediante la cual, la
fiscalía se querellará por el delito de Rebelión contra la Mesa del Parlament,
Carles Puigdemont y todo el Govern.
Cuarto:
Los grupos separatistas que pretendan impedir la aplicación de la ley, se van a
reducir a una minoría de liderazgos radicales de la CUP y Junts pel Si. Porque
tras la experiencia que han vivido una parte de la población con sus
manifestaciones y que han constatado las mentiras y falsedades del separatismo.
Van a aceptar las vías de normalización democrática de la convivencia, con la
convocatoria de las elecciones para el 21 de diciembre.
Quinta:
Las decisiones adoptadas por el Gobierno con el respaldo de los partidos PSOE y
Ciudadanos, en defensa de la Constitución, y las normas democráticas del Estado
de Derecho, van a abrirse paso en el camino emprendido, pese a que
previsiblemente se vayan a tener
intentos de boicotear la Ley.
Ahora
y durante el tiempo que media hasta el 21 de diciembre, es previsible que tanto
los partidos Constitucionalistas PP, PSOE y Ciudadanos, van a tener que desarrollar
una gran campaña electoral, donde – en mi opinión - el eje de esa campaña debería
ser la importancia de poder lograr mediante el voto de todos los catalanes, la recuperación
de la Libertad y el derecho a decidir en
una Cataluña no separada, sino esperanzada de la reforma Constitucional que la haga
posible en un Estado Multinacional.
Y
si la crisis que se ha vivido en Cataluña, ha servido para que la totalidad de la
sociedad catalana, haya reflexionado y niegue su voto el 21 de diciembre a los autores
de la gran fractura social y de los estragos económicos que se han producido. Cataluña
volverá a ser lo que fue, y que nunca se debía haber hecho, lo que el “Nacionalismo independentista” había logrado
con sus ilegalidades constitucionales: “La
ruptura de la Unidad Territorial de España”.
28 octubre 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario