miércoles, 30 de noviembre de 2016

¿QUE VA A SER DE MAYOR PODEMOS?



 
 
       ¿QUE  VA  A  SER  DE  MAYOR  PODEMOS?          
En el fondo, las diferencias que hoy se tienen que dirimir en el seno de Podemos, es lo que van a ser cuando se hagan mayores.
Las diferencias entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón son evidentes e irreconciliables, porque lo que las diferencias no se sitúan solo en quien va a liderar un modelo de partido, - que es un asunto importante -sino que proyecto de partido concreto y bien definido, va a salir triunfador del Congreso que ya le llaman Vistalegre 2. ¿Qué modelo de partido van a decidir, para el presente y el futuro en nuestro país?
El populismo que defiende Pablo Iglesias, es la continuidad y la profundización del comportamiento político que personalmente ha venido demostrando e impregnado todas sus intervenciones en los medios de comunicación, en las negociaciones entre partidos (PSOE- Ciudadanos-Podemos), así como en el Congreso de los Diputados cuyo colofón fue, el voto NO a la investidura de Pedro Sánchez. Idéntico NO, que el de Mariano Rajoy y su bancada del PP
El insulto, y su ambivalencia en un discurso “Nunca claro, ni preciso, ni posible” han sido las características de este líder del partido morado.  Los objetivos electorales fracasados, de “asaltar al cielo”, y terminar perdiendo más de un millón de votos en unos meses, así como el deseado “Sorpasso” al PSOE, y sus pretensiones ser vice-Presidente del Gobierno, han sido en la práctica rotundos fracasos, que han evidenciado las características fundamentales de la metodología ultra-izquierdista y demagógica que anima a este “Líder populista”.
Su bla, bla, bla, ha sido incapaz de hacer una propuesta que contribuyese a verificar los cambios de Gobierno y de política que España necesita. Pablo Iglesias, un día se ha declarado “Revolucionario”, hay videos donde ha llamado a preparase a la confrontación armada, luego de no ser Vice-Presidente, se ha declarado socialdemócrata, después de que ha fracasado en el “Sorpasso” como fracasó el padre del invento: Julio Anguita. Y después de considerar que la “Transición y la Casta” fueron un error y una traición, y así lo ha venido criticando, han sido solamente el preámbulo de sus planteamientos en este debate que mantiene ahora, con el sector de Iñigo Errejón
Esas son la señas de la identificación política de Pablo Iglesias desde que Podemos obtuvo 5 Eurodiputados, y posteriormente en el país, alcanzó presencia parlamentaria en el Congreso de los Diputados
Pero ahora frente a esa característica de P. Iglesias, que sigue en la misma línea populista. La confrontación con Iñigo Errejón gira en torno a que el llamado “sector errejonista” defiende una concepción más seria y organizada de Podemos, que pasa a juicio de este sector por un modelo de partido que se caracterice por propuestas creíbles y razonablemente posibles, que sean capaces de atraer los apoyos de la gran parte de la ciudadanía que hoy quieren cambios, pero no pertenecen a ninguna organización. Y no solo tratar de hacer acuerdos con aquellas fuerzas que ya están organizados en diferentes territorios, en el ámbito autonómico.
He ahí la cuestión: “Ser ó no Ser” de Podemos. ¿Que será Podemos si se hace mayor?
Porque, efectivamente, los acuerdos electorales de Podemos con las Mareas, En Comú, y Compromis no han resultado efectivos a la hora de la configuración parlamentaria, cada uno va por un lado y no sujetas a la disciplina que marca Pablo Iglesias. Incluso alguna fuerza como la que impulsa Ada Colau en Cataluña, están creando un partido propio
A mí me parece, que la diferencia entre los conceptos y objetivos de los proyectos que hoy se contrastan en Podemos, son lógicos que se den, son fundamentales para definir el modelo que en definitiva se debe transformar Podemos. Porque lo que está claro - al menos para mí- es que en su seno hoy los sectores más ultra-izquierdistas, los anti-capitalistas y anti-sistema y a su vez defensores de la autonomía de una autonomía de la organización en las Comunidades Autónomas, como se plantea por la líder en Andalucía, puede inclusive chocar con el líder Pablo Iglesias y su visión más centralista y autoritaria de la organización de Podemos.
Mientras que los seguidores de Iñigo Errejón, están optando por una organización más seria, que con independencia de los posibles y futuros acuerdos electorales, lo fundamental para Podemos, es dedicarse a transformarse en un partido  claramente definido tanto en su programa como en su organización propia que sea capaz de ganar a aquellos que están por el cambio, pero que hoy no están por las ambivalencias y maximalismos que ha venido practicando Podemos hasta la fecha.
Mientras que Pablo Iglesias, considera que hay que hacer la oposición en la calle, con movilizaciones permanentes, ya que desde su populismo ultraizquierdista, considera que el parlamentarismo, no sirve para nada, por los límites que tiene la oposición.
Con esos planteamientos Iglesias se sitúa en otro mundo, en todo caso no está en la España actual en el siglo XXI, ni en la Unión Europea de la que formamos parte, donde el pluripartidismo, la vía parlamentaria, la consideración y utilización de las libertades democráticas,  del derecho a la huelga, a la manifestación y a la libertad de expresión, entre otros, como los derechos humanos, constituyen hoy: Un logro histórico del progreso humano, y la única opción “Revolucionaria Posible” que hay que defender y utilizar para alcanzar los cambios y el progreso hacia una sociedad más justa e igualitaria, en los países capitalistas desarrollados.  Despreciar esos instrumentos, así como la lucha parlamentaria, y plantearse las manifestaciones, para combatir a Mariano Rajoy, no solo son un error de bulto sino que forma parte del populismo ultra-izquierdista del Pablo Iglesias de siempre.
Con estas posiciones, Pablo Iglesias viene a identificarse con ese fantasma que recorre Europa, y que llama la atención por el auge global del “populismo”, que ha llevad a Trump a la Casa Blanca, y que tiene  a Marie Le Pen en las puertas del Eliseo.
Y desentrañar las causas de este espectacular y peligroso resurgir del populismo, es hoy una necesidad de primer orden para una acción política consecuente, de carácter democrático, progresista y reformador.
El populismo, hay que empezar por aclarar que, contrariamente a lo que se cree, no se ha puesto de moda  porque ofrece soluciones sencillas a problemas complejos. Si eso fuese así de fácil, todos los partidos políticos harían las mismas propuestas.
Y aunque haya variedad de estilo entre la demagogia de uno u otro partido. La verdad es que el populismo, es el que sostiene un discurso anti-elitista, en nombre del pueblo, al que pretenden defender porque han sido víctimas de una élite corrupta  que ha secuestrado la voluntad popular. Esa es la esencia del discurso y con un “lenguaje especial”
Y es populista, quien se arroga  la potestad de determinar “quien es gente y quien es casta”. “Pueblo contra élite”, tal es el núcleo esencial del discurso del populismo, que se puede reconocer en las principales manifestaciones de ahora mismo, en Pablo Iglesias de Podemos, como en Le Pen del Frente Nacional en Francia, ó en otros líderes populistas neo-nazis de varios países pertenecientes a la Unión Europea.
Se trata, más que de una ideología en sentido propio, de un estilo político, de un lenguaje que pueden adoptar por igual actores de izquierda que de derecha. En primer lugar hay que reparar, sobre todo la creciente distancia que media y se agranda cada día, entre los ciudadanos y los gobiernos que tienen que administrar los asuntos económicos, y como los primeros  se sienten muy lejos de los administradores.
Y la verdad es que, la tecno-cratización del Gobierno responde a una complejidad económica y social generada por la crisis sistémica manifestada en el 2007, que no es fácil entender, y que el ciudadano por lo general poco sofisticado políticamente, a penas comprende ó no se esfuerza en comprender. Quizá, creo yo, porque no hay ninguna fuerza política que haya hecho suyo el compromiso de explicar en qué etapa de la crisis del sistema capitalista estamos atravesando.
Pero en una crisis, cuando el ciudadano siente que las élites le han fallado, se vuelve contra ellas y reclama animado por las soflamas populistas, que se crecen en estas circunstancias, recuperar su capacidad de decisión directa. Esas prácticas históricamente se conocieron también en Europa tras el Crak del 1929 y la Gran Recesión de los años 30 que abrieron la puerta al nazismo y al fascismo y a la posterior Guerra Mundial.
Las propias democracias liberales tienen que desarrollar su propio repertorio afectivo, para así mejor combatir el de sus enemigos: Los populismos de cualquier signo. Pero eso es más fácil decirlo que llevarlo a cabo. Soy consciente.
Es a mi juicio, en esos escenarios populistas que se inserta Pablo Iglesias y sus actuales proyectos frente a los del líder Iñigo Errejón. Unas propuestas más centradas en la realidad actual y en lograr como objetivo fundamental la definición y consolidación de un partido capaz de ganar los apoyos de esa gran mayoría de ciudadanos que votaron cambio, pero que no pertenecen a ninguna formación política, y que están desconcertados con las propuestas maximalistas e irrealizables que ha venido practicando Podemos siguiendo las directrices de Pablo Iglesias.
Yo creo, que si triunfan en Vistalegre 2, el populismo ultraizquierdista que postula Pablo Iglesias, quien puede estar tranquilo en la bancada azul del Gobierno en el Congreso de los Diputados, va a ser Mariano Rajoy y los intereses que representa la derecha política: El PP, porque ese izquierdismo y esos principios que no consideran útil el parlamentarismo político, solo van a hacer de las sesiones y del trabajo parlamentario, el escenario único para nuevas provocaciones y la interpretación de soflamas populistas e irrealizables, donde la chulería política de Pablo Iglesias será siempre portada, y materia de interés para los medios, pero que no van a servir para nada más, en absoluto.
Por el contrario si las opciones que defiende Iñigo Errejón salen ganadoras de esa interesante confrontación, Podemos puede transformarse en un partido de izquierdas, serio, responsable y realista en el Parlamento con propuestas y la capacidad de establecer acuerdos de progreso con otras fuerzas políticas que ocupan escaños en el Congreso de los Diputados.
Y los debates que en el seno de Podemos se están llevando a cabo, las diferencias entre los proyectos en juego, son tan distantes el uno del otro que se pueden medir con años luz. Porque no hay mas “Pecado político” hoy, que el que se puede cometer en esta etapa del Siglo XXI donde “las Revoluciones ya no son posibles”, planteando “propuestas Pseudo revolucionarias”, como hace Iglesias, cuando las transformaciones de este injusto sistema económico y político, hay que llevarlo a cabo mediante la sabia utilización de las conquistas democráticas, las libertades de huelga, manifestación y expresión, pero también con la lucha y la confrontación parlamentaria para ir transformado esta injusta sociedad.
Esa es la cuestión en el fondo entre las diferencias de Pablo Iglesia e Iñigo Errejón en Podemos. Esa es la cuestión, y esta mi opinión al respecto.
                           30 noviembre 2016.
 
 
 
         



En el fondo, las diferencias que hoy se tienen que dirimir en el seno de Podemos, es lo que van a ser cuando se hagan mayores.

Las diferencias entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón son evidentes e irreconciliables, porque lo que las diferencias no se sitúan solo en quien va a liderar un modelo de partido, - que es un asunto importante -sino que proyecto de partido concreto y bien definido, va a salir triunfador del Congreso que ya le llaman Vistalegre 2. ¿Qué modelo de partido van a decidir, para el presente y el futuro en nuestro país?

El populismo que defiende Pablo Iglesias, es la continuidad y la profundización del comportamiento político que personalmente ha venido demostrando e impregnado todas sus intervenciones en los medios de comunicación, en las negociaciones entre partidos (PSOE- Ciudadanos-Podemos), así como en el Congreso de los Diputados cuyo colofón fue, el voto NO a la investidura de Pedro Sánchez. Idéntico NO, que el de Mariano Rajoy y su bancada del PP.

El insulto, y su ambivalencia en un discurso “Nunca claro, ni preciso, ni posible” han sido las características de este líder del partido morado.  Los objetivos electorales fracasados, de “asaltar al cielo”, y terminar perdiendo más de un millón de votos en unos meses, así como el deseado “Sorpasso” al PSOE, y sus pretensiones ser vice-Presidente del Gobierno, han sido en la práctica rotundos fracasos, que han evidenciado las características fundamentales de la metodología ultra-izquierdista y demagógica que anima a este “Líder populista”.

Su bla, bla, bla, ha sido incapaz de hacer una propuesta que contribuyese a verificar los cambios de Gobierno y de política que España necesita. Pablo Iglesias, un día se ha declarado “Revolucionario”, hay videos donde ha llamado a preparase a la confrontación armada, luego de no ser Vice-Presidente, se ha declarado socialdemócrata, después de que ha fracasado en el “Sorpasso” como fracasó el padre del invento: Julio Anguita. Y después de considerar que la “Transición y la Casta” fueron un error y una traición, y así lo ha venido criticando, han sido solamente el preámbulo de sus planteamientos en este debate que mantiene ahora, con el sector de Iñigo Errejón.

Esas son la señas de la identificación política de Pablo Iglesias desde que Podemos obtuvo 5 Eurodiputados, y posteriormente en el país, alcanzó presencia parlamentaria en el Congreso de los Diputados.

Pero ahora frente a esa característica de P. Iglesias, que sigue en la misma línea populista. La confrontación con Iñigo Errejón gira en torno a que el llamado “sector errejonista” defiende una concepción más seria y organizada de Podemos, que pasa a juicio de este sector por un modelo de partido que se caracterice por propuestas creíbles y razonablemente posibles, que sean capaces de atraer los apoyos de la gran parte de la ciudadanía que hoy quieren cambios, pero no pertenecen a ninguna organización. Y no solo tratar de hacer acuerdos con aquellas fuerzas que ya están organizados en diferentes territorios, en el ámbito autonómico.

He ahí la cuestión: “Ser ó no Ser” de Podemos. ¿Que será Podemos si se hace mayor?

Porque, efectivamente, los acuerdos electorales de Podemos con las Mareas, En Comú, y Compromis no han resultado efectivos a la hora de la configuración parlamentaria, cada uno va por un lado y no sujetas a la disciplina que marca Pablo Iglesias. Incluso alguna fuerza como la que impulsa Ada Colau en Cataluña, están creando un partido propio.

A mí me parece, que la diferencia entre los conceptos y objetivos de los proyectos que hoy se contrastan en Podemos, son lógicos que se den, son fundamentales para definir el modelo que en definitiva se debe transformar Podemos. Porque lo que está claro - al menos para mí- es que en su seno hoy los sectores más ultra-izquierdistas, los anti-capitalistas y anti-sistema y a su vez defensores de la autonomía de una autonomía de la organización en las Comunidades Autónomas, como se plantea por la líder en Andalucía, puede inclusive chocar con el líder Pablo Iglesias y su visión más centralista y autoritaria de la organización de Podemos.

Mientras que los seguidores de Iñigo Errejón, están optando por una organización más seria, que con independencia de los posibles y futuros acuerdos electorales, lo fundamental para Podemos, es dedicarse a transformarse en un partido  claramente definido tanto en su programa como en su organización propia que sea capaz de ganar a aquellos que están por el cambio, pero que hoy no están por las ambivalencias y maximalismos que ha venido practicando Podemos hasta la fecha.

Mientras que Pablo Iglesias, considera que hay que hacer la oposición en la calle, con movilizaciones permanentes, ya que desde su populismo ultraizquierdista, considera que el parlamentarismo, no sirve para nada, por los límites que tiene la oposición.

Con esos planteamientos Iglesias se sitúa en otro mundo, en todo caso no está en la España actual en el siglo XXI, ni en la Unión Europea de la que formamos parte, donde el pluripartidismo, la vía parlamentaria, la consideración y utilización de las libertades democráticas,  del derecho a la huelga, a la manifestación y a la libertad de expresión, entre otros, como los derechos humanos, constituyen hoy: Un logro histórico del progreso humano, y la única opción “Revolucionaria Posible” que hay que defender y utilizar para alcanzar los cambios y el progreso hacia una sociedad más justa e igualitaria, en los países capitalistas desarrollados.  Despreciar esos instrumentos, así como la lucha parlamentaria, y plantearse las manifestaciones, para combatir a Mariano Rajoy, no solo son un error de bulto sino que forma parte del populismo ultra-izquierdista del Pablo Iglesias de siempre.

Con estas posiciones, Pablo Iglesias viene a identificarse con ese fantasma que recorre Europa, y que llama la atención por el auge global del “populismo”, que ha llevad a Trump a la Casa Blanca, y que tiene  a Marie Le Pen en las puertas del Eliseo.

Y desentrañar las causas de este espectacular y peligroso resurgir del populismo, es hoy una necesidad de primer orden para una acción política consecuente, de carácter democrático, progresista y reformador.

El populismo, hay que empezar por aclarar que, contrariamente a lo que se cree, no se ha puesto de moda  porque ofrece soluciones sencillas a problemas complejos. Si eso fuese así de fácil, todos los partidos políticos harían las mismas propuestas.

Y aunque haya variedad de estilo entre la demagogia de uno u otro partido. La verdad es que el populismo, es el que sostiene un discurso anti-elitista, en nombre del pueblo, al que pretenden defender porque han sido víctimas de una élite corrupta  que ha secuestrado la voluntad popular. Esa es la esencia del discurso y con un “lenguaje especial”.

Y es populista, quien se arroga  la potestad de determinar “quien es gente y quien es casta”. “Pueblo contra élite”, tal es el núcleo esencial del discurso del populismo, que se puede reconocer en las principales manifestaciones de ahora mismo, en Pablo Iglesias de Podemos, como en Le Pen del Frente Nacional en Francia, ó en otros líderes populistas neo-nazis de varios países pertenecientes a la Unión Europea.

Se trata, más que de una ideología en sentido propio, de un estilo político, de un lenguaje que pueden adoptar por igual actores de izquierda que de derecha. En primer lugar hay que reparar, sobre todo la creciente distancia que media y se agranda cada día, entre los ciudadanos y los gobiernos que tienen que administrar los asuntos económicos, y como los primeros  se sienten muy lejos de los administradores.

Y la verdad es que, la tecno-cratización del Gobierno responde a una complejidad económica y social generada por la crisis sistémica manifestada en el 2007, que no es fácil entender, y que el ciudadano por lo general poco sofisticado políticamente, a penas comprende ó no se esfuerza en comprender. Quizá, creo yo, porque no hay ninguna fuerza política que haya hecho suyo el compromiso de explicar en qué etapa de la crisis del sistema capitalista estamos atravesando.

Pero en una crisis, cuando el ciudadano siente que las élites le han fallado, se vuelve contra ellas y reclama animado por las soflamas populistas, que se crecen en estas circunstancias, recuperar su capacidad de decisión directa. Esas prácticas históricamente se conocieron también en Europa tras el Crak del 1929 y la Gran Recesión de los años 30 que abrieron la puerta al nazismo y al fascismo y a la posterior Guerra Mundial.

Las propias democracias liberales tienen que desarrollar su propio repertorio afectivo, para así mejor combatir el de sus enemigos: Los populismos de cualquier signo. Pero eso es más fácil decirlo que llevarlo a cabo. Soy consciente.

Es a mi juicio, en esos escenarios populistas que se inserta Pablo Iglesias y sus actuales proyectos frente a los del líder Iñigo Errejón. Unas propuestas más centradas en la realidad actual y en lograr como objetivo fundamental la definición y consolidación de un partido capaz de ganar los apoyos de esa gran mayoría de ciudadanos que votaron cambio, pero que no pertenecen a ninguna formación política, y que están desconcertados con las propuestas maximalistas e irrealizables que ha venido practicando Podemos siguiendo las directrices de Pablo Iglesias.

Yo creo, que si triunfan en Vistalegre 2, el populismo ultraizquierdista que postula Pablo Iglesias, quien puede estar tranquilo en la bancada azul del Gobierno en el Congreso de los Diputados, va a ser Mariano Rajoy y los intereses que representa la derecha política: El PP, porque ese izquierdismo y esos principios que no consideran útil el parlamentarismo político, solo van a hacer de las sesiones y del trabajo parlamentario, el escenario único para nuevas provocaciones y la interpretación de soflamas populistas e irrealizables, donde la chulería política de Pablo Iglesias será siempre portada, y materia de interés para los medios, pero que no van a servir para nada más, en absoluto.

Por el contrario si las opciones que defiende Iñigo Errejón salen ganadoras de esa interesante confrontación, Podemos puede transformarse en un partido de izquierdas, serio, responsable y realista en el Parlamento con propuestas y la capacidad de establecer acuerdos de progreso con otras fuerzas políticas que ocupan escaños en el Congreso de los Diputados.

Y los debates que en el seno de Podemos se están llevando a cabo, las diferencias entre los proyectos en juego, son tan distantes el uno del otro que se pueden medir con años luz. Porque no hay mas “Pecado político” hoy, que el que se puede cometer en esta etapa del Siglo XXI donde “las Revoluciones ya no son posibles”, planteando “propuestas Pseudo revolucionarias”, como hace Iglesias, cuando las transformaciones de este injusto sistema económico y político, hay que llevarlo a cabo mediante la sabia utilización de las conquistas democráticas, las libertades de huelga, manifestación y expresión, pero también con la lucha y la confrontación parlamentaria para ir transformado esta injusta sociedad.

Esa es la cuestión en el fondo entre las diferencias de Pablo Iglesia e Iñigo Errejón en Podemos. Esa es la cuestión, y esta mi opinión al respecto.

                           30 noviembre 2016.

 

 

 

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