¿QUE VA
A SER DE
MAYOR PODEMOS?
En el fondo, las
diferencias que hoy se tienen que dirimir en el seno de Podemos, es lo que van
a ser cuando se hagan mayores.
Las diferencias
entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón son evidentes e irreconciliables, porque
lo que las diferencias no se sitúan solo en quien va a liderar un modelo de
partido, - que es un asunto importante -sino que proyecto de partido concreto y
bien definido, va a salir triunfador del Congreso que ya le llaman Vistalegre
2. ¿Qué modelo de partido van a decidir,
para el presente y el futuro en nuestro país?
El populismo que
defiende Pablo Iglesias, es la continuidad y la profundización del
comportamiento político que personalmente ha venido demostrando e impregnado
todas sus intervenciones en los medios de comunicación, en las negociaciones
entre partidos (PSOE- Ciudadanos-Podemos), así como en el Congreso de los
Diputados cuyo colofón fue, el voto NO a la investidura de Pedro Sánchez.
Idéntico NO, que el de Mariano Rajoy y su bancada del PP
El insulto, y su
ambivalencia en un discurso “Nunca
claro, ni preciso, ni posible” han sido las características de este líder
del partido morado. Los objetivos electorales
fracasados, de “asaltar al cielo”, y
terminar perdiendo más de un millón de votos en unos meses, así como el deseado
“Sorpasso” al PSOE, y sus
pretensiones ser vice-Presidente del Gobierno, han sido en la práctica rotundos
fracasos, que han evidenciado las características fundamentales de la
metodología ultra-izquierdista y demagógica que anima a este “Líder populista”.
Su bla, bla, bla,
ha sido incapaz de hacer una propuesta que contribuyese a verificar los cambios
de Gobierno y de política que España necesita. Pablo Iglesias, un día se ha
declarado “Revolucionario”, hay
videos donde ha llamado a preparase a la confrontación armada, luego de no ser
Vice-Presidente, se ha declarado socialdemócrata, después de que ha fracasado
en el “Sorpasso” como fracasó el
padre del invento: Julio Anguita. Y después de considerar que la “Transición y la Casta” fueron un
error y una traición, y así lo ha venido criticando, han sido solamente el
preámbulo de sus planteamientos en este debate que mantiene ahora, con el
sector de Iñigo Errejón
Esas son la señas
de la identificación política de Pablo Iglesias desde que Podemos obtuvo 5
Eurodiputados, y posteriormente en el país, alcanzó presencia parlamentaria en
el Congreso de los Diputados
Pero ahora frente a
esa característica de P. Iglesias, que sigue en la misma línea populista. La
confrontación con Iñigo Errejón gira en torno a que el llamado “sector errejonista” defiende una
concepción más seria y organizada de Podemos, que pasa a juicio de este sector
por un modelo de partido que se caracterice por propuestas creíbles y
razonablemente posibles, que sean capaces de atraer los apoyos de la gran parte
de la ciudadanía que hoy quieren cambios, pero no pertenecen a ninguna
organización. Y no solo tratar de hacer acuerdos con aquellas fuerzas que ya
están organizados en diferentes territorios, en el ámbito autonómico.
He ahí la cuestión:
“Ser ó no Ser” de Podemos. ¿Que será Podemos si se hace mayor?
Porque, efectivamente,
los acuerdos electorales de Podemos con las Mareas, En Comú, y Compromis no han
resultado efectivos a la hora de la configuración parlamentaria, cada uno va
por un lado y no sujetas a la disciplina que marca Pablo Iglesias. Incluso alguna
fuerza como la que impulsa Ada Colau en Cataluña, están creando un partido propio
A mí me parece, que
la diferencia entre los conceptos y objetivos de los proyectos que hoy se
contrastan en Podemos, son lógicos que se den, son fundamentales para definir
el modelo que en definitiva se debe transformar Podemos. Porque lo que está
claro - al menos para mí- es que en su seno hoy los sectores más
ultra-izquierdistas, los anti-capitalistas y anti-sistema y a su vez defensores
de la autonomía de una autonomía de la organización en las Comunidades
Autónomas, como se plantea por la líder en Andalucía, puede inclusive chocar
con el líder Pablo Iglesias y su visión más centralista y autoritaria de la
organización de Podemos.
Mientras que los
seguidores de Iñigo Errejón, están optando por una organización más seria, que
con independencia de los posibles y futuros acuerdos electorales, lo
fundamental para Podemos, es dedicarse a transformarse en un partido claramente definido tanto en su programa como
en su organización propia que sea capaz de ganar a aquellos que están por el
cambio, pero que hoy no están por las ambivalencias y maximalismos que ha
venido practicando Podemos hasta la fecha.
Mientras que Pablo
Iglesias, considera que hay que hacer la oposición en la calle, con
movilizaciones permanentes, ya que desde su populismo ultraizquierdista, considera
que el parlamentarismo, no sirve para nada, por los límites que tiene la
oposición.
Con esos
planteamientos Iglesias se sitúa en otro mundo, en todo caso no está en la
España actual en el siglo XXI, ni en la Unión Europea de la que formamos parte,
donde el pluripartidismo, la vía parlamentaria, la consideración y utilización de
las libertades democráticas, del derecho
a la huelga, a la manifestación y a la libertad de expresión, entre otros, como
los derechos humanos, constituyen hoy: Un logro histórico del progreso humano,
y la única opción “Revolucionaria
Posible” que hay que defender y utilizar para alcanzar los cambios y el
progreso hacia una sociedad más justa e igualitaria, en los países capitalistas
desarrollados. Despreciar esos
instrumentos, así como la lucha parlamentaria, y plantearse las
manifestaciones, para combatir a Mariano Rajoy, no solo son un error de bulto
sino que forma parte del populismo ultra-izquierdista del Pablo Iglesias de siempre.
Con estas
posiciones, Pablo Iglesias viene a identificarse con ese fantasma que recorre
Europa, y que llama la atención por el auge global del “populismo”, que ha llevad a Trump a la Casa Blanca, y que
tiene a Marie Le Pen en las puertas del
Eliseo.
Y desentrañar las
causas de este espectacular y peligroso resurgir del populismo, es hoy una
necesidad de primer orden para una acción política consecuente, de carácter democrático,
progresista y reformador.
El populismo, hay
que empezar por aclarar que, contrariamente a lo que se cree, no se ha puesto
de moda porque ofrece soluciones
sencillas a problemas complejos. Si eso fuese así de fácil, todos los partidos
políticos harían las mismas propuestas.
Y aunque haya
variedad de estilo entre la demagogia de uno u otro partido. La verdad es que
el populismo, es el que sostiene un discurso anti-elitista, en nombre del
pueblo, al que pretenden defender porque han sido víctimas de una élite
corrupta que ha secuestrado la voluntad
popular. Esa es la esencia del discurso y con un “lenguaje especial”
Y es populista,
quien se arroga la potestad de
determinar “quien es gente y quien es
casta”. “Pueblo contra élite”,
tal es el núcleo esencial del discurso del populismo, que se puede reconocer en
las principales manifestaciones de ahora mismo, en Pablo Iglesias de Podemos,
como en Le Pen del Frente Nacional en Francia, ó en otros líderes populistas neo-nazis
de varios países pertenecientes a la Unión Europea.
Se trata, más que
de una ideología en sentido propio, de un estilo político, de un lenguaje que
pueden adoptar por igual actores de izquierda que de derecha. En primer lugar hay
que reparar, sobre todo la creciente distancia que media y se agranda cada día,
entre los ciudadanos y los gobiernos que tienen que administrar los asuntos
económicos, y como los primeros se
sienten muy lejos de los administradores.
Y la verdad es que,
la tecno-cratización del Gobierno responde a una complejidad económica y social
generada por la crisis sistémica manifestada en el 2007, que no es fácil
entender, y que el ciudadano por lo general poco sofisticado políticamente, a
penas comprende ó no se esfuerza en comprender. Quizá, creo yo, porque no hay
ninguna fuerza política que haya hecho suyo el compromiso de explicar en qué
etapa de la crisis del sistema capitalista estamos atravesando.
Pero en una crisis,
cuando el ciudadano siente que las élites le han fallado, se vuelve contra
ellas y reclama animado por las soflamas populistas, que se crecen en estas circunstancias,
recuperar su capacidad de decisión directa. Esas prácticas históricamente se conocieron
también en Europa tras el Crak del 1929 y la Gran Recesión de los años 30 que abrieron
la puerta al nazismo y al fascismo y a la posterior Guerra Mundial.
Las propias
democracias liberales tienen que desarrollar su propio repertorio afectivo,
para así mejor combatir el de sus enemigos: Los populismos de cualquier signo.
Pero eso es más fácil decirlo que llevarlo a cabo. Soy consciente.
Es a mi juicio, en
esos escenarios populistas que se inserta Pablo Iglesias y sus actuales
proyectos frente a los del líder Iñigo Errejón. Unas propuestas más centradas
en la realidad actual y en lograr como objetivo fundamental la definición y
consolidación de un partido capaz de ganar los apoyos de esa gran mayoría de
ciudadanos que votaron cambio, pero que no pertenecen a ninguna formación
política, y que están desconcertados con las propuestas maximalistas e
irrealizables que ha venido practicando Podemos siguiendo las directrices de
Pablo Iglesias.
Yo creo, que si
triunfan en Vistalegre 2, el populismo ultraizquierdista que postula Pablo
Iglesias, quien puede estar tranquilo en la bancada azul del Gobierno en el
Congreso de los Diputados, va a ser Mariano Rajoy y los intereses que
representa la derecha política: El PP, porque ese izquierdismo y esos
principios que no consideran útil el parlamentarismo político, solo van a hacer
de las sesiones y del trabajo parlamentario, el escenario único para nuevas
provocaciones y la interpretación de soflamas populistas e irrealizables, donde
la chulería política de Pablo Iglesias será siempre portada, y materia de
interés para los medios, pero que no van a servir para nada más, en absoluto.
Por el contrario si
las opciones que defiende Iñigo Errejón salen ganadoras de esa interesante
confrontación, Podemos puede transformarse en un partido de izquierdas, serio,
responsable y realista en el Parlamento con propuestas y la capacidad de
establecer acuerdos de progreso con otras fuerzas políticas que ocupan escaños
en el Congreso de los Diputados.
Y los debates que
en el seno de Podemos se están llevando a cabo, las diferencias entre los
proyectos en juego, son tan distantes el uno del otro que se pueden medir con
años luz. Porque no hay mas “Pecado
político” hoy, que el que se puede cometer en esta etapa del Siglo XXI donde
“las Revoluciones ya no son posibles”,
planteando “propuestas Pseudo
revolucionarias”, como hace Iglesias,
cuando las transformaciones de este injusto sistema económico y político,
hay que llevarlo a cabo mediante la sabia utilización de las conquistas
democráticas, las libertades de huelga, manifestación y expresión, pero también
con la lucha y la confrontación parlamentaria para ir transformado esta injusta
sociedad.
Esa es la cuestión
en el fondo entre las diferencias de Pablo Iglesia e Iñigo Errejón en Podemos. Esa
es la cuestión, y esta mi opinión al respecto.
30 noviembre 2016.
En el fondo, las
diferencias que hoy se tienen que dirimir en el seno de Podemos, es lo que van
a ser cuando se hagan mayores.
Las diferencias
entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón son evidentes e irreconciliables, porque
lo que las diferencias no se sitúan solo en quien va a liderar un modelo de
partido, - que es un asunto importante -sino que proyecto de partido concreto y
bien definido, va a salir triunfador del Congreso que ya le llaman Vistalegre
2. ¿Qué modelo de partido van a decidir,
para el presente y el futuro en nuestro país?
El populismo que
defiende Pablo Iglesias, es la continuidad y la profundización del
comportamiento político que personalmente ha venido demostrando e impregnado
todas sus intervenciones en los medios de comunicación, en las negociaciones
entre partidos (PSOE- Ciudadanos-Podemos), así como en el Congreso de los
Diputados cuyo colofón fue, el voto NO a la investidura de Pedro Sánchez.
Idéntico NO, que el de Mariano Rajoy y su bancada del PP.
El insulto, y su
ambivalencia en un discurso “Nunca
claro, ni preciso, ni posible” han sido las características de este líder
del partido morado. Los objetivos electorales
fracasados, de “asaltar al cielo”, y
terminar perdiendo más de un millón de votos en unos meses, así como el deseado
“Sorpasso” al PSOE, y sus
pretensiones ser vice-Presidente del Gobierno, han sido en la práctica rotundos
fracasos, que han evidenciado las características fundamentales de la
metodología ultra-izquierdista y demagógica que anima a este “Líder populista”.
Su bla, bla, bla,
ha sido incapaz de hacer una propuesta que contribuyese a verificar los cambios
de Gobierno y de política que España necesita. Pablo Iglesias, un día se ha
declarado “Revolucionario”, hay
videos donde ha llamado a preparase a la confrontación armada, luego de no ser
Vice-Presidente, se ha declarado socialdemócrata, después de que ha fracasado
en el “Sorpasso” como fracasó el
padre del invento: Julio Anguita. Y después de considerar que la “Transición y la Casta” fueron un
error y una traición, y así lo ha venido criticando, han sido solamente el
preámbulo de sus planteamientos en este debate que mantiene ahora, con el
sector de Iñigo Errejón.
Esas son la señas
de la identificación política de Pablo Iglesias desde que Podemos obtuvo 5
Eurodiputados, y posteriormente en el país, alcanzó presencia parlamentaria en
el Congreso de los Diputados.
Pero ahora frente a
esa característica de P. Iglesias, que sigue en la misma línea populista. La
confrontación con Iñigo Errejón gira en torno a que el llamado “sector errejonista” defiende una
concepción más seria y organizada de Podemos, que pasa a juicio de este sector
por un modelo de partido que se caracterice por propuestas creíbles y
razonablemente posibles, que sean capaces de atraer los apoyos de la gran parte
de la ciudadanía que hoy quieren cambios, pero no pertenecen a ninguna
organización. Y no solo tratar de hacer acuerdos con aquellas fuerzas que ya
están organizados en diferentes territorios, en el ámbito autonómico.
He ahí la cuestión:
“Ser ó no Ser” de Podemos. ¿Que será Podemos si se hace mayor?
Porque, efectivamente,
los acuerdos electorales de Podemos con las Mareas, En Comú, y Compromis no han
resultado efectivos a la hora de la configuración parlamentaria, cada uno va
por un lado y no sujetas a la disciplina que marca Pablo Iglesias. Incluso alguna
fuerza como la que impulsa Ada Colau en Cataluña, están creando un partido propio.
A mí me parece, que
la diferencia entre los conceptos y objetivos de los proyectos que hoy se
contrastan en Podemos, son lógicos que se den, son fundamentales para definir
el modelo que en definitiva se debe transformar Podemos. Porque lo que está
claro - al menos para mí- es que en su seno hoy los sectores más
ultra-izquierdistas, los anti-capitalistas y anti-sistema y a su vez defensores
de la autonomía de una autonomía de la organización en las Comunidades
Autónomas, como se plantea por la líder en Andalucía, puede inclusive chocar
con el líder Pablo Iglesias y su visión más centralista y autoritaria de la
organización de Podemos.
Mientras que los
seguidores de Iñigo Errejón, están optando por una organización más seria, que
con independencia de los posibles y futuros acuerdos electorales, lo
fundamental para Podemos, es dedicarse a transformarse en un partido claramente definido tanto en su programa como
en su organización propia que sea capaz de ganar a aquellos que están por el
cambio, pero que hoy no están por las ambivalencias y maximalismos que ha
venido practicando Podemos hasta la fecha.
Mientras que Pablo
Iglesias, considera que hay que hacer la oposición en la calle, con
movilizaciones permanentes, ya que desde su populismo ultraizquierdista, considera
que el parlamentarismo, no sirve para nada, por los límites que tiene la
oposición.
Con esos
planteamientos Iglesias se sitúa en otro mundo, en todo caso no está en la
España actual en el siglo XXI, ni en la Unión Europea de la que formamos parte,
donde el pluripartidismo, la vía parlamentaria, la consideración y utilización de
las libertades democráticas, del derecho
a la huelga, a la manifestación y a la libertad de expresión, entre otros, como
los derechos humanos, constituyen hoy: Un logro histórico del progreso humano,
y la única opción “Revolucionaria
Posible” que hay que defender y utilizar para alcanzar los cambios y el
progreso hacia una sociedad más justa e igualitaria, en los países capitalistas
desarrollados. Despreciar esos
instrumentos, así como la lucha parlamentaria, y plantearse las
manifestaciones, para combatir a Mariano Rajoy, no solo son un error de bulto
sino que forma parte del populismo ultra-izquierdista del Pablo Iglesias de siempre.
Con estas
posiciones, Pablo Iglesias viene a identificarse con ese fantasma que recorre
Europa, y que llama la atención por el auge global del “populismo”, que ha llevad a Trump a la Casa Blanca, y que
tiene a Marie Le Pen en las puertas del
Eliseo.
Y desentrañar las
causas de este espectacular y peligroso resurgir del populismo, es hoy una
necesidad de primer orden para una acción política consecuente, de carácter democrático,
progresista y reformador.
El populismo, hay
que empezar por aclarar que, contrariamente a lo que se cree, no se ha puesto
de moda porque ofrece soluciones
sencillas a problemas complejos. Si eso fuese así de fácil, todos los partidos
políticos harían las mismas propuestas.
Y aunque haya
variedad de estilo entre la demagogia de uno u otro partido. La verdad es que
el populismo, es el que sostiene un discurso anti-elitista, en nombre del
pueblo, al que pretenden defender porque han sido víctimas de una élite
corrupta que ha secuestrado la voluntad
popular. Esa es la esencia del discurso y con un “lenguaje especial”.
Y es populista,
quien se arroga la potestad de
determinar “quien es gente y quien es
casta”. “Pueblo contra élite”,
tal es el núcleo esencial del discurso del populismo, que se puede reconocer en
las principales manifestaciones de ahora mismo, en Pablo Iglesias de Podemos,
como en Le Pen del Frente Nacional en Francia, ó en otros líderes populistas neo-nazis
de varios países pertenecientes a la Unión Europea.
Se trata, más que
de una ideología en sentido propio, de un estilo político, de un lenguaje que
pueden adoptar por igual actores de izquierda que de derecha. En primer lugar hay
que reparar, sobre todo la creciente distancia que media y se agranda cada día,
entre los ciudadanos y los gobiernos que tienen que administrar los asuntos
económicos, y como los primeros se
sienten muy lejos de los administradores.
Y la verdad es que,
la tecno-cratización del Gobierno responde a una complejidad económica y social
generada por la crisis sistémica manifestada en el 2007, que no es fácil
entender, y que el ciudadano por lo general poco sofisticado políticamente, a
penas comprende ó no se esfuerza en comprender. Quizá, creo yo, porque no hay
ninguna fuerza política que haya hecho suyo el compromiso de explicar en qué
etapa de la crisis del sistema capitalista estamos atravesando.
Pero en una crisis,
cuando el ciudadano siente que las élites le han fallado, se vuelve contra
ellas y reclama animado por las soflamas populistas, que se crecen en estas circunstancias,
recuperar su capacidad de decisión directa. Esas prácticas históricamente se conocieron
también en Europa tras el Crak del 1929 y la Gran Recesión de los años 30 que abrieron
la puerta al nazismo y al fascismo y a la posterior Guerra Mundial.
Las propias
democracias liberales tienen que desarrollar su propio repertorio afectivo,
para así mejor combatir el de sus enemigos: Los populismos de cualquier signo.
Pero eso es más fácil decirlo que llevarlo a cabo. Soy consciente.
Es a mi juicio, en
esos escenarios populistas que se inserta Pablo Iglesias y sus actuales
proyectos frente a los del líder Iñigo Errejón. Unas propuestas más centradas
en la realidad actual y en lograr como objetivo fundamental la definición y
consolidación de un partido capaz de ganar los apoyos de esa gran mayoría de
ciudadanos que votaron cambio, pero que no pertenecen a ninguna formación
política, y que están desconcertados con las propuestas maximalistas e
irrealizables que ha venido practicando Podemos siguiendo las directrices de
Pablo Iglesias.
Yo creo, que si
triunfan en Vistalegre 2, el populismo ultraizquierdista que postula Pablo
Iglesias, quien puede estar tranquilo en la bancada azul del Gobierno en el
Congreso de los Diputados, va a ser Mariano Rajoy y los intereses que
representa la derecha política: El PP, porque ese izquierdismo y esos
principios que no consideran útil el parlamentarismo político, solo van a hacer
de las sesiones y del trabajo parlamentario, el escenario único para nuevas
provocaciones y la interpretación de soflamas populistas e irrealizables, donde
la chulería política de Pablo Iglesias será siempre portada, y materia de
interés para los medios, pero que no van a servir para nada más, en absoluto.
Por el contrario si
las opciones que defiende Iñigo Errejón salen ganadoras de esa interesante
confrontación, Podemos puede transformarse en un partido de izquierdas, serio,
responsable y realista en el Parlamento con propuestas y la capacidad de
establecer acuerdos de progreso con otras fuerzas políticas que ocupan escaños
en el Congreso de los Diputados.
Y los debates que
en el seno de Podemos se están llevando a cabo, las diferencias entre los
proyectos en juego, son tan distantes el uno del otro que se pueden medir con
años luz. Porque no hay mas “Pecado
político” hoy, que el que se puede cometer en esta etapa del Siglo XXI donde
“las Revoluciones ya no son posibles”,
planteando “propuestas Pseudo
revolucionarias”, como hace Iglesias,
cuando las transformaciones de este injusto sistema económico y político,
hay que llevarlo a cabo mediante la sabia utilización de las conquistas
democráticas, las libertades de huelga, manifestación y expresión, pero también
con la lucha y la confrontación parlamentaria para ir transformado esta injusta
sociedad.
Esa es la cuestión
en el fondo entre las diferencias de Pablo Iglesia e Iñigo Errejón en Podemos. Esa
es la cuestión, y esta mi opinión al respecto.
30 noviembre 2016.
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