miércoles, 28 de enero de 2015

LA ECONOMIA INSTITUCIONAL.



                         

Hace ya algunos años, en 1937 Ronald Coase realizo unos trabajos acerca de la importancia de instituciones para las naciones, para el desarrollo económico y social de las mismas. Por sus trabajos le fue concedido el Nobel de Economía en el año 1991.
Otro economista, Oliver Willianson continuando los trabajos sobre  esta materia institucional, también obtuvo el Nobel en el 2009.
Los trabajos de estos economistas dieron luz a un nuevo concepto económico de gran trascendencia para el desarrollo socio-económico de las naciones: La Economía Institucional.
Recientemente, en un libro con el título “¿Por qué fracasan los países?, sus autores, dos de los mejores y más eruditos economistas y profesores en universidades de los EE.UU., Daron Acemoglu y James A. Robinson, han contribuido con su libro a demostrar de qué forma, el desarrollo de las instituciones, en ocasiones debido a circunstancias accidentales, han tenido consecuencias enormes.
De acuerdo con estos análisis, en una sociedad abierta y que cuente con un auténtico Estado de Derecho, las  instituciones son factores claves para el desarrollo económico. En el citado libro, sus autores muestran de forma convincente, que los países escapan a la pobreza solamente cuando tienen instituciones económicas apropiadas.
Además defienden una  idea muy original: Existe una mayor probabilidad de que los países desarrollen las instituciones adecuadas cuando tienen un sistema político plural y abierto, con competencia entre los candidatos a ocupar cargos políticos y un amplio electorado con capacidad de apostar por nuevos líderes políticos.
Esta conexión intima, entre las instituciones políticas y económicas, es el núcleo principal de sus análisis, y ha dado como resultado un estudio de gran vitalidad sobre una de las cuestiones esenciales en la economía y la economía política.
Y para aquellos que piensan que el destino económico de un país, está predeterminado por la situación geográfica ó el legado cultural, los autores del citado libro, les demuestran que son las instituciones artificiales, y no la naturaleza del terreno, ni la fe de nuestros antepasados, lo que determina que un país sea, rico ó pobre.
Esa corriente del pensamiento económico, que habla de la economía, lo que realmente plantea, es que una de las claves del éxito económico y crecimiento de los países, tiene dos componentes fundamentales: Un adecuado diseño institucional, y luego una vez que el diseño está convenientemente realizado, el otro componente es la calidad en el funcionamiento de las instituciones.
La importancia de las instituciones derivada de la lectura de esta obra de Acemoglu y Robinson, me invitan a trasladar a nuestro país este ensayo, puesto que la organización territorial del Estado con la aprobación de la Constitución en 1978, hoy, 36 años después, no satisface como Institución a algunos políticos y ciudadanos catalanes y vascos por sus reivindicaciones nacionalistas y separatistas, y por otras razones a otros sectores políticos y ciudadanos que reclaman la reforma ó elaboración de una nueva Constitución más adecuada a los tiempos que vivimos.
Esa es la primera pregunta que hay que plantearse: ¿El diseño institucional de España, es el adecuado para las circunstancias actuales, para los desafíos globales del siglo XXI?
Mi respuesta es definitivamente ¡No!.
El gran problema de nuestro país, al margen de la crítica situación económica, como consecuencia de la crisis y la gestión de la misma, es su diseño institucional.
En el inicio de la transición democrática, tras 40 años de Dictadura, habían varias manifestaciones en las que una inmensa mayoría de ciudadanos se manifestaban pidiendo “Libertad, Amnistía y Estatutos de Autonomía” y entre ellos desde Cataluña y el País Vasco.
Esas aspiraciones se vieron satisfechas totalmente con la elaboración y aprobación de la Constitución en 1978, pero para evitar en aquellos momentos el reconocimiento del Estado Multinacional que era España por su historia, dada la correlación de fuerzas, la redacción del artículo 137 del Título VIII quedó redactada aparentemente de una manera amplia, al reconocer las Comunidades Autónomas que se constituyan que gozarían de Autonomía propia para la gestión de sus respectivos intereses, pero sin embargo a su vez, dejo sin resolver el problema de las naciones ó nacionalidades, que están generando muchos problemas actualmente, así como los que hoy están creando las  instituciones autónomas creadas por sus déficits y las numerosas y escandalosas corrupciones de miembros de las mismas.
En resumen, que para no satisfacer a los partidos políticos vascos y catalanes en sus reivindicaciones nacionalistas, la ocurrencia de reconocer el llamado  “Café para todos” para las 17 Comunidades Autónomas, parece al paso de los años, que no ha sido un acierto Institucional esa organización del Estado.
El Estado de las Autonomías, hoy es un fiasco, nacido de ese intento de no abordar el problema catalán y vasco, que siguen siendo dos problemas sin resolver, con 17 Comunidades Autónomas que cuestan más que aportan a nuestro desarrollo económico y social.
Hoy, ese conjunto de Instituciones Autonómicas como son los Gobiernos Regionales con sus Parlamentos y numerosos diputados, asesores, y la duplicidad con las Diputaciones Provinciales y sus correspondientes diputados y asesores, aparecen hoy en la práctica como un derroche innecesario e impagable de Instituciones que son un lastre para el desarrollo económico y social de nuestro país, gobierne quien gobierne.
En mi opinión y a la hora de proceder a la elaboración de una Nueva Constitución, entre otras cuestiones,  habría que reordenar el actual mapa institucional en nuestro país. Todo ello en aras de lograr un mejor y mayor desarrollo de nuestra economía que desde el punto de vista de lo racional y efectivo necesita Instituciones políticas y económicas bien adecuadas y con un funcionamiento de calidad para competir ante el reto global del siglo XXI.

                                  César Llorca Tello
                                  Benetusser 25 abril 2014.

                                                        






                                                                        

                                        

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