Hace ya algunos años, en
1937 Ronald Coase realizo unos trabajos acerca de la importancia de
instituciones para las naciones, para el desarrollo económico y social de las
mismas. Por sus trabajos le fue concedido el Nobel de Economía en el año 1991.
Otro economista, Oliver
Willianson continuando los trabajos sobre
esta materia institucional, también obtuvo el Nobel en el 2009.
Los trabajos de estos
economistas dieron luz a un nuevo concepto económico de gran trascendencia para
el desarrollo socio-económico de las naciones: La Economía Institucional.
Recientemente, en un libro
con el título “¿Por qué fracasan los países?, sus autores, dos de los mejores y
más eruditos economistas y profesores en universidades de los EE.UU., Daron
Acemoglu y James A. Robinson, han contribuido con su libro a demostrar de qué
forma, el desarrollo de las instituciones, en ocasiones debido a circunstancias
accidentales, han tenido consecuencias enormes.
De acuerdo con estos
análisis, en una sociedad abierta y que cuente con un auténtico Estado de
Derecho, las instituciones son factores
claves para el desarrollo económico. En el citado libro, sus autores muestran
de forma convincente, que los países escapan a la pobreza solamente cuando
tienen instituciones económicas apropiadas.
Además defienden una idea muy original: Existe una mayor
probabilidad de que los países desarrollen las instituciones adecuadas cuando
tienen un sistema político plural y abierto, con competencia entre los
candidatos a ocupar cargos políticos y un amplio electorado con capacidad de
apostar por nuevos líderes políticos.
Esta conexión intima,
entre las instituciones políticas y económicas, es el núcleo principal de sus
análisis, y ha dado como resultado un estudio de gran vitalidad sobre una de
las cuestiones esenciales en la economía y la economía política.
Y para aquellos que
piensan que el destino económico de un país, está predeterminado por la
situación geográfica ó el legado cultural, los autores del citado libro, les
demuestran que son las instituciones artificiales, y no la naturaleza del
terreno, ni la fe de nuestros antepasados, lo que determina que un país sea,
rico ó pobre.
Esa corriente del
pensamiento económico, que habla de la economía, lo que realmente plantea, es
que una de las claves del éxito económico y crecimiento de los países, tiene
dos componentes fundamentales: Un adecuado diseño institucional, y luego una
vez que el diseño está convenientemente realizado, el otro componente es la
calidad en el funcionamiento de las instituciones.
La importancia de las
instituciones derivada de la lectura de esta obra de Acemoglu y Robinson, me
invitan a trasladar a nuestro país este ensayo, puesto que la organización
territorial del Estado con la aprobación de la Constitución en 1978, hoy, 36
años después, no satisface como Institución a algunos políticos y ciudadanos
catalanes y vascos por sus reivindicaciones nacionalistas y separatistas, y por
otras razones a otros sectores políticos y ciudadanos que reclaman la reforma ó
elaboración de una nueva Constitución más adecuada a los tiempos que vivimos.
Esa es la primera pregunta
que hay que plantearse: ¿El diseño institucional de España, es el adecuado para
las circunstancias actuales, para los desafíos globales del siglo XXI?
Mi respuesta es
definitivamente ¡No!.
El gran problema de
nuestro país, al margen de la crítica situación económica, como consecuencia de
la crisis y la gestión de la misma, es su diseño institucional.
En el inicio de la
transición democrática, tras 40 años de Dictadura, habían varias
manifestaciones en las que una inmensa mayoría de ciudadanos se manifestaban
pidiendo “Libertad, Amnistía y Estatutos de Autonomía” y entre ellos desde
Cataluña y el País Vasco.
Esas aspiraciones se
vieron satisfechas totalmente con la elaboración y aprobación de la
Constitución en 1978, pero para evitar en aquellos momentos el reconocimiento
del Estado Multinacional que era España por su historia, dada la correlación de
fuerzas, la redacción del artículo 137 del Título VIII quedó redactada
aparentemente de una manera amplia, al reconocer las Comunidades Autónomas que
se constituyan que gozarían de Autonomía propia para la gestión de sus
respectivos intereses, pero sin embargo a su vez, dejo sin resolver el problema
de las naciones ó nacionalidades, que están generando muchos problemas
actualmente, así como los que hoy están creando las instituciones autónomas creadas por sus
déficits y las numerosas y escandalosas corrupciones de miembros de las mismas.
En resumen, que para no
satisfacer a los partidos políticos vascos y catalanes en sus reivindicaciones
nacionalistas, la ocurrencia de reconocer el llamado “Café para todos” para las 17 Comunidades
Autónomas, parece al paso de los años, que no ha sido un acierto Institucional
esa organización del Estado.
El Estado de las
Autonomías, hoy es un fiasco, nacido de ese intento de no abordar el problema
catalán y vasco, que siguen siendo dos problemas sin resolver, con 17
Comunidades Autónomas que cuestan más que aportan a nuestro desarrollo
económico y social.
Hoy, ese conjunto de
Instituciones Autonómicas como son los Gobiernos Regionales con sus Parlamentos
y numerosos diputados, asesores, y la duplicidad con las Diputaciones Provinciales
y sus correspondientes diputados y asesores, aparecen hoy en la práctica como
un derroche innecesario e impagable de Instituciones que son un lastre para el
desarrollo económico y social de nuestro país, gobierne quien gobierne.
En mi opinión y a la hora
de proceder a la elaboración de una Nueva Constitución, entre otras cuestiones,
habría que reordenar el actual mapa
institucional en nuestro país. Todo ello en aras de lograr un mejor y mayor
desarrollo de nuestra economía que desde el punto de vista de lo racional y
efectivo necesita Instituciones políticas y económicas bien adecuadas y con un
funcionamiento de calidad para competir ante el reto global del siglo XXI.
César Llorca Tello
Benetusser 25 abril 2014.
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