La situación
socio-económica de España, es más que preocupante no solo por las cifras
escalofriantes del paro, el déficit y la deuda, entre otros, sino por el empeño
del Gobierno del Sr. Rajoy de continuar con la misma política.
Esta política, y no otra cosa, como la
herencia recibida con la que el gobierno pretende justificar la caótica
realidad, son el resultado de dos años de Gobierno del PP., que nos ha llevado
al estancamiento de una dramática situación.
Los casi 6 millones de
parados, los 2,5 millones de niños que viven bajo el umbral de la pobreza, los
trabajadores con contratos precarios y mal pagados que caracterizan al mercado
laboral y que siguen siendo la garantía de un empobrecimiento y de un mal
vivir, las altas tasas de paro de la juventud y un crecimiento económico
anoréxico, en donde los actuales tasas de desempleo forman parte de un paro
inabsorvible que va a convertirse en estructural, y con un deflación que
asegura y acentúa aún más las dificultades para salir de la crisis en nuestro
país. Son las realidades que constituyen hoy el escenario socio-económico más
empobrecido y sin perspectivas de superación con la continuidad de las
políticas neo-liberales, jamás conocida en la historia contemporánea de nuestro
país.
Y ante esta realidad
incontestable ¿A que se deben las “victoriosas” afirmaciones en las
declaraciones del Gobierno del Sr. Rajoy?.
Pues sin lugar a dudas: A
las próximas elecciones al Parlamento Europeo, donde la cúpula dirigente del
PP. se temen unos resultados mucho más reducidos de los que ya vienen
presagiando los sondeos de opinión.
¡Si!, no hay que dudarlo, solo
es por esa razón, que realizan las declaraciones
hinchadas de optimismo demagógico, el Presidente de Gobierno y sus Ministros
para tratar de contrarrestar los previsibles y “bien ganados resultados”, como
consecuencia de su catastrófica gestión de la crisis. Pero no pueden engañar a
nadie, porque esas declaraciones de que “España va mejor” solo son fruto de
unas sensaciones muy subjetivas, detrás de las cuales no hay nada más que una
economía que debe lo que no puede pagar, que no recauda lo que necesita y que
está estancada con un crecimiento raquítico, incapaz de generar empleo.
Y de esa realidad incontestable, España no va
a salir de la crisis, porque no se puede salir con el mantenimiento de las
políticas de “Austeridad y Recortes” que nos han venido aplicando durante los
dos años de legislatura del Gobierno del PP. y que persisten en continuar
aplicando siguiendo las directrices de la troika BCE, FMI, y U.E.
Las elecciones al
Parlamento Europeo, es la más próxima ocasión para votar, por la inversión de esas
políticas que se vienen aplicando actualmente en nuestro país, es decir,
votando a las candidaturas y el programa progresista de izquierda y socialista
que presenta el PSOE el próximo 25 de mayo., que nos permitirá la recuperación
de los derechos perdidos y el desarrollo de otra política generadora de empleo,
entre otros aspectos que mejoren la vida de los ciudadanos en general.
Sin embargo, dos factores muy negativos están presentes
en este contexto. La fragmentación de la izquierda y la descalificación del
PSOE por parte de IU, y sus dirigentes, así como por los recientes grupos que
expresan sus divergencias con el sistema.
Esa obsesión que se
empecina en reducir la dimensión de la izquierda exclusivamente a IU, como
consecuencia al insistir que el PSOE es igual que el PP, incluso de asegurar que tienen un
plan conjunto para seguir gobernando, es una elucubración más propia de
Maquiavelos de tercera regional, que de políticos de izquierda con clase, y eso
con un solo y claro objetivo: Crecer electoralmente desacreditando a una fuerza
política de izquierdas como es el PSOE y a la socialdemocracia.
Ese simplismo político en
el que está basando IU su campaña electoral, quizá lleve a algunos electores
hartos de problemas y desesperados por la falta de soluciones a los mismos, a
votar a IU. Pero que no se equivoquen, el voto a IU, no va a resolver sus
problemas, porque una cosa es poner sobre el papel un conjunto de medidas como
Programa, en el mismo se puede poner la nacionalización del Sol, La Luna y las
Estrellas, si se quiere, y otra son las posibilidades reales de su consecución
por IU.
Esas estrategias que
alimentan la fractura de la Izquierda, son un error, un gran error histórico en
estos momentos de grave crisis económica y financiera internacional. Y además constituyen
hoy, el mejor aliado del PP y de su estrategia para impedir unos buenos
resultados del PSOE en las próximas Elecciones Europeas.
Las Izquierdas deberían
actuar en consecuencia y atreverse a enfrentarse al mundo del capital,
incluyendo al capital financiero que hoy domina y decide la acción de los
Estados. La gran cuestión para mi es, como en el momento actual, junto a la
necesidad de la elaboración de la visión global que debería caracterizar el
proyecto de una “Nueva Izquierda” y con el pluralismo filosófico que tendría
que dotarse, se puede empezar a construirse y estructurarse.
Esa “Nueva Izquierda” no
puede ser, ni será nunca IU, como pretenden ser, como si solo ellos tuvieran en
exclusiva la “Denominación de Origen” como fuerza de izquierda, en su empeño de
presentar a la socialdemocracia, al PSOE en un plano de igualdad con el PP y
las practicas neo-liberales.
Yo no comparto la actual
estrategia de IU, porque además de no ser verdad, por cualquier lado que se le
mire, es una simple metamorfosis de lo que fue el sector más dogmático y
prosovietico del PCE con algún añadido de independientes y de grupos que marginados
por las luchas internas se han
constituido en minorías con otras denominaciones para seguir figurando en el
propio seno de IU.
Y una organización con esas características, efectivamente,
ya no da miedo a nadie, y no porque el conjunto de la sociedad haya virado a la
izquierda y asumido la necesidad de cambios radicales, sino porque el
“radicalismo” de IU es, hoy por hoy, una cáscara vacía que garantiza poca
credibilidad de transformarse en realidad.
IU no da miedo a la
derecha, porque esta la necesita para impedir que el PSOE y la
socialdemocracia, puedan recuperar los
espacios de influencia política tanto en España como en el Parlamento Europeo,
que tanto se necesitan.
Pero cuando IU haya ayudado a ello, con su
estrategia anti-PSOE, que no se hagan ilusiones, la derecha ajustará las
cuentas con ella, porque la derecha piensa que no necesita alternar ni con la
socialdemocracia en el Gobierno de la nación, el PSOE, ni con los que hoy
aspiran como IU a reducir al PSOE hacia unas posiciones minoritarias en su
presencia parlamentaria en España y en Europa.
Y es una lástima que mucha
de la gente de izquierdas, que sintiéndose frustada por el Gobierno de
Zapatero, a pesar de los avances que aporto al país, pero angustiado por los
resultados de dos años de Gobierno del PP, derive su voto hacia IU, no se dé
cuenta de esto.
Pero ya se darán cuenta
más tarde, cuando la práctica disipe la
niebla de las palabras rimbombantes que hoy pueden crear ilusión, de que el
voto a IU no les ha servido para nada.
Entonces será la hora de
la verdad, y estará más clara para muchos la necesidad de una “Nueva
Izquierda”. De una fuerza capaz de enfrentarse a los grandes poderes económicos
del capitalismo financiero internacional que impone las políticas de los
Estados en aras únicamente de sus intereses. Y de que esa fuerza tiene que ser
la suma de la socialdemocracia y otras fuerzas progresistas y de izquierda como
IU.
Es verdad que en nuestro
país, me parece no solo un desatino sino un error garrafal la fractura y
división de las fuerzas de la izquierda. Error que ha permitido a IU obtener
algunos progresos electorales, más que por su programa, como voto de castigo de
una parte de la izquierda contra la derechización en otras épocas del Gobierno
del PSOE. Pero es un grave error el persistir en el mantenimiento de esa estrategia.
Pero es verdad también que
la socialdemocracia, tal como la conocemos hoy tampoco está en condiciones de
convertirse por sí sola en “salida a la situación” necesita una regeneración
política, renovarse, hacer su propia autocrítica y ser capaz de transformarse
en una fuerza política capaz de superar la división de la izquierda sobre la base de desarrollar el ímpetu
reformista y transformador del socialismo.
El socialismo democrático
tendría que presentar un nuevo horizonte histórico de transformación del
capitalismo avanzado con el que estamos conviviendo en el siglo XXI. Porque
ante la crisis y el fracaso de las experiencias comunistas, ya nada ni tampoco
la socialdemocracia podrá seguir con el auge e influencia política y social que
alcanzo en el siglo pasado, ni con aquellas políticas.
El gran éxito de la socialdemocracia fue
establecer una alianza entre la clase obrera y la clase media transformándose
en los componentes de las clases populares. Y ello lo consiguió, no abandonando
a la clase obrera, sino desarrollando políticas universales, es decir, con el
desarrollo de derechos sociales, laborales y políticos como características de
la ciudadanía, financiándose con políticas fiscales progresivas que
redistribuían los recursos del capital al mundo del trabajo, con un gran
protagonismo del Estado.
La socialdemocracia debe
asumir hoy, ante la crisis profunda del sistema capitalista y financiero, una nueva responsabilidad y hacer un esfuerzo para
con otros sectores, incluidos los que provienen de la experiencia comunista
como IU, y los nuevos movimientos sociales que están surgiendo, la de imaginar
y trabajar por esa “Nueva Izquierda”.
Porque en el Siglo que
vivimos, la transformación de la sociedad que nos ha impuesto el capitalismo y sus crisis, no
es posible concebirla ni en España ni en los países de la U.E. mediante
“Revoluciones” ni con asaltos y ocupaciones de las Instituciones democráticas.
La transformación de la sociedad actual requiere una gran fuerza política reformadora
y transformadora que desde las instituciones pueda legislar para eliminar las
injusticias y crear las bases de un mundo mejor y diferente. Y eso solo se hará
con reformas desde las instituciones europeas y de nuestro país, porque ya no
hay lugar ni posibilidades de asaltos a la Bastille, ni a los Palacios de
Invierno. Y de que eso se ha acabado, algunos parecen no haberse dado cuenta. Y
es una pena.
En mi opinión, esa
necesidad histórica, impone hoy las soluciones que implican un gran cambio en
el rumbo seguido hasta aquí tanto del PSOE como de IU. Y eso va a requerir tiempo
y la superación de viejos sectarismos y dogmatismos que contribuyen a la
división de la Izquierda e impiden hoy la construcción de esa “Nueva
Izquierda”.
Convencido que un futuro
mejor pasara por estas coordenadas que he señalado pero consciente de que es un
camino complejo y largo. Con estas
reflexiones, hoy votaré a las candidaturas de PSOE al Parlamento europeo, porque
es a mi juicio, una necesidad histórica para hacer frente a los poderes económicos
– financieros que dictan a los Estados las políticas a aplicar.
Y seguiré apoyando y
defendiendo la Unidad de la Izquierda., en España y en Europa.
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