ACLARANDO COMPORTAMIENTOS.
En un debate en una cadena
privada hace ya algunos meses, escuche a Pablo Iglesias que hacia un panegírico
de la transversalidad y planteaba la posibilidad de acordar con Albert Rivera y
con Ciudadanos, el desarrollo de un catálogo de reformas institucionales y
contra la corrupción, algo que repitió en otros foros. A mi me dio buena
impresión porque me imagine una voluntad de negociación que el tiempo ha
demostrado que fue solo una ilusión mía y nada más.
Los acontecimientos
posteriores al 20 –D han puesto de relieve sin embargo, que esas
manifestaciones eran algo coyuntural que respondía más a una estrategia
orientada a la obtención de apoyos electorales , lo que exigía una actitud
moderada y un mensaje que tranquilizara a los votantes más templados.
Y que no respondía para
nada, a un sincero convencimiento de esa necesidad para dar respuesta a las
demandas institucionales, políticas y socioeconómicas de un país como el
nuestro, sumido en una profunda crisis, que afecta a todos los planos de la
vida.
De que lo que dijo Pablo
Iglesias, pues fue un simple señuelo electoral, nos hemos podido dar cuenta
toda la sociedad española, cuando se inició el proceso de negociación de un
nuevo Gobierno a partir del mapa político y parlamentario surgido de las
elecciones de diciembre.
La transversalidad pasó al
desván de los trastos viejos, y las posibilidades de un pacto con Ciudadanos
para acometer reformas democráticas imprescindibles, quedaban olvidadas, sin
evaluar los efectos que podría tener sobre la militancia y el electorado del
PSOE.
Pablo Iglesias se lanzó a
la defensa de “un pacto de izquierdas”
ó a “la valenciana” cuyos contenidos
quedarían enterrados por la súbita exigencia de una vice-presidencia y varios
ministerios, es decir “sillones” y
no políticas.
La invitación a ese pacto,
para facilitar las cosas pienso yo, se acompañó de una cadena de de
provocaciones de Pablo Iglesias, que se iniciaron con “la sonrisa del destino”,
que acompañó con su “nombramiento como
vice-presidente” y de varios ministerios, “súper poderes” y siguió con la
apelación a “la cal viva”, y para culminar esa tanda de improperios y chulerías
invitando a Pedro Sánchez a “salir de la
jaula” ó a abandonar la idea de “un Gobierno de Rivera presidido por Sánchez”.
Las últimas notas de ese
autoritarismo latente a flor de piel en Pablo Iglesias, han venido acompañado
de la descalificación de algunos periodistas en un acto público en la
Universidad, y de la afirmación “seremos
generosos con algunos del PSOE tras el 26-J”.
Es evidente que este
estilo de Pablo Iglesias, de ese mal estilo, no es un programa político a
negociar, pero también lo es, un talante que determina y orienta sobre la
concepción del poder de quien lo pone de relieve.
En otras palabras, que
retrata al personaje y, por desviación, pone sombras sobre sus intenciones
últimas, además de dificultar cualquier dialogo.
Frente a esa inadmisible
actitud de Pablo Iglesias, la iniciativa de Pedro Sánchez y el PSOE al plantear
un acuerdo a tres enlazaba de manera casi literal, con la apuesta de
transversalidad que exigía el cambio necesario para el país. Y era por lo
tanto, tan complicado como inteligente el intentarlo.
Es decir, acordar con
Ciudadanos un abanico de medidas de progreso, reformadoras y con Podemos una
agenda social de recuperación de derechos sociales, potenciando el Estado de
Bienestar y la apertura de una nueva lógica de desarrollo económico.
Era evidente, para
cualquier mente lúcida que, después de los cuatro años de regresión, de
ultraliberalismo, de recortes y monolitismo conservador del PP. era
imprescindible unir fuerzas favorables al cambio en todos los planos.
Sin embargo, la estrategia
de Pablo Iglesias ya visible con rasgos de deslealtad en la primera rueda de
prensa tras su primera visita al Rey, nada tenía que ver con ella. Hizo del
llamado “Pacto de izquierdas” un misil que lanzó en la línea de flotación de la
única política realista, creíble y realizable que podía acometer la izquierda.
La propuesta de Iglesias,
basada en el pacto PSOE-Podemos más las formaciones independentistas (fuerzas
que son por cierto más de derechas que Ciudadanos) y con la línea roja irrenunciable del referéndum “de
autodeterminación”, no solo era numéricamente insuficiente, sino que, en lo
fundamental, apuntaba un instrumento políticamente incapacitado para acometer
las transformaciones que he indicado en este articulo.
Porque yo creo, que lo que
precisa la política española es, más que un pacto de izquierdas, un pacto donde
la izquierda vaya más allá de la izquierda.
Quiero decir que si en
España, hoy se requiere un amplio abanico de reformas que afectan a la
Constitución del 78, a la Ley Electoral, a la estructura y composición del
Senado, a las Diputaciones Provinciales, al necesario Pacto Educativo, a la
legislación anti-corrupción, a las políticas energéticas, a las demandas de
Cataluña y otras Comunidades, etc. Estas reformas hoy por hoy no pueden
llevarse a cabo desde la simple mayoría parlamentaria de la derecha ó de la
izquierda.
Los cambios en todo el
entramado de estructuras políticas que acabo de señalar, no se pueden realizar
desde la óptica y las propuestas únicamente de la derecha. Pero tampoco desde
la óptica y propuestas de la izquierda. Esa es la cuestión, que ni una ni otra opción,
pueden transformar, y cambiar lo fundamental, para que el cambio sea una realidad
en nuestro país. Concebirlos y pretenderlos desde el ángulo de la derecha ó de
la izquierda es un error político de quienes con visión a corto plazo solo se
plantean el “sorpasso” al PSOE. Y de ahí que esos errores no sean dignos de
apoyo y se tengan que criticar para trabajar por un proyecto de convergencias
políticas para el Cambio
Hay algunos politólogos,
que han llamado a esta etapa de cambios necesarios, la “Segunda Transición”, hasta en algún momento, algunos líderes de
Podemos han utilizado esta denominación.
Si tenemos este término en
cuenta, la Transición por antonomasia es la que se abrió paso a partir de la
muerte del Dictador, requirió el concurso de fuerzas políticas enfrentadas,
para que nos pudiéramos entender en el compromiso en una coalición de facto de
todos los demócratas, contra el continuismo de Arias y de Coalición Democrática
partido que agrupo a un plantel de ministros de Franco, que después darían
lugar a la fundación de AP.
Si queremos aprender
recordando nuestra historia, hemos de convenir que el catálogo de reformas que
hoy precisa nuestro país, solo podrá llevarse a cabo con éxito, si el
instrumento político que lo diseñe y aplique, sea un Gobierno de progreso de
amplio espectro, con un respaldo parlamentario del 60%, en el que la izquierda
sea la pieza básica, pero que no sea solo la izquierda, que concite el apoyo de
al menos una parte del espacio político de centro, objetivamente interesado en
el programa de reformas que antes he descrito.
Y la política que ha
planteado Sánchez en este paréntesis entre elecciones, partía a mi modo de ver,
de una visión del Estado, de una clara concepción de los cambio a acometer en
el próximo cuatrienio, y del sujeto político que debió sustentarlos de haberse
hecho realidad el acuerdo a tres, que habría logrado como mínimo 191 escaños
respaldando, velando, con todas las contradicciones del mundo por su
cumplimiento
Desde una visión no
partidaria, comenzando por los sindicatos y acabando en la patronal y otras
organizaciones sociales, de interés colectivo, solo habría faltado un factor,
llegar al acuerdo con los agentes sociales
Por eso, el grave error de
Pablo Iglesias al plantear la consulta a sus bases mediante su peculiar “democracia de apretar una tecla del
ordenador”, fue obviar la única alternativa en la que se estaba trabajando.
Es decir, pedir a las
bases el pronunciamiento sobre un pacto a tres PSOE-Podemos-Ciudadanos. Al no
hacerlo así, invitaba a votar una ficción, o sea a decidir sobre una propuesta
que no estaba sobre la mesa, ó solo en la imaginación de sus líderes, no otra
cosa fue plantear el dilema PSOE-Ciudadanos frente a Podemos-PSOE cuando la
propuesta que estaba en todos los medios (acompañada de 200 medidas) y sobre la
que se estaba negociando incluso Podemos. Al menos hasta la espantada, era el
acuerdo a tres susceptible de ser ampliado con Colación canaria, PNV, y alguna
otra fuerza menor.
Y para hacer política con
gran perspectiva, se hace necesaria una visión de Estado, requiere la
elaboración política de largo alcance. Gramsci ya planteaba en sus tiempos, que
a veces la capacidad de hegemonía de un partido de progreso se define también
por su capacidad para influir en un sentido similar en otros partidos. Y así
habría ocurrido en el caso de materializarse el “Acuerdo a tres.”
Yo quisiera recordar aquí,
que en el principio de la Transición, el PCE y el PSOE ayudaron a la
consolidación de la UCD, aislando a la derecha franquista y apoyando a Adolfo
Suarez para ganarlo para la construcción del “Estado social y democrático de derecho” que la Constitución acabo
por definir.
Ahora ha sido la
iniciativa negociadora de Pedro Sánchez, quien ha puesto sobre la mesa,
condenando al PP al lugar que le corresponde por su resistencia a condenar al
franquismo y por su corrupción sin límite.
A los que están por el
frente a frente, como si estuvieran en las trincheras de nuestra Guerra Civil,
yo les pregunto hoy, ¿Qué es más de
izquierdas ó progresista, ganar para un proyecto de Cambio a Ciudadanos, ó
empujarle hacia el espacio de la derecha hasta echarlo en brazos del PP
La respuesta parece obvia.
Por eso quizá, Podemos cierra todas las puertas, mejor para Rajoy y para sus
sucesores. Aunque deberían haberles bastado el ensañamiento con que el Gobierno
y el propio aparato el PP, ha derrochado contra el acuerdo PSOE –Ciudadanos,
para haber reflexionado con calma y con visión de Estado.
La izquierda inteligente –
porque la hay torpe también – no solo tiene que cuidar su huerto, sino influir
en los procesos políticos y sociales del país.
Y otras preguntas, para la
izquierda torpe. ¿Perder la oportunidad
histórica de que España cuente con un partido
que no sea la derecha pura y dura de las últimas décadas?
¿O
la izquierda debe romper todos los puentes con Ciudadanos, para que los
recomponga con el PP, eternizando así su Gobierno conservador en el futuro?
¿Debe
nuestra Democracia renunciar a contar con un partido de Centro Derecha capaz de pactar en
determinados momentos, con las formaciones progresistas?
Para mí, las respuestas
están claras: Ni podemos perder la oportunidad. Ni debemos romper los puentes
con Ciudadanos. Ni nuestra Democracia debe renunciar.
Pero la estrategia de
Podemos, va en dirección contraria y, por tanto bloquea cualquier proyecto
social que genere mayorías transversales y reformadoras al menos para una etapa
de intensos e imprescindibles cambios
Y es la hora de la
complejidad y de la inteligencia. Pero ni lo uno, ni lo otro parecen haber
formado parte de la estrategia de Pablo Iglesias. Este, será muy bueno para los
problemas de logaritmos neperianos, diofánticas e integrales, pero en política es que ni para los recados.
Confiemos en que no
acabemos lamentando el desastre en los próximos años. Sería trágico pensar que
una simple abstención de Podemos, hubiera cambiado de modo copernicano el curso
de la década. Y por supuesto, mejorado las condiciones de vida de la mayoría
social que votó por el Cambio.
Bueno, yo espero que esta “Aclaración de comportamientos” nos sirva después del fracaso del último
intento negociador. Y que de cara al 26-J nos sirva para reflexionar y aprender
de lo sucedido.
Mucho me temo que el mapa
político que surja la noche del 26-J no vaya a variar, a tenor de lo que presagian
sondeos y opiniones muy diversas. Y entonces el debate pos-electoral puede volver
a repetirse. Mientras que las carencias del país no habrán cambiado y la necesidad
de una mayoría solvente transversal y reformadora reflejada en un Gobierno de las
fuerzas de Cambio, seguirá encima de la mesa.
Con tanto relieve, por lo menos,
como estará la necesidad de enviar al PP a la oposición para que se regenere.
Sin embargo, no están escritos
en ninguna parte los resultados que va a salir de las urnas, y solo el poder del
pueblo soberano, si aprende de las experiencias recientes puede decidir con su voto
a aquella fuerza que ha intentado con un acuerdo y 200 medidas, para empezar a resolver
un a gran parte de los problemas de los españoles y de España generados por Mariano
Rajoy y el Gobierno.
5 mayo 2016.
Solo puedo decir biennnnnnn
ResponderEliminarRafa
Gracias por tu biennnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn
ResponderEliminarYa te pagare una botella de H2O. fresca
Me alegra. Eso es lo que tenia que estar todo el PSOE diciendo en su campaña ahora.
Cojonudo el comentario.
ResponderEliminarES cuestión de eso de ....Huevos
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