A medida que pasan los días, los que
aparecieron unidos en la ilegalidad de las leyes del Referéndum y de la
Transitoriedad, decidiendo así la Independencia y la República en Cataluña,
están bastante fragmentados, o sea divididos.
Y a mí me parece,
que este elemento de descomposicion de la unidad de los líderes separatistas,
ha sido producto de la aplicación del artículo 155 y de las actuaciones
judiciales, determinante de esa fractura. Que seguramente va a repercutir en
los resultados del 21-D, porque esa parte de la sociedad catalana que se ha
movilizado creyéndose: “la Arcadia feliz
de una Cataluña independiente”, hoy se sienten engañados y traicionados por
sus líderes y la división entre ellos.
Y motivos hay para
ello, porque la creación de un enemigo, España, y a partir de ese enemigo
estructurar con mentiras que favorezcan la separación, es el recurso típico
para sustentar, vender y convencer a la gente de “otras verdades”, distintas a las que estaban profesando los
catalanes a lo largo de su historia.
Es lo que siempre
han hecho los nacionalismos, y el catalán no ha estado exento de ese ADN
inherente a todo Nacionalismo. Y los medios a través de la enseñanza en las
escuelas y los medios de comunicación como TV3 y las redes sociales, han
facilitado nuevas formas para mentir, y que esas mentiras se conviertan en
falsedades.
El hecho innegable,
de que millones de personas se crean “ciertas
proposiciones”, como pasa en Cataluña con el separatismo, es cierto es la
verdad. Ahora bien, de que esas creencias que han configurado “los sentimientos” signifiquen que sean
verdaderos realmente, hay un abismo.
Estamos viviendo en
una sociedad inmersa en un mundo, en el que las falsas noticias ó las verdades a
medias – que no dejan de ser mentiras – nos inundan cada día. Y ante tantas
noticias, aun conscientes muchas veces de quien está, de que intereses se
defienden en una noticia. La gente empieza a dudar y a preguntarse si lo que se
cuenta es verdad ó mentira.
Pero por ejemplo,
es falso y absolutamente irrealizable “las
promesas del nacionalismo separatista” porque hoy, el criterio de verdad
que es la evidencia nos muestra, ese fracaso del Independentismo y la ruptura
con España
Pero los
independentistas han querido siempre internacionalizar el conflicto. Ha sido y
es un despropósito afirmar que España es un Estado opresor.
Cuando se acusa,
comparando España y su Gobierno con el régimen franquista, se hace un ridículo
espantoso, y además se está cometiendo un grave error, que viene a demostrar la
ignorancia de quienes eso afirman, porque no han conocido lo que fue “el
régimen Fascista de Francisco Franco”.
Decir que las
decisiones judiciales han llevado a la cárcel a “Presos políticos” por defender sus ideas, y que Puigdemont es un
exiliado, es todo una farsa y que insulta a quienes si fuimos “Presos políticos y además tuvimos que
exiliarnos cuando el TOP, nos pedían 18 años de cárcel” por defender la
Libertad y la Democracia frente a la dictadura fascista de Franco, que las negaban.
Pero hay una
campaña de propaganda muy efectiva. Una parte de la sociedad catalana vive una
situación emocional al límite, y que le puede conducir a seguir apoyando a los
líderes del separatismo, como si aquí,
en Cataluña no hubiera pasado nada. Pero si que ha pasado, cuando a Serrat se
le tacha de fascista y traidor y a Otegui
se le trata con honores de héroe nacional, es que hay algo perverso en
la sociedad catalana, que está pasando y los catalanes en primer lugar, tienen
que actuar para que esto no se vuelva a repetir.
Y para eso, no se
pueden obviar los hechos, y es que hubo un acuerdo propiciado por Iceta, para
evitar la DUI, y que fue dinamitado por el señor Junqueras y su gente, y por la
incapacidad de Puigdemont para hacer frente a esas presiones, se volvió al acuerdo
que contemplaba la convocatoria de elecciones en Cataluña y hubiera evitado el
155… Y así vinieron sucesivamente “las
Chulerias políticas de los líderes del separatismo”.
Pero con las
actuaciones de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo, la fuga del
cobarde y embustero Puigdemont, que le dice al juez belga que si lo detienen se
producirá una Guerra civil en España. Las declaraciones de Carme Forcadell
acatando la legalidad del artículo 155 y declarando que la independencia fue
simbólica, y Oriol Junqueras en la cárcel acompañado con medio Govern, son la
imagen, el escenario donde la
participación en las elecciones del 21-D, a todas, todas va a darse con un
sálvese el que pueda, cada uno, con una lista.
Por un lado desde
Bruselas, Puigdemont insiste en concurrir en las elecciones con un alista
unitaria de todo el independentismo, para mejor combatir la actual situación
política de “Represión del Estado”.
Sin embargo su ex -vicepresidente Oriol Junqueras no parece ilusionarse con esa
propuesta porque desde ERC esperan obtener buenos resultados.
Fuentes del PDeCAT
afirman que el plan de Puigdemont no les disgusta, pero lo ven irrealizable
ante la delicada situación económica de la organización. Y la Carme Forcadell
aunque sus declaraciones ante el juez del Supremo haya sido por estrategia de
la defensa, está advertida que cualquier actuación contraria a la Constitución
la devolvería a la cárcel. Y la CUP que sigue pensando que la Independencia es
la “Mejor manera de romper el Estado”. Esa
es la radiografía de la actual situación.
Y aunque en la
realidad concreta, no hay condiciones para la Independencia- y en mi opinión
difícilmente las habrá pronto -, el independentismo sigue inventándose una
realidad falsa y cada paso que da es un fracaso como ha sido la fallida huelga
general del 8 de noviembre. Una huelga donde la mayoria de trabajadores ha
trabajado, y las interrupciones y bloqueo de estaciones y carreteras, han
corrido a cambio de los “Comités de
defensa de la República”, una huelga para pedir la libertad de los
políticos presos, que no ha secundado la inmensa mayoria de trabajadores.
Y con esos
ingredientes, la descomposicion del liderazgo independentista, las llamadas a
actuaciones para reivindicar lo ilegal, no van a servir a la Independencia y la
República catalana. Y al final, serán las urnas las que van a decidir la
recuperación de una Cataluña con su
auto-gobierno en el Estado democrático de Derecho, y con ello el inicio de la recuperación de un sentido
común y la convivencia, no para marcharse de España y de Europa, sino de seguir
donde siempre estuvo Cataluña.
11
noviembre 2017
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