El conjunto de elecciones
políticas que vamos a celebrar este año en nuestro país, van a conducirnos
probablemente hacia el inicio de una
legislatura caracterizada por las ingobernabilidades en algunos Ayuntamientos y
Comunidades Autónomas, que estará en la orden del día, y a que en las
generales de noviembre también una
pluralidad de partidos tendrán quizá que esforzarse para establecer los pactos
y alianzas hoy improbables, para hacer posible el gobierno de la nación.
Ese es el panorama que
parece se perfila en esta campaña electoral, donde aún tenemos por delante dos
semanas para las Municipales y Autonómicas y seis meses para las generales de
noviembre, tiempos que pueden aún modificar las previsiones mediáticas de
Metroscopia, las del CIS o de cualquier otra que se nos ofrezcan momentos antes
de introducir nuestra papeleta de voto en las urnas, cuya credibilidad entre
los ciudadanos está aún por confirmar y que nos podemos encontrar con resultados
insospechados en esta fecha.
Con independencia del mapa
político que nos deje configurado este año de elecciones, parece que va a ser
obligado para los partidos y el conjunto de ciudadanos, el examen y análisis de
los resultados en todos los niveles institucionales, Ayuntamientos, C.
Autónomas y en la Cámara de Diputados para extraer las consecuencias que
van a suponer para los españoles los
resultados alcanzados.
Para mí, que estoy
siguiendo la evolución de los acontecimientos desde una posición no partidista,
una gran preocupación me obsesiona. Por un lado, la división, la fractura y la
confrontación de la izquierda que representan en nuestro país, el PSOE e IU. y
por el otro, que la aparición de los partidos emergentes Podemos y Ciudadanos
de dudosa credibilidad por sus reivindicaciones, programas y actuaciones, hayan
contribuido con sus campañas mediáticas supera-rápidas a la complicación e
ingobernabilidad futura en las instituciones, si se siguen aplicando los mismos comportamientos que vienen practicando en
Andalucía que inspirados por su anti-PSOE, hoy son los aliados tácitos del PP.
A mi modo de ver, después
de los resultados del año electoral a pesar de las consecuencias de las
políticas del Gobierno del Sr. Rajoy, una primera reflexión a partir de la constatación
de los resultados alcanzados, debería llevar a todos los partidos de izquierda,
a hacerse una pregunta: ¿Por qué la
izquierda no avanza en la consecución de un mayor apoyo ciudadano a sus
programas y políticas?, y ¿Por qué el PP, que representa los intereses de la
derecha carpetovetónica casposa y trabucaire en nuestro país, a pesar de su mal
gobierno y de los delitos y corruptelas de muchos de sus dirigentes, aún se les
vote por una parte significativa de españoles.
A estas preguntas no se les puede responder
con un simplismo: “Es que la izquierda no convence” y “la derecha
aun convence”, porque sería tan falso como desafortunado, respuestas de
este tipo.
A la pregunta que
deberíamos desde la izquierda respondernos es: “Es posible actualmente el
triunfo de la izquierda en un solo país”. Mi respuesta es ¡NO!, radicalmente
¡NO!. Y he aquí, algunas de mis convicciones de porque no es posible.
En el mundo estrechamente
interconectado, globalizado como el que vivimos, la posibilidad para llevar a
cabo políticas distintas a las actuales que alcancen el apoyo ciudadano y que
triunfen en definitiva, no son posibles hoy en un solo país de Europa.
Para ello, se hace
necesario la organización supra-estatal para que las políticas de izquierdas
derivadas de un proyecto de sociedad, pensada para Europa y desde posiciones
mayoritarias de la izquierda en cada país y que sea radicalmente opuesto al que
nos están imponiendo – o mejor dicho, nos han impuesto- el capitalismo financiero desde la Unión
Europea, el BCE y el FMI, puedan transformar las normas, reglamentos y acuerdos
que acordados en Mastrich por los representantes de los gobiernos de los
estados de la U. Europea, han llevado al conjunto de países a una de las
recesiones más profundas, al endeudamiento astronómico de los países, al
incremento del paro y las desigualdades cuyos límites han desbordado todas las
previsiones y las medidas de austeridad y recortes de los Estado de Bienestar que
han configurado un modelo injusto, insolidario e insostenible, que hay que
transformar en su totalidad.
Ese es el problema que hay
que plantearse y resolver por cada partido de izquierdas en España y en cada
país de la C. Europea. Y él no plantearse ese objetivo desde la izquierda, solo
se conseguirá aplazar la solución de los problemas en España pero también en
los países miembros europeos.
Ya que los mercados,
determinaron hace varios siglos el ámbito de los Estados nacionales, y que no
es en estos donde se desarrollan los cambios económicos y sociales necesarios.
Es el enorme desarrollo alcanzado por el capitalismo financiero, por los
mercados, quien ha determinado otras formas políticas.
Ese es el caso de la U.
Europea, un proceso donde no hemos prestado gran atención a su evolución y al grado de desarrollo alcanzado. Sin embargo la
concentración de competencias en las instituciones europeas es hoy enorme,
donde paso a paso a socavado los poderes de los estados-nación. A veces cuando
se leen artículos y opiniones de algunos politólogos que nos hablan de las
contradicciones y debilidades de la U. Europea, a un ignorante como el autor de
esta reflexión, le parece que no
terminan de dar la imagen real que demuestra lo contrario, y es que las
instituciones europeas van adquiriendo cada día más poder.
Y es desde ese poder desde
donde únicamente se puede actuar para transformar la sociedad que nos han
impuesto el sistema capitalista y financiero a través de los instrumentos a su
servicio: los partidos políticos y los Gobiernos nacionales.
Y no es solo desde la UE.
el ámbito que está condicionando el poder de los Estados, sino que también
existen las instituciones de carácter mundial que actúan y ejercen poderes
decisivos en política económica como el FMI y otros.
Menospreciar el FMI, el
Banco Mundial ó la Organización Mundial del Comercio es una equivocación que se
puede pagar muy cara. Y un solo Estado no puede enfrentarse por sí solo, a
estas instituciones europeas y mundiales con las esperanzas de cambiar la
realidad existente de normas, disposiciones, la voz mayoritaria de los
intereses capitalistas, del gran poder de los mercados financieros. Si la
queremos cambiar llevando a cabo políticas distintas de las actuales, hay que
organizarse a nivel supra-estatal, formar partidos que actúen en las
instituciones de esos ámbitos, para formular allí sus políticas al objeto de
invertir las decisiones que actualmente se adoptan. No hay otro camino, la
izquierda en un solo país está condenada al fracaso.
Desde la izquierda pues,
no deberíamos hacer demagogias. Es decir, no simplifiquemos los problemas e
ignoremos la época en la que vivimos, un mundo interconectado en un sistema
global que nos condiciona queramos ó no. Veamos con anteojeras más amplias y no
permanezcamos evidenciando por más tiempo, el problema de la izquierda que es,
y sigue siendo su infantilismo.
La experiencia de los
acontecimientos en Grecia y las actuaciones del Gobierno griego, no deberían
ser un ejemplo a seguir. Es verdad que Syriza llegó al poder del nuevo gobierno
porque supo convencer a sus votantes de que unas sencillas medidas
solucionarían los agobiantes problemas económicos y sociales heredados del
anterior gobierno.
Pero esas sencillas
medidas no han resuelto nada, porque en economía no hay milagros que solucione
los problemas económicos. Y quienes acabarán pagando, el precio de esos
planteamientos electoralistas serán los griegos a los que el Gobierno, Tsipras
y Varoufakis les deben una explicación acerca del fracaso de sus estrategias
negociadoras. Porque no se puede y Grecia no calibró bien su situación ni su
fuerza política en el contexto europeo donde sus demagógicas promesas
electorales tan faltas de realismo, han conducido al Gobierno griego a un total
aislamiento, aislamiento que solo lo pueden romper si incumplen sus promesas
electorales, con la consiguiente decepción para sus votantes.
El caso de Grecia viene a
recordarnos que el Socialismo, el proyecto de sociedad de la izquierda, no
puede consolidarse en un solo país, a no ser que ese modelo para triunfar de
verdad, necesita extenderse en otros países. En el caso de España y la UE.,
también tenemos que tener presente las experiencias históricas que nos confirman
y aconsejan, que desde las formaciones de izquierda se debiera trabajar en esa
perspectiva. Lo otro las batallitas entre formaciones de la izquierda, son y
seguirán siendo batallitas que no nos aportaran ningún triunfo al proyecto
socialista de la izquierda.
Desde los resultados
finales de este año electoral, los partidos de izquierda que desde mi punto de
vista hoy lo constituyen el PSOE e IU deberían abordar partiendo de esa
realidad, la creación de una comisión de ambas organizaciones para el
análisis de la situación originada por
la crisis y la elaboración de un proyecto de sociedad compartida que debería
ser expuesta y sujeta a referéndum entre los afiliados de las dos
organizaciones.
En ese marco de las
elaboraciones conjuntas el PSOE e IU tendrían que ir estableciendo un clima
donde la controversia política en torno a las diferencias que aparezcan en los
análisis no sea motivo de descalificaciones mutuas. La superación de sectarismos
y dogmatismos, serian los factores imprescindibles para abordar el diálogo y el
entendimiento entre ambos partidos que necesita la izquierda, desde la perspectiva que quizá no muy bien esbozada
yo he tratado de exponer en estas líneas.
Nos esperan tiempos
difíciles para nuestro país y para los que hoy constituyen la U. Europea. No
perdamos tiempo en confrontaciones estériles que nos dividen, pongámonos manos
a la obra, de construir en España y en este viejo continente un nuevo modelo de
sociedad frente al modelo neo-liberal que nos ha impuesto el sistema financiero
y capitalista con su crisis y sus gobiernos.
Iníciemelo PSOE e IU, no
desperdiciemos la capacidad política, la experiencia y los deseos de construir
un mundo mejor, que no falta ni a los afiliados y votantes de uno y otro
partido.
César Llorca Tello.
11 mayo 2015.