En los años de la
Transición política de 1978 con la aprobación de los llamados Pactos de la
Moncloa que se acordaron mediante el consenso alcanzado en el curso de las
sesiones de trabajo que se desarrollaron entre el 8 y 26 de octubre de
1977, por los representantes de los
diversos partidos políticos, con representación parlamentaria, el presidente
del Gobierno y otros miembros del mismo, y con la aprobación por La Cámara de
Diputados el 27 del mismo mes y año, se puso en marcha el “Programa de
Saneamiento y Reforma de Actuación Jurídica y Política” para superar la
catastrófica situación económica del país, alcanzada tras 40 años de Dictadura.
Trece meses después, con
la elaboración por todas las fuerzas políticas a excepción del PNV (vasco) y la
aprobación posterior de los textos que configuraron el proyecto de
Constitución, refrendado por nuestro pueblo mediante Referéndum que fue votada
favorablemente por el 87,86%, el 6 de diciembre de 1978. Así se pusieron fin a
40 años de Dictadura.
Asi se inició el proceso
de la Transición de la Dictadura a la Democracia, que nos ha traído la etapa de
mayor estabilidad política de nuestra historia.
A raíz del nuevo marco de
libertades se llevaron a cabo las elecciones políticas que dieron paso en la
primera etapa a la UCD de Adolfo Suarez, al PSOE de Felipe González, a Alianza
Popular (AP), y al PCE de Santiago Carrillo y a las fuerzas nacionalistas
catalanas y vascas, como fuerzas que ocuparon los escaños de la carretera de
San Jerónimo.
Pero tras la dimisión de
Suarez como Presidente del Gobierno, y la práctica desaparición parlamentaria
de la UCD, la debilidad de AP de Fraga se reconstituyo mediante un refrito de
las fuerzas más conservadoras y franquistas dando lugar al PP, que siguió
dirigiendo Fraga, y el PSOE que apareció como una fuerza capaz de gobernar el
país desde las primeras elecciones democráticas, mientras que un PCE cuya
representación Parlamentaria, estuvo muy distanciada de la que en función de
los años de lucha y sacrificios de los militantes del PCE, le hubieran
correspondido por su lucha clandestina y en el periodo democrático recién
iniciado , para lograr un país basado en la Democracia, económica, social y
política, quedo con una pequeña representación parlamentaria.
Fue lógico y natural que
los espacios en la Cámara de Diputados que ocuparon los respectivos partidos,
incluso con la aplicación de la injusta ley D´Hont, que impide la proporcionalidad de
representantes en función del número de votos obtenidos, fue el resultado
originario de la expresión en las urnas de la voluntad del pueblo soberano. De
la Soberanía Nacional.
Mirando hacia atrás en
nuestra Historia como nación, encontraremos que una forma de “Bipartidismo”
llamado en aquella época “el turnismo”, fue uno de los elementos fundamentales
del sistema de la Restauración borbónica en España. Consistió en la alternancia
en el Gobierno de los dos partidos dinásticos
- Conservador y Liberal – y donde la formación de Gobierno por cada uno
de ellos no dependía del triunfo de las elecciones, sino de la decisión del
Rey.
En la práctica, lo esencial se instauró con un
acuerdo tácito en el cual, los dos partidos que apoyaban a la monarquía de
Alfonso XII se turnarían en el poder, mediante la manipulación de los
resultados del proceso electoral, una “cacicada” posible que gracias a ella, se
permitía hablar de una “Democracia puramente formal” ó un “Sistema liberal, sin
Democracia.” Aquellos fueron otros tiempos, pero fueron así.
En el periodo de la
Transición de 1978, el “Bipartidismo” lo formaron por decisión de la Soberanía Nacional
que por definición constitucional de su artículo I apartado 2, reside en el
pueblo español, del que emanan los poderes del Estado, los partidos PSOE y PP.
Y fue desde 1983, cuando los dos partidos políticos por “decisión de los
españoles en las urnas” no por “cacicadas”, han ocupado el poder del Gobierno,
o bien el PSOE ó el PP, han estado ocupando siempre uno de ellos , el Gobierno
, o por mayoría absoluta uno, y el otro como principal partido de la oposición,
por decisión soberana del pueblo.
Fue a partir de 2011, en
plena crisis sistémica, de la que hoy seguimos sufriendo sus consecuencias
fundamentalmente por la aplicación de las políticas conocidas como
“Neoliberales “ de Hayec y Milton Friedman, que este “Bipartidismo” es
bautizado por los movimientos sociales como PP=PSOE y viceversa. Este término
fue acuñado por una alusión crítica, desde algunos colectivos pertenecientes al
15 M y otros sectores porque a su juicio, estos partidos PP y PSOE realizaban
políticas similares, añadiendo a estas acusaciones otra falsedad como la de:
“No nos representan” que recorrieron las calles y plazas de nuestro país.
En la campaña electoral de
las elecciones Europeas de 2014, el PSOE llevo a cabo una campaña mediante una
web basado en unos datos comparativos en unos carteles para evidenciar la
falsedad de tales afirmaciones. El PP, era y es
el PP y el PSOE era y es el PSOE, dos partidos netamente diferenciados
por su origen, sus políticas y sus objetivos.
En 2013, las críticas al
bipartidismo surgieron y fueron tomando cuerpo entre la ciudadanía,
profundamente indignada por las consecuencias del estallido de la crisis del
sistema financiero y bancario internacional, que vino a ensombrecer las
conquistas alcanzadas y las transformaciones que en materia de sanidad,
educación y derecho sociales habían traído a nuestro país, las políticas
socialdemócratas del Gobierno del PSOE a partir del 1982 cuando este partido
asumió, la responsabilidad del Gobierno de la nación.
Sin embargo hoy, la convergencia de esos factores,
por diversas causas ha logrado que se critique más a la fuerza política que
aportó indudables mejoras en este país, el PSOE, que a quien precisamente ha
reducido cuando no eliminado esos derechos, el PP y el Gobierno de Rajoy. Y que
hoy seguimos pagando sus consecuencias.
Lógicamente, el
crecimiento del desempleo, la ineficacia de las medidas adoptadas por los
respectivos gobiernos del PSOE y del PP, estas últimas más incisivas en la
reducción de los derechos logrados desde los primeros años de la democracia, y
los errores en la adopción de medidas del Gobierno de Zapatero en su última
etapa, que distanciándose de una inspiración socialista dieron lugar a
interpretaciones de esa falsa idea de una identidad, inexistente entre las
políticas del PSOE y las del PP.
El que no se hayan logrado, pese a las
evidentes diferencias entre ambas políticas, sensibles mejoras en las
condiciones de vida y trabajo de los españoles, se ha constituido en un aspecto
fundamental que ha calado en el presente, y son la “vox populi” de una inmensa
mayoría de los ciudadanos y que han venido a incentivar esa “irracionalidad
crítica”, que alentada e incentivada por los grupos del 15-M y de partidos como
IU y Podemos, han contribuido a generalizar el convencimiento ciudadano de que
el PSOE y el PP son iguales.
Pero el criticado
“Bipartidismo” alegremente por esos sectores, no es el “turnismo” de la
restauración borbónica de Alfonso XII. El “Bipartidismo” es lo que ha decidido
nuestro pueblo desde el inicio de la Transición del 78, la estabilidad que hoy quieren
barrer la “troika Podemista”.
El “turnismo” de la
restauración monárquica y el “Bipartidismo” actual, no tienen nada que ver el
uno con el otro, sus diferencias son sustancialmente basadas en que el primero,
fue el resultado de la voluntad monárquica y la manipulación de los resultados
de las elecciones para poder justificar el cambio de partido en el Gobierno.
Mientras que el “Bipartidismo” que vino a surgir en la Transición fue la
voluntad del pueblo que mediante su voto eligió al PP y al PSOE como partidos
mayoritarios. Sus coincidencias por razones de Estado, con las políticas
antiterroristas contra la ETA u otras, no pueden, sin mentir, atribuir a los
dos partidos una identidad por esas coincidencias, a pesar de los errores que
se hayan podido cometer, porque sencillamente no es verdad.
El error y la falsedad de
esas afirmaciones, no lo pueden
justificar, ni los errores del PSOE cometidos en la etapa del Gobierno del
Presidente Zapatero, ni por las
coincidencias y acuerdos, que por razones de Estado se dieron en la lucha
contra el terrorismo, como suelen darse siempre entre los partidos mayoritarios
de todos los Parlamentos, Cámaras que expresan la Soberanía Nacional de cada
país.
Es verdad que los acuerdos
para modificar el artículo 135 de la Constitución estableciendo en el nuevo
texto, el concepto de “estabilidad presupuestaria” y su votación por el PSOE y
el PP en la Cámara de Diputados, sin debate, en unas horas, contribuyeron a
aumentar la campaña de “irracional igualdad” entre el PSOE y el PP que venían
predicando diversos sectores de la vida política”, ante esa actuación que
pareció “un delito llevado a cabo con nocturnidad y alevosía”.
Sin embargo, esta reforma fue
bien necesaria el llevarla a cabo, con el fin de ofrecer garantías a nuestros
acreedores del cobro de nuestras Deudas e intereses y evitar así, ante la catastrófica situación económica, el rescate de nuestra economía.
Sin embargo, el auténtico
“Delito” en mi opinión, fue la modificación de la Constitución sin someterla al
obligado referéndum, dado que al tratarse de una reforma por proceso ordinario,
no era necesario un referéndum, lo que originó que el resto de los partidos
representados en la Cámara se mostrasen descontentos ante dicha reforma.
Eso fue, a mi juicio el gran error del Presidente
Zapatero y del PSOE, error que actualmente ha reconocido con valentía, Pedro
Sánchez, que ya ha anunciado que cuando gobierne el PSOE, modificaran el
mencionado artículo anteponiendo en primer lugar las garantías de mantenimiento
de la sanidad, la educación y la protección social.
Es curioso, que las
críticas al “Bipartidismo” siempre se realizan para criticar al PSOE, al que se
le pretende acusar, más allá de los errores cometidos, de todos los males
habidos y por haber, no he oído jamás en “estos ataques críticos” ninguna
crítica fundamentada contra del PP, y del Gobierno.
Aparece así a mi juicio, que aprovechando la
gravedad de los problemas actuales que sufrimos, paro, trabajo precario y con salarios
de insuficiente capacidad para vivir dignamente, el crecimiento de las
desigualdades, del déficit presupuestario y la Deuda entre otros, y la
insatisfacción de la ciudadanía, los autores de esos ataques al “Bipartidismo”
lo que han estado persiguiendo ha sido implicar al PSOE, culpabilizándolo de
todos los problemas, para así deteriorar el apoyo social de ese partido, en
aras de poder recuperar parte de su espacio electoral, a favor de organizaciones
como IU, cuyo ejemplo palmario son las perdidas en la orientación del voto que
recogen los sondeos hacia esta organización, lo que demuestra lo inservible a
esos efectos, de la estrategia empleada.
Con iguales “argumentos”
se viene planteando desde sus orígenes por Podemos, contra el PSOE, y cuando
plantean “barrer a los partidos de la Transición” siguen con sus ojos puestos
en cómo acabar con el PSOE.
La compleja y complicada
salida de la crisis sistémica en España como en Europa, requieren en lo
fundamental, una correlación de fuerzas políticas diferente en los gobiernos actuales,
tanto en nuestro país como en cada uno de los que hoy constituyen la Unión
Europea. Lo que necesitamos son esos cambios para que con gobiernos
progresistas se planteen las necesidades de un New- Deal en Europa, que tenga
como base el cambio radical de las políticas neo-liberales por políticas de
inversiones, un tratamiento a las Deudas de toda Europa que haga posible la
salida de la recesión económica que azota a todos los países de la U. Europea,
y el crecimiento del empleo y el progreso social en esta parte del mundo.
Y al no contemplar esa
realidad y las necesidades, hoy hace que algunas fuerzas como Podemos, por
ejemplo, planteen objetivos irrealizables en la actualidad, lo que nos
conducirían en caso de gobernar esas fuerzas, a un mayor empeoramiento de
nuestra situación económica.
Las luchas de cada grupo y
partido en su legítima ambición de conseguir un apoyo y representación
mayoritario en las instituciones de Gobierno, se traducen lamentablemente, en
que la legítima y necesaria controversia política entre partidos, se confunden
con la lamentablemente, y vergonzante
campaña de insultos y descalificaciones, como desde hace tiempo se ha venido realizado,
atribuyendo una falsa e inexistente igualdad entre el PP y el PSOE por los
grupos extraparlamentarios ó no, como IU y Podemos y que hoy han hecho suyos
expresándolo una gran mayoría ciudadana,
más como consecuencia del legitimo cabreo, al no ver mejorar sus problemas
económico y sociales, que por existir razones convincentes y objetivas para
realizar esas afirmaciones.
Ahora en nuestro país,
cuando estamos viviendo un año electoral cuajado de comicios que desde los
locales a las Elecciones Generales y pasando por las de las C. Autónomas y en cuya
campaña de sondeos ya se perfilan cambios sustanciales de lo que ha constituido
el arco parlamentario desde el inicio de la democracia, vamos lo más seguro de
cabeza, a un panorama donde partiendo de las previsiones que dan los sondeos,
ninguno de los cuatro partidos con mejores expectativas por sus resultado,
ninguno, obtendrá la mayoría suficiente para gobernar en solitario, lo que va a
requerir de esos partidos que entren en una dinámica de entendimientos mínimos para
alcanzar mediante pactos, la mayoría que les haga posible acceder al Gobierno. Ahora
vamos a constatar las verdades de ese refrán que dice: “La política hace a
veces tener extraños compañeros de cama” – bueno de Gobierno - en este caso.
Los cuatro partidos
situados para entrar en esa “melange politique” con toda seguridad según
sondeos son, PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, esto es ya un pluripartidismo, del
cual pueden salir los gobiernos de las instituciones tanto en las Comunidades
Autonómicas como en el Gobierno de la Nación, con una diversidad en sus
composiciones, de dos o tres partidos. Yo supongo que de llegar a esas
“necesarias componendas” podemos iniciar una etapa de gobiernos donde las hasta
hoy críticas al “Bipartidismo” se desvanezcan y lo que aparezca sean las
críticas de la población a la ingobernabilidad del país por el Gobierno como
suma de dos, o tres partidos políticos.
Yo sin embargo, sigo
convencido que los actuales resultados de las encuestas que nos presentan “esa
realidad” no van a materializarse matemáticamente, que van a ver modificaciones
sustanciales en cada una de las organizaciones, que hoy aparecen situadas hacia
la necesaria convergencia hacia otra u otras formaciones para poder gobernar,
que van a haber sorpresas y frustraciones.
Vamos a ver, si se llega a
esas circunstancias que acuerdos se establecen, pero vamos a constatar
posiblemente las dificultades para la creación de acuerdos para la legislatura,
de dudosa estabilidad para el gobierno resultante.
En todo caso, aun queda un
valioso tiempo, suficiente para que las fuerzas de izquierda recuperen las
actuales previsiones y se afirmen con las mayorías suficientes para gobernar.
Claro que, la
fragmentación del voto, va a conducir a la política de pactos en casi toda
España, y estoy seguro que hoy ya está siendo motivo de un debate y la
reflexión en los partidos políticos a una velocidad de vértigo.
Las inmediatas elecciones
en Andalucía, por el ritmo de
crecimiento de la opción de la actual Presidenta de la Junta Susana Díaz, y los
resultados del 22-M que se obtengan, van a ser significativos y demostrativos
de que si es posible, que los profundos cambios que se vaticinan y va a experimentar
el actual sistema de partidos en nuestro país en noviembre, confirmen el
fracaso del PP y el triunfo de la izquierda socialista.
César Llorca Tello.
16 marzo 2015