Estoy convencido que en
nuestra larga historia como país, salvo las repercusiones que tuvieron las
elecciones municipales de abril del 1931 que acabaron con la monarquía de
Alfonso XII y proclamo la II República, no se habían realizado ningunas
elecciones municipales y autonómicas acompañadas de tantas expectativas de
cambios, y a su vez de incertidumbres que a pesar de la supuesta desafección
ciudadana se motivaron hacia los partidos y la política,
Daba la impresión que se
avecinaban grandes cambios, que no íbamos a unas elecciones locales y
regionales, sino que íbamos hacia un cambio radical del sistema, a una especie
de Constituyentes que harían posible cambiar de un plumazo el actual sistema
político y lo íbamos a sustituir por otro mucho mejor. Asi de golpe.
Junto al renacimiento del
interés por la política y la aparición de los llamados partidos “emergentes”
como Podemos, y un poco más próximo al 24 –M, de Ciudadanos, la campaña
electoral ha estado caracterizada por las críticas a las políticas
neo-liberales practicadas por el Gobierno de Mariano Rajoy de estos partidos, a
las que vincularon las estrategias que emplearon contra el PSOE
asociando a este partido a una identidad inexistente, falsa por supuesto, con
las políticas del PP, a pesar del repetido mantra PP = PSOE, que situaron ambos partidos como el objetivo a
abatir en estas elecciones porque según ellos había que acabar con el
bipartidismo PP y PSOE.
Esas tendencias que
surgieron en las plazas y calles de nuestro país, fueron manifestando el
malestar ciudadano con las consignas “No nos representan” y otras que situaron
a las instituciones democráticas
especialmente a la Cámara de Diputados y al Gobierno ante una situación de
incapacidad manifiesta para reaccionar democráticamente.
Ese contexto supo ser
aprovechado por quienes alzaron sus voces y al constatar que los numerosos actos de protesta no bastaban para lograr los
cambios que deseaban, con una buena
ración de ego, arrogancia y soberbia se constituyeron en la fuerza política que
llamaron Podemos, para poder participar en las elecciones municipales y
autonómicas que se aproximaban. Y conseguir votos y más votos para poder ganar
en las mismas en la perspectiva de “asaltar el Cielo” y ocupar la Moncloa.
Y para alcanzar ese
objetivo, legitimo por supuesto, la troika organizadora y dirigente de Podemos
inicio una campaña de descredito acusando a la Transición, de una traición y a
los partidos que contribuyeron al cambio de la Dictadura a la Democracia de “casta”
como al PSOE, y otros calificativos
falsos y objetivamente fruto únicamente del tacticismo de Pablo Iglesias con el
único propósito de crearse un espacio electoral que lo llevara al paraíso
político mediante el “asalto al cielo” con unas exigencias reivindicativas
radicales e imposibles de realizar, que ha ido cambiando a medida que ha
constatado sus limitados resultados que obtuvieron en Andalucía, y los
obtenidos ahora en las autonómicas y municipales que lo han venido a situarles
con unos resultados del 14% en su conjunto.
Ahora celebradas las
elecciones y constatando los resultados, conviene tener presente los mismos para que a partir de ellos, cada cual extraiga sus conclusiones de los cambios que se han realizado y
que cambios nos quedan pendientes llevar cabo en nuestro país . Porque si bien es verdad que se ha
transformado el escenario político de los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas,
el PP ha sido el partido globalmente más votado, seguido por el PSOE que han
seguido perdiendo influencia social y al no obtener mayorías absolutas,
prácticamente en la totalidad de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, los
partidos minoritarios con sus reducidos resultados van a ser determinantes del
giro de las políticas que se practiquen en dichas instituciones.
Yo espero que quienes han
venido haciendo de su razón de ser, la crítica al bipartidismo, que el hecho de
seguir siendo PP y el PSOE los dos partidos más votados no les contraríe. El PP es un partido, y el
PSOE es otro radicalmente distinto y diferente por la defensa de intereses
contradictorios, lo eran antes a pesar de los desatinos de unos y de las
coincidencias sobre temas del otro, y lo son ahora. Y deseo que la realidad no le cree ningún problemas a quienes
planteaban con obsesiva visceralidad, el mantra PP=PSOE. Esa visión, que sigue estando
en la memoria de los españoles, es en mi opinión algo que se debería cambiar, si se quiere de verdad que
se puedan realizar cambios reales y profundos en nuestro país.
Hay ejemplos en otros
países como Alemania, que se ha mantenido un eficaz sistema bipartidista durante 50
años con gobiernos formados por socialistas o por la derecha, o de ambos en Gobiernos
de coalición y han funcionado perfectamente.
Aprendiendo de la historia
de otros países, de esa perdidas de votos del PP, lo curioso es que en nuestro
país no ha producido la aparición de una fuerza política como la de Lepen en
Francia, aquí lo que ha surgido es Ciudadanos desde posiciones de la derecha
económica como intento de ocupar el espacio de una derecha rejuvenecida
físicamente sí, pero que se inspira en las viejas propuestas que se inspiran en
los intereses de los circuitos empresariales y banqueros del país.
Para mí, es una gran
equivocación el creerse, que en nuestro país, el mal radicaba en el
bipartidismo, y claro como ahora han aparecido una multitud de nuevas formaciones, el
creerse que el pluripartidismo que ya es una realidad en nuestras instituciones,
nos va a traer las soluciones por el hecho de “Que ya tenemos el
pluripartidismo”. Es un gran error. En Italia desde la terminación de la II
Guerra Mundial, han existido desde el Gobierno del pentapartido para impedir el
poder del PCI, todas las variables que se quiera en los numerosos gobiernos pluripartidistas,
y ninguno ha sacado a Italia de la crisis económica ni del empobrecimiento como
país.
Y dicho esto, que no se me
malentienda, para mí la existencia del pluripartidismo
en nuestro país, no es ninguna catástrofe. Lo catastrófico es la fractura de la
izquierda y que la soberanía que radica en el pueblo, se haya expresado en las
urnas votando aun, al PP causante de la catastrófica situación por la que
estamos pasando ó a partidos de reciente aparición como Podemos que no son
solución a nada ó a Ciudadanos que es una fotocopia del partido que la derecha
quiere ubicar como repuesto a un PP que hay que desplazarlo del Gobierno.
Esa orientación del voto de
los españoles hay que cambiarla, pero eso solo es posible si somos gobernados bien,
en interés de la mayoría de la población, y gobernar bien es hacer al mismo tiempo
pedagogía para que el pueblo sea un pueblo culto y aprenda lo que es la Democracia,
para ser un pueblo libre de explotaciones.
El futuro de la democracia
en nuestro país, aun no está escrito, los partidos más votados y los menos votados PP,
PSOE, PODEMOS y Ciudadanos por sus resultados, están emplazados por las urnas a sacar esta
democracia castigada por las malas prácticas de Gobierno y por las
consecuencias de la crisis, mediante las reformas, y la regeneración de la vida
política en nuestro país, adelante.
Ahora en la etapa que hay
que hablar, negociar y concertar los Gobiernos locales y Regionales exige una
gran capacidad de todos para hacerlo posible. Pero que no se extrañe Mariano
Rajoy si encuentra en el conjunto de partidos
una actitud contraria a sus políticas, porque las mismas con las que
desea continuar su Gobierno, son las que se ganaron el desprecio de los españoles. Ahora no se queje.
Lo que sería deseable, al
menos es lo que yo deseo, es que en las negociaciones entre las fuerzas que hoy
están pugnando por lograr las Alcaldías y las Presidencias de las Comunidades Autónomas,
respeten al candidato más votado porque los cambios, la regeneración y la lucha
contra la corrupción no serán posibles, porque todo depende de cómo cada cual, cada
partido, administre en el conflicto de intereses el resultado que ha surgido de
las urnas.
Si, las urnas, ese cajón transparente,
que si en algún tiempo se rompían a garrotazos por la derecha y los caciques, gracias
a la Transición del 1978 se instauraron desde entonces en nuestro país.
Cesar
Llorca Tello.
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