miércoles, 3 de junio de 2015

LOS CAMBIOS QUE NECESITAMOS.


Estoy convencido que en nuestra larga historia como país, salvo las repercusiones que tuvieron las elecciones municipales de abril del 1931 que acabaron con la monarquía de Alfonso XII y proclamo la II República, no se habían realizado ningunas elecciones municipales y autonómicas acompañadas de tantas expectativas de cambios, y a su vez de incertidumbres que a pesar de la supuesta desafección ciudadana se motivaron hacia los partidos y la política,
Daba la impresión que se avecinaban grandes cambios, que no íbamos a unas elecciones locales y regionales, sino que íbamos hacia un cambio radical del sistema, a una especie de Constituyentes que harían posible cambiar de un plumazo el actual sistema político y lo íbamos a sustituir por otro mucho mejor. Asi de golpe.
Junto al renacimiento del interés por la política y la aparición de los llamados partidos “emergentes” como Podemos, y un poco más próximo al 24 –M, de Ciudadanos, la campaña electoral ha estado caracterizada por las críticas a las políticas neo-liberales practicadas por el Gobierno de Mariano Rajoy de estos partidos, a las que  vincularon  las estrategias que emplearon contra el PSOE asociando a este partido a una identidad inexistente, falsa por supuesto, con las políticas del PP, a pesar del repetido mantra  PP = PSOE,  que situaron ambos partidos como el objetivo a abatir en estas elecciones porque según ellos había que acabar con el bipartidismo PP y PSOE.
Esas tendencias que surgieron en las plazas y calles de nuestro país, fueron manifestando el malestar ciudadano con las consignas “No nos representan” y otras que situaron a  las instituciones democráticas especialmente a la Cámara de Diputados y al Gobierno ante una situación de incapacidad manifiesta para reaccionar democráticamente.
Ese contexto supo ser aprovechado por quienes alzaron sus voces y al constatar que los numerosos  actos de protesta no bastaban para lograr los cambios que deseaban,  con una buena ración de ego, arrogancia y soberbia se constituyeron en la fuerza política que llamaron Podemos, para poder participar en las elecciones municipales y autonómicas que se aproximaban. Y conseguir votos y más votos para poder ganar en las mismas en la perspectiva de “asaltar el Cielo” y ocupar la Moncloa.
Y para alcanzar ese objetivo, legitimo por supuesto, la troika organizadora y dirigente de Podemos inicio una campaña de descredito acusando a la Transición, de una traición y a los partidos que contribuyeron al cambio de la Dictadura a la Democracia de “casta” como al PSOE,  y otros calificativos falsos y objetivamente fruto únicamente del tacticismo de Pablo Iglesias con el único propósito de crearse un espacio electoral que lo llevara al paraíso político mediante el “asalto al cielo” con unas exigencias reivindicativas radicales e imposibles de realizar, que ha ido cambiando a medida que ha constatado sus limitados resultados que obtuvieron en Andalucía, y los obtenidos ahora en las autonómicas y municipales que lo han venido a situarles con unos resultados del 14% en su conjunto.
Ahora celebradas las elecciones y constatando los resultados, conviene tener presente  los mismos para que a partir de ellos, cada cual extraiga sus conclusiones de los cambios que se han realizado y que cambios nos quedan pendientes llevar cabo en nuestro país .  Porque si bien es verdad que se ha transformado el escenario político de los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, el PP ha sido el partido globalmente más votado, seguido por el PSOE que han seguido perdiendo influencia social y al no obtener mayorías absolutas, prácticamente en la totalidad de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, los partidos minoritarios con sus reducidos resultados van a ser determinantes del giro de las políticas que se practiquen en dichas instituciones.
Yo espero que quienes han venido haciendo de su razón de ser, la crítica al bipartidismo, que el hecho de seguir siendo PP y el PSOE los dos partidos más votados  no les contraríe. El PP es un partido, y el PSOE es otro radicalmente distinto y diferente por la defensa de intereses contradictorios, lo eran antes a pesar de los desatinos de unos y de las coincidencias sobre temas del otro, y lo son ahora. Y deseo que la realidad no le cree ningún  problemas a quienes planteaban con obsesiva visceralidad, el mantra PP=PSOE. Esa  visión, que sigue estando en la memoria de los españoles, es en mi opinión algo que  se debería cambiar, si se quiere de verdad que se puedan realizar cambios reales y profundos en nuestro país.
Hay ejemplos en otros países como Alemania, que se ha mantenido un eficaz sistema bipartidista durante 50 años con gobiernos formados por socialistas o por la derecha, o de ambos en Gobiernos de coalición y han funcionado perfectamente.  
Aprendiendo de la historia de otros países, de esa perdidas de votos del PP, lo curioso es que en nuestro país no ha producido la aparición de una fuerza política como la de Lepen en Francia, aquí lo que ha surgido es Ciudadanos desde posiciones de la derecha económica como intento de ocupar el espacio de una derecha rejuvenecida físicamente sí, pero que se inspira en las viejas propuestas que se inspiran en los intereses de los circuitos empresariales y banqueros del país.
Para mí, es una gran equivocación el creerse, que en nuestro país, el mal radicaba en el bipartidismo, y claro como ahora  han  aparecido una multitud de nuevas formaciones, el creerse que el pluripartidismo que ya es una realidad en nuestras instituciones, nos va a traer las soluciones por el hecho de “Que ya tenemos el pluripartidismo”. Es un gran error. En Italia desde la terminación de la II Guerra Mundial, han existido desde el Gobierno del pentapartido para impedir el poder del PCI, todas las variables que se quiera en los numerosos gobiernos pluripartidistas, y ninguno ha sacado a Italia de la crisis económica ni del empobrecimiento como país.
Y dicho esto, que no se me malentienda, para mí la existencia del  pluripartidismo en nuestro país, no es ninguna catástrofe. Lo catastrófico es la fractura de la izquierda y que la soberanía que radica en el pueblo, se haya expresado en las urnas votando aun, al PP causante de la catastrófica situación por la que estamos pasando ó a partidos de reciente aparición como Podemos que no son solución a nada ó a Ciudadanos que es una fotocopia del partido que la derecha quiere ubicar como repuesto a un PP que hay que desplazarlo del Gobierno.
Esa orientación del voto de los españoles hay que cambiarla, pero eso solo es posible si somos gobernados bien, en interés de la mayoría de la población, y gobernar bien es hacer al mismo tiempo pedagogía para que el pueblo sea un pueblo culto y aprenda lo que es la Democracia, para ser un pueblo libre de explotaciones.
El futuro de la democracia en nuestro país, aun no está escrito, los partidos más votados y los menos votados PP, PSOE, PODEMOS y Ciudadanos por sus resultados, están  emplazados por las urnas a sacar esta democracia castigada por las malas prácticas de Gobierno y por las consecuencias de la crisis, mediante las reformas, y la regeneración de la vida política en nuestro país, adelante.  
Ahora en la etapa que hay que hablar, negociar y concertar los Gobiernos locales y Regionales exige una gran capacidad de todos para hacerlo posible. Pero que no se extrañe Mariano Rajoy si encuentra en el conjunto de partidos  una actitud contraria a sus políticas, porque las mismas con las que desea continuar su Gobierno, son las que se ganaron el desprecio de los españoles. Ahora no se queje.
Lo que sería deseable, al menos es lo que yo deseo, es que en las negociaciones entre las fuerzas que hoy están pugnando por lograr las Alcaldías y las Presidencias de las Comunidades Autónomas, respeten al candidato más votado porque los cambios, la regeneración y la lucha contra la corrupción no serán posibles, porque todo depende de cómo cada cual, cada partido, administre en el conflicto de intereses el resultado que ha surgido de las urnas.
Si, las urnas, ese cajón transparente, que si en algún tiempo se rompían a garrotazos por la derecha y los caciques, gracias a la Transición del 1978 se instauraron desde entonces en nuestro país.

Cesar Llorca Tello.

 

                             

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